Llegan hasta el claustro de las Madres del Carmen del Asunción, en el Parque de las Flores, no solo  para pedir una ayuda espiritual. Los que conocen del trabajo de las monjitas, como les dicen, van mucho más allá, por ello van en compra de productos que ellos consideran medicinales. 

Una gelatina de pichón, hecha a base de carne de res y pichón (palomas tiernas) es utilizada como un suplemento alimenticio, especialmente para los niños y personas de la tercera edad, y también es calificado como muy bueno para la anemia. La media libra tiene un costo de $3 y la libra $6, precio parecido al de la  miel de abeja.             

La crema de limón para las manchas de la cara, cuyo precio es de $2, es buscada por muchos ciudadanos ávidos de tener un rostro sano. Pero también está al alcance de las familias las mermeladas de tomate, naranja o babaco, que son consumidas en los hogares, sobre todo en el desayuno.

Las madres del claustro también elaboran una loción denominada “Santa Teresa” para  dolores musculares, reumáticos, jaquecas, etc., o el jarabe medicinal llamado Portentoso, que es bueno para el estrés; también aparece  en el perchero el jarabe de rábano para el asma o problemas bronquiales.    

Los que gustan del vino pueden encontrar el “Viña Florida”, un vino de mesa. También  el vino de consagrar o el vino reconstituyente que es una bebida hecha con ingredientes propios para la familia y que muchas personas utilizan para medicina.

El precio de los vinos está sobre los $19 y es considerado el producto más caro. Los vinos muchas de las veces son llevados al exterior por personas ecuatorianas, cuyos familiares viven en España y Estados Unidos, sobre todo. “El proyecto para el futuro es llevar a Chile el vino de las monjitas”, dijo Jorge Rodas, colaborador en el Carmen de la Asunción.                   

Pero hay personas que prefieren el agua de pítimas, una bebida  elaborada a base de flores y plantas medicinales que recogen las madres del claustro y con las cuales hacen agua  para el susto o para los nervios. “Es un calmante”, dijo una de ellas desde el torniquete por donde despachan sus productos para el público.

También se hace el agua de valeriana para las personas que sufren de los nervios. Las tortas no pueden faltar; hay con sabores de naranja, tres leches, vainilla y de  novia, cada una con los diferentes secretos que solo ellas saben.        

Las tortas están sobre los $20, dependiendo del número de personas que vayan a consumirla. “Es lo más delicio comer una torta elaborada por las monjitas”, dijo Carmen Serrano, que esperaba ser atendida para hacerle un pedido para una fiesta.   

Ahora también las monjitas elaboran el tradicional rompope, la botella cuesta $8 y muchas familias llevan para brindar en reuniones sociales. Pero el trabajo de las madres del claustro del Carmen del Asunción no se queda en las medicinas, también producen el manjar de leche, el dulce de higo y una variedad de bocaditos bajo pedido.

La elaboración de bordados es único, vestidos para imágenes, ornamentas para sacerdotes y sobre todo, confeccionan los vestidos de la imagen del Niño Viajero con hilo de plata y oro que es traído desde el exterior. 

Son 17 monjas las que viven al interior del claustro. Sor Leonor del Espíritu Santo es la directora del Carmen del Asunción, también llamada priora. Son madres del claustro, muchas de ellas viven más de 40 años al interior de este inmueble que está situado en el Centro Histórico de la ciudad, y siempre suelen llevar cubierto el rostro.

Según Fernando Torres, del grupo juvenil ligado a las madres del Carmen, las religiosas inician su trabajo  a las 4 de la mañana con la oración y durante todo el día se dedican a  la elaboración de los productos que son muy solicitados por los cuencanos que llegan hasta la plaza de las  Flores.