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Personajes, "ocultos" en una universidad

Humberto Bueno, vende un promedio de 70 empanadas al día, pero los estudiantes siempre le exigen la mayonesa y el ají.
Humberto Bueno, vende un promedio de 70 empanadas al día, pero los estudiantes siempre le exigen la mayonesa y el ají.
14 de enero de 2017 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

Hay ciudadanos que se vuelven  inolvidables debido a su trabajo. Las universidades encierran a muchos de ellos e incluso les transforman en personajes anónimos.

“El señor que vende las empanadas es muy especial”, indica Marco Jara, un exalumno de la Universidad de Cuenca que ahora es profesional en Economía.

Todos los días —recuerda— se comía uno de estos bocadillos apenas encontraba un tiempo libre entre sus clases, y agrega: “Don Humbe vende sabrosas empanadas”.

Humberto Bueno se ha dedicado al negocio en la Universidad de Cuenca, cerca de la facultad de Economía, por más de 30 años.

Su hija era la que se situaba en ese puesto, pero él se ‘tomó’ el espacio después de que ella viajara a Estados Unidos.

“No dejen abandonado ese lugar, de allí me vine dejando la carpintería”, le dijo su hija durante una llamada. Don Humbe, como lo conocen la mayoría de estudiantes, recuerda con mucho cariño al exrector, Carlos Cueva Tamariz, pues lo considera “buena gente y muy preocupado por el resto”.

También evoca a Darío Tapia, quien ahora está en el departamento de Movilidad en el Municipio de Quito. “El señor nos quiso botar de aquí”, indica y agrega que Diego Vintimilla, asambleísta por Azuay, los ayudó a él y a otros vendedores a que se mantengan en el sitio.

Las empanadas de carne y pollo de don Humbe no se venden si no están listos el ají y la mayonesa que él mismo prepara. “Mi esposa se levanta a las 3 de la mañana para tenerlas listas, en cambio yo, a las 5 me incorporo para preparar el ají y la mayonesa”.

+pVende un promedio de 70 empanadas desde las 09:00 hasta las 12:00, tiempo autorizado para esa actividad.

“Don Humberto es la voz viva de la historia de la Universidad. Conoce cada una de las etapas y a todas las figuras políticas que han salido de ella”, señala Vintimilla y añade que hubo un tiempo en el que se los quiso sacar por supuestas mejoras de imagen, pero que se logró recoger más de 2 mil firmas de los estudiantes para impedirlo. No solo los estudiantes acuden a probar estas empanadas, también los profesores, por ejemplo Fernando Ortiz, docente de la Facultad de Comunicación.

Él también habla de María Sotamba, quien vende ese producto desde hace 44 años junto a la Facultad de Comunicación.

Para Ortiz, estas personas son todo un símbolo en la universidad. “Me parece que estos personajes dieron un sentido humano a la Universidad de Cuenca y han colocado un espacio no académico de intercambio e interacción”.  “La señora indica que durante los 44 años que ha trabajado en este centro de estudios, nadie se ha enfermado al comer las empanadas que ella prepara”, señala Ortiz.

Rosa Berrezueta (65 años), en cambió llegó a la U. de Cuenca hace 43 años para trabajar en el bar, donde los secos de carne son los más apetecidos. Sus padres le heredaron el puesto.

Tiene muchos recuerdos y anécdotas con los estudiantes. “De todo me han dejado en prenda, desde cuadernos y relojes hasta máquinas de escribir, y jamás volvieron”, recuerda entre sonrisas la vendedora. (I)

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