Para Fernando Figueroa, médico de profesión y bombero por voluntad, no hay diferencia entre estas 2 labores: en ambas está el salvar vidas humanas.

El ciudadano dice que ser bombero es una de las mejores decisiones que ha tomado en su vida. Trabajó por 35 años para la casaca roja, pero hace 3 meses tuvo que abandonar sus funciones, luego de que los municipios asumieran la designación de jefaturas.

Ahora espera que se le reconozca como comandante médico para seguir enrolado directamente en el organismo.

Todos estos años le han aportado alegrías y tristezas, no se le quita de la mente, por ejemplo, la muerte de su compañero Mufit Hanna, en abril de 2008, mientras apagaban un incendio en una ferretería de Cuenca. “Que venga su madre y me agarre de la solapa y me diga: ‘Devuélvame a mi hijo’, me marcó, para toda la vida”, relató este profesional, que ha recibido entrenamiento en países como Argentina, Chile, Colombia, Estados Unidos y Costa Rica.

“No es igual tratar a un paciente en la calle que sobre la mesa de un hospital”, señala el galeno que también trabaja como director del departamento de Emergencia del hospital Vicente Corral Moscoso.

En este sitio también ha vivido experiencias que le han impactado profundamente: “Siempre hay personas que nos reclaman, por ejemplo, no haber podido salvar la vida de sus hijos”. Según él, son pocos los médicos que cumplen la doble función de bombero y galeno, en Cuenca, algo que facilitaría la ayuda que se le puede dar a las personas que están en peligro”. (I)