Los horarios se movieron, pero los deseos de los pequeños emprendedores de seguir trabajando están intactos. Estas familias no quieren romper el servicio a los ciudadanos en cualquier hora del día.

Julia Carrión y Alejandro Carrión, esposos, antes de la pandemia se levantaban a las 04:00 para hacer el morocho y las empanadas y entregar lo más pronto a sus clientes, ahora las entregas las hace en la tarde.

“Es un emprendimiento familiar que lleva más de cinco años, con el pequeño camión denominado, ‘Los Morochos de la Autopista’”, señala su hija Johanna Carrión.

Antes de la pandemia vendían un aproximado de 120 morochos y 150 empanadas, pero ahora apenas llegan a los 20 morochos y 35 empanadas, sin embargo esperan que vaya mejorando.

En el otro extremo de la ciudad, está Leandro Corredor, un colombiano que llegó hace cinco años a Cuenca. Preparaba, antes del encierro, alrededor de 400 pizzas a la semana, pero ahora solo llega a un poco más de 30, y bajo pedido. “Pues estamos iniciando nuevamente, no queremos parar y vamos a salir adelante”, dijo el hombre que además prepara lasaña.

En la mañana recibe los pedidos a través de WhatsApp, para en la tarde luego de las 14:00 entregar el producto hasta las 19:00.

De la misma manera, esta app es la herramienta para Marcelo Pesántez. Mediante internet regresó para vender tortas, pan y bocaditos. “Han sido duros los momentos que hemos vivido, pero ya comienzo a recuperar clientes”.

Pesántez tiene a su cargo más de 30 trabajadores, “no quiero despedir a nadie, pero necesito que me ayuden comprando”, dijo el emprendedor.

En tanto María Ángela Loja tomó la decisión de publicar por redes la venta de frutos secos. Ella recepta los pedidos y envía por medio de un motorizado quien se encarga de las entregas puerta a puerta. “Mientras más facilidades en costos y buen trato al cliente, todo nos va a ir bien”, indicó la emprendedora. (I)