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Ikat, el aliado estratégico de los artesanos azuayos

Blanca Rodas coloca las madejas de hilo en una estructura de madera, donde forma los diseños.
Blanca Rodas coloca las madejas de hilo en una estructura de madera, donde forma los diseños.
Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
30 de julio de 2016 - 00:00 - Regional Sur

Después del desastre de la Josefina, en 1993, Jesús Maldonado dejó de trabajar como oficial en un taller de zapatos y con la guía de su esposa (fallecida) empezó a elaborar macanas, prendas parecidas a un rebozo.

Desde ese entonces, Maldonado se dedica a confeccionar estas prendas típicas en la vestimenta de la mujer azuaya. Se levanta a las 05:00, prende la radio y acompañado de pasillos ecuatorianos empieza a mover varios implementos de madera para dar forma a esta prenda elaborada con la ancestral técnica del ikat (terminología que proviene de la  lengua malaya y significa ‘atar’ o ‘amarrar).

Esta técnica cumplió el pasado 24 de junio su primer año como Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador. En 2015, mediante Acuerdo Ministerial, se realizó la declaratoria con el fin de salvaguardar esta tradición que mantienen algunas familias de  las comunidades de Bullcay y Bulzhún, en  Gualaceo, provincia del Azuay.     

Según los artesanos se trata de una actividad muy laboriosa y de etapas, que a raíz de la declaratoria comenzó a ser más reconocida.

“Antes no éramos valorados, ni siquiera se conocía cómo hacíamos las macanas. Cuando venían a mi taller me pedían que les enseñase la máquina con la que tejo y yo les mostraba que la máquina eran  unos  palitos”, dijo Blanca Rodas, otra artesana de Bullcay,  de 71 años.  

Para confeccionar una macana, de acuerdo con los artesanos, se requiere de tiempo, paciencia y  habilidad. En la producción existía una división del trabajo: las mujeres se encargaban del amarrado, teñido, urdido y desamarrado de la lana o  algodón; mientras que el tendido y el tejido estaban a cargo de los hombres, debido a que se requiere de mayor fuerza física.

Rodas recordó que debido a la difícil situación de la artesanía muchos tejedores poco a poco fueron abandonado la práctica, sin embargo considera que después de la declaratoria varias familias retomaron la actividad.

Lo mismo señaló Carmen Orellana,  de 61 años, quien pertenece a la quinta generación de una familia de artesanos que se dedica a la confección de  macanas.

Ella elaboró la casulla que utilizó el papa Francisco durante la misa que ofició el año anterior en el Parque Bicentenario (Quito) y recibió el premio a la Excelencia Artesanal de la Unesco.

Antes del reconocimiento, según Orellana, unas 65 familias se dedicaban a esta labor en Bullcay y cree que en la actualidad son ya más de 100.  Si bien para las artesanas esto es positivo, pues se ha dado más importancia al tejido, dicen que también existe una mayor producción, lo que está generando una competencia en precios.

Orellana explica que una macana de 1,60 de largo normalmente se comercializa en $ 35; una de 1,80 en     $ 40 y las de 2 metros en $ 50.   

Para Fausto Ordóñez, director del Centro de Interamericano de Artesanías y Artes Populares (Cidap), la declaratoria permitió sobre todo visibilizar el trabajo de los artesanos.  “Antes veíamos a la macana en la tienda de artesanías, en los locales comerciales y hoy vemos directamente a los artesanos con su telar en contacto con el público”.  

A decir de María Hurtado, otra artesana del sector de Bulzhún, ahora acuden a ferias en donde  venden directamente sus productos y más personas llegan a sus comunidades preguntando por esta habilidad ancestral.    

Una de las artesanas de mayor edad en este sector es Rosa Peñaranda. Tiene 86 años y comentó que después de junio de 2015 comenzó a acudir a exposiciones en donde no tiene reparos en contar cómo se elaboran las macanas.

“Antes tenía guardado todo en la casa porque no había dónde vender el producto”.

En la actualidad también se ha  diversificado la utilización de este producto.  

Los artesanos comenzaron a utilizar pedazos de macanas en prendas de vestir, zapatos y carteras. El reto para los productores es potenciarlo en el mundo de la moda. (I)

Datos

La elaboración comienza con el teñido de los hilos. Inicialmente se tejía con colores vegetales extraídos de la tierra y plantas. Ahora  también se utilizan tintes químicos.

El devanador (sostiene la madeja de hilo), la cúcuta (para preparar la lejía), la caillahua (aprieta el hilo) son alguna de las herramientas de madera que se utilizan
para trenzar los hilos y crear las prendas.    

Antes de la declaratoria, el Ministerio de Cultura, el Instituto de Patrimonio Cultural, el Cidap y el Municipio de Gualaceo realizaron un estudio técnico que permitió
el reconocimiento.

Si bien la división del trabajo entre hombres y mujeres para la producción  está diferenciada, y son los caballeros los que tejen, también algunas
mujeres aprendieron a trenzar los hilos.  

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