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Una familia de migrantes azuayos levantó un sueño con su esfuerzo

El equipo de fútbol está bajo la administración de la familia Gómez-Chimbo. El sueño de ellos es llegar al fútbol profesional; sus jugadores viven en el complejo como forma de pago.
El equipo de fútbol está bajo la administración de la familia Gómez-Chimbo. El sueño de ellos es llegar al fútbol profesional; sus jugadores viven en el complejo como forma de pago.
Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
30 de abril de 2019 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

A 7 kilómetros del cantón Girón, de la provincia del Azuay, se ubica el sector denominado El Pongo. Un lugar con un clima promedio de 19 grados y que permite cultivar productos variados y además es muy recomendado para el descanso de un fin de semana.

Las viviendas de diferente tamaño, con techos de colores llamativos, rompen el esquema de este tipo de espacios. Los pocos habitantes dedicados a la agricultura se ocupan en sus terrenos. Pero la mayoría de vecinos emigró a los Estados Unidos; unos regresaron y otros se mantienen en el exterior enviando dinero a sus familias para que puedan subsistir.

En el lugar fueron construidos la Hostería El Pongo y el estadio Rosa de Gómez; en su interior existen varias canchas pequeñas de fútbol e índor, así como un salón para degustar platos típicos y otro espacio para eventos sociales. Todo el complejo abarca una extensión de 13 hectáreas (13 ha).

Rosa Chimbo se muestra apurada junto a su hijo Danny Gómez, pero al mismo tiempo está atenta; madre e hijo deben realizar algunos trámites en Girón y Cuenca, ya que bajo su administración está todo el espacio.

Ella viajó hace 33 años a los Estados Unidos como migrante; un año después lo hizo quien ahora es su esposo. El viaje como ilegal le tomó cinco días e invirtió 8 mil sucres (unos $ 42, entonces), según recuerda ella.

Junto a su esposo se dedicó al trabajo y procreó dos hijos: Sonia, que ahora tiene 26 años, y Danny, de 23. Todos tienen ahora los documentos en regla y dejaron de ser ilegales.

Rosa Chimbo y su hijo Danny Gómez administran el complejo, que es visitado los fines de semana por turistas locales y del sur del país.Rosa Chimbo y su hijo Danny Gómez administran el complejo, que es visitado los fines de semana por turistas locales y del sur del país. Foto: Fernando Machado / El Telégrafo

Con el trabajo diario y “metiendo hombro”, como ella mismo dice, ahorraron algunos recursos y emprendieron en los negocios en su propia tierra “para el futuro de sus hijos”.

“Fue muy difícil, fue muy duro el trabajo. A veces ya no resistía, casi me desmayaba al final de las labores con soles sobre los 40 grados”, recuerda Chimbo, cuando acompañaba a su esposo en el trabajo de la construcción.

Hace 12 años se les metió en la cabeza tener canchas deportivas y hace poco formar un equipo de fútbol. Actualmente poseen una cancha reglamentaria con césped; una más pequeña dedicada a los entrenamientos, otra cancha de cemento de índor fútbol y, además, una de ecuavoley.

Siempre nos gustó el deporte, fuimos apasionados por este campo”, dijo su hijo Danny Gómez, que es estadounidense y que en los últimos seis años vivió en en ese país, donde terminó sus estudios de colegio y cursó parte de la universidad.

Años atrás decidieron hacer un préstamo de $ 150 mil y con el dinero, fruto de la venta de terrenos, ampliaron el complejo. Pero el proyecto fue más allá: Rosa Chimbo le propuso a su esposo tener un equipo de fútbol y él (Marco Gómez) no dudó en darle ese gusto a su pareja.

Han formado un equipo que ahora participará en el fútbol azuayo. Existen 18 chicos de varias provincias que llegaron a reforzar el conjunto y que viven en el complejo deportivo.

“Nadie en Azuay, dentro del fútbol amateur, tiene este tipo de ventajas. Nosotros les damos alimentación y vivienda a los deportistas como parte de pago a sus trabajo”, dijo Danny Gómez, que ahora es el responsable de manejar el conjunto.

“Hemos invertido alrededor de $ 20 mil y vamos a jugar en el Zonal de Fútbol”, dice el joven, orgulloso de este proyecto, que está seguro que saldrá adelante. “Es fruto del trabajo de mis padres y lo estamos invirtiendo en nuestra tierra”, indicó.

“Todos los días hablo con mis padres, pienso que debemos salir adelante, ya que esto es una inversión. Ya existen compañías de Estados Unidos que, si llegamos al profesionalismo, nos van a apoyar”. Agregó que por ahora solo quiere mostrar su equipo y luego darse a conocer internacionalmente.

El complejo, donde han depositado todos sus recursos, está abierto al público y los turistas pueden hacer uso de sus habitaciones, piscina y canchas. “Acá es el paraíso, allá (EE.UU.) es el infierno”, manifestó en medio de sonrisas Rosa Chimbo, quien, como dice su hijo, es una mujer emprendedora pese a que apenas terminó la escuela.

“Mi padre trabaja en la construcción y está feliz de abrir puestos de trabajo para las personas de aquí”.

Danny agregó que también tienen terrenos en la parte alta, donde han sembrado toda clase de productos para alimentarse. (I)

Migración
Viviendas en abandono
En cada sector de Girón se levantan grandes viviendas producto del esfuerzo hecho por las personas que migraron hasta los Estados Unidos, pero muchas de ellas están abandonadas porque sus dueños ya no regresaron al país.    

42 kilómetros separan a Cuenca del cantón Girón. Este sector es considerado como de alta migración.  

Deudas a prestamistas   
Las personas se endeudan mediante el “chulco” para emprender un viaje de forma ilegal. Muchos de ellos terminaron pagando el doble de lo que pidieron, bajo riesgo de perder sus tierras o sus casas.    

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