Teresa Morales fue la última persona que salió ayer con todas sus pertenencias del sector crítico de la ciudadela Jaime Roldós, al norte de Cuenca.

Aún quedan cinco familias que deben abandonar el lugar por disposición de la Secretaría Nacional  de Gestión de Riesgos y otros organismos de seguridad.

La salida de las personas se debe a que los deslizamientos continúan en este lugar y son ya 9 casas las que se han desplomado, pero hay 16 más que corren el mismo riesgo  por el movimiento de la tierra.

Muchos de los habitantes se opusieron a dejar sus viviendas, aduciendo que nadie les garantiza a dónde van a ir o quién les va a pagar los arriendos.

Existe un ofrecimiento para entregarles un bono durante 6 meses, con lo cual las familias pueden alquilar un departamento o una casa. El monto es de $ 250.

María Morales -ayer-  terminó de llevar sus cosas a unos 500 metros más adelante  de donde arrendó una casa en el mismo valor del bono.

Allí vivirá hasta que  pueda regresar a su hogar, ya que ella aún tiene la esperanza de que su vivienda no sea afectada por los deslizamientos de tierra. La mujer dijo que por su cuenta se fue a otro lugar, pero que igual espera la ayuda.

Su casa,  en la ciudadela Jaime Roldós, le costó alrededor de $ 71 mil, fruto del trabajo de ella y de su esposo. “Es todo mi sacrificio”, indicó.  La vivienda de Morales aún no tiene problemas con el movimiento de tierra, pero los técnicos le han dicho que tiene que salir por cuanto está en el área crítica.

Por su parte, Olga León, dirigente de la ciudadela, indicó que  existe mucho temor por parte de los afectados de que  no les vayan a cumplir con los ofrecimientos. “Algunos no quieren salir porque no saben a dónde ir”, manifestó.

Ayer las operaciones de desalojo continuaron por parte de la Municipalidad, Consejo Provincial del Azuay y  con la ayuda de los militares  asignados en la zona.

El director de Gestión Ambiental del Cabildo, Javier Murillo, tenía previsto entregar ayer un informe de los traslados de las personas.