Cuentan que subir hasta el santuario del Niño de Praga era parte de la ofrenda, del sacrificio o de la devoción al Santo para que él, “con sus abundantes milagros”, conceda un sí a la plegaria de turno.

Un camino completamente empinado desde la autopista Cuenca-Azogues hasta el cerro Santa Teresita de Monay, al sureste de la ciudad, lleva a la capilla del Niño de Praga, una imagen de unos 20 centímetros de alto, de propiedad de Elena Ramírez, una autodenominada ‘vidente’ que asegura ser capaz de presagiar el futuro ‘leyendo’ el fuego de una vela.

La capilla, de unos 5 m x 15 m, no tiene un solo espacio libre en sus 4 paredes: están literalmente revestidas con placas de agradecimiento que rezan leyendas como esta: “Doy gracias de todo corazón al Divino Niño de Praga por haberme hecho llegar a EE.UU. con mucha felicidad y le pido me bendiga con salud y trabajo”.

Son 780 placas las que se exhiben dentro de la capilla, sin contar con las externas que, a ojo de buen cubero, deben duplicar el número.

Es que este es el pequeño Santo de los viajes, de la ‘visa bendecida’, que augura, a través de la visión de su propietaria, si es posible cumplir con la intención de migrar.

Fue Rosa Ramírez quien adquirió a una familia de Ambato, hace 80 años, la imagen del Niño de Praga a un costo de 14 sucres. Tiempo después, su hija Elena Ramírez comenzó a ‘leer la vela’, ritual que consiste en responder las preguntas de los fieles, que voluntariamente se someten a las interpretaciones de la ‘vidente’.

Las consultas por una ‘visa divina’ son las más frecuentes, y el costo depende “de la voluntad” de quien hace la pregunta: junto a la ‘vidente’ una canasta espera las colaboraciones voluntarias.

La primera vez que Leonor Campoverde fue al santuario del Niño de Praga, rezó por la salud de su suegra “que estaba bien enferma, pero se recuperó”. Con la fe ratificada, acudió con otra plegaria: su hijo, que había decidido ir a EE.UU.; realizó una promesa que consistía en “visitar al Niño de Praga durante 9 días; llevar los 8 primeros, una vela y rezar; y el último, un ramo de flores y rezar”, recuerda Leonor.

“Por coincidencia o por fe”, dice Campoverde, cuando su hijo se presentó en la Embajada norteamericana obtuvo los papeles y logró viajar legalmente. Coincidencia o fe, o quizá más lo segundo que lo primero.

Pero en el Azuay no solo el Niño de Praga ‘concede favores’ y merece la devoción de los emigrantes en potencia. En el cerro de Turi, un mirador natural y turístico al sur de Cuenca, el Señor de Belén recibe la visita de varios devotos, sobre todo de cañaris que, como parte del culto, dejan exvotos —ofrendas que representan el motivo del pedido: hebras de lana de algún animal, huesos, tierra, piernas y brazos en escala, etc. —.

Una reproducción del Señor de Belén está tallada en piedra en una especie de cueva, cuidada por otras imágenes; la escultura original está al interior de la Iglesia de Turi y es de madera.

Una coincidencia entre estas 2 advocaciones, además de la fe de la gente, es que los santos estan ubicados en cerros que tienen a la ciudad a sus pies y están acompañados por cientos de placas de agradecimiento.

Una tercera devoción especializada en ‘santificar los viajes’, pasa de Cuenca al cantón Guachapala, 70 kilómetros al Este de la capital azuaya. También es un lugar de visitas a otro ‘Santo de migrantes’: El Señor de Andacocha, una diminuta imagen crucificada a la que se reza especialmente en casos de viaje.

Una pequeña cruz con la imagen de un Cristo dentro, en el fondo de una capilla, es el lugar en el que se concentran los creyentes para rezarle. En las afueras de la capilla, los recuerdos del Santo están en forma de estampas, llaveros, pisapapeles, muchos de ellos con banderas de otros países. Pero las placas que dan testimonio de los viajes al exterior con una ‘visa divina’, son las que más destacan.

En Andacocha, el subir al santuario descalzo por un trayecto de más de 2 horas, también era parte del rito, pero desde hace una década el municipio local abrió una vía carrozable que volvió más tolerable el camino cerca del cielo.

Si las estadísticas no se equivocan, la zona del Austro sigue siendo una de las de mayor concentración de emigrantes e inmigrantes. Una lógica que explica el por qué la visa divina al sueño de emigrar tiene varios ‘consulados’ en el Azuay.

DATOS

La época de mayor emigración en Ecuador empezó en 1999, como consecuencia de la crisis económica ocasionada por el feriado bancario.

Entre el año 2005 y noviembre de 2011, desde Estados Unidos han sido deportados 10.760 ecuatorianos, de acuerdo con datos de la Dirección Nacional de Migración.

El culto a las imágenes de santos se remonta a los primeros años del cristianismo, pero toma fuerza en la Edad Media y es, además, una estrategia para tener más adeptos a la religión.

La escultura original del Niño de Praga tenía 48 centímetros. Igual que su réplica, está de pie, con la mano derecha levantada y con la izquierda sostiene un globo. En el caso de la original, el globo es dorado y en la réplica es un globo terráqueo con una cruz sobre él.