Dicen que ‘la fe mueve montañas’, pero los fieles del Señor de Andacocha suben montañas para orar y entregar un agradecimiento a la imagen por los “favores recibidos”.

Todo comienza en el cantón Guachapala, situado en la parte oriental de la provincia del Azuay. Desde este sitio, miles de creyentes ascienden desde las primeras horas a la cumbre, otros prefieren ir en auto porque se ven impedidos de caminar, ya sea por sus dolencias físicas o quizá por la edad.

Existen pendientes muy pronunciadas, pero no hay problema cuando de subir y de agradecer a la imagen se trata. Personas de todas las edades caminan por el sendero conocido también como Camino del Peregrino.

En épocas de lluvia es mucho más complicado porque se forman lodazales que por momentos impiden continuar la caminata.

Sonia Fajardo llegó del Cañar y dijo que todos los años acude a este lugar para mostrar su devoción. “No puedo faltarle a mi Dios, él siempre está conmigo en las buenas y en las malas” manifestó.

El cansancio y la fatiga alcanzan a los devotos más allá de la mitad del trayecto. El intenso sol de la mañana merma aún más las energías de quienes van montaña arriba llevando en brazos a sus hijos o a personas con discapacidades que van en busca de la imagen que no tiene más de 10 centímetros de alto, pero que convoca a miles de creyentes y que hasta no hace mucho, fue considerada como la protectora de los migrantes.

El último tramo es el más complicado, muchos tienen que descansar en los grandes llanos y planicies de la montaña y beber mucha agua o gaseosas para calmar la sed. “Ya estoy cerca y lo que quiero es llegar a la iglesia y rezar mis oraciones a Diosito”, señala María Fajardo, una mujer que llegó desde la ciudad de Azogues para mostrar su devoción. “Mis hijos se fueron al exterior, allá trabajan, le pedí mucho al Señor de Andacocha que les ayude en el viaje y mis súplicas fueron escuchadas”, dijo.

Ya en la iglesia, las personas pugnan por tocar la imagen o estar cerca de ella. Las velas y las flores están por todos lados; mientras, la misa a cargo del padre Rafael Cabrera, se escucha hasta los exteriores, donde están instalados los comerciantes que aprovechan estas fiestas para vender sus productos.

Hace no muchos años, no existía una vía asfaltada y los fieles creían que esa era la mejor penitencia: subir por los senderos en medio del lodo y de las piedras. “Ahora hay la facilidad de subir en carro, quizá está bien para los enfermos y personas de la tercera edad”, dijo Jéssica Barros quien llegó desde el cantón Ponce Enríquez para “agradecer al Señor” por mantenerla con buena salud a ella y a sus familiares. Barros solicitó que los agentes de tránsito controlen la velocidad a la que circulan los vehículos durante la peregrinación.

Tras dejar sus rezos y velas en el santuario —situado en la parte más alta de la montaña—, toca el regreso; muchos lo hacen en carro, pero los más creyentes, como muestra de devoción, utilizan el pequeño camino de vuelta hasta tomar un bus que los lleve a Cuenca o Azogues.

Paulo Cantos, vicealcalde del cantón Guachapala, señala que un promedio de 40 mil a 50 mil personas visitan cada año a la imagen, es por eso que la Municipalidad está empeñada en incentivar el turismo en este sitio, aún faltan los recursos económicos que se buscarán a futuro.

Cantos destacó también la construcción de la vía hasta el santuario, pero dijo que idearán los mecanismos para retener un poco más de tiempo a los visitantes en Andacocha y de esta forma el comercio informal, que es muy alto, también tenga ingresos. (I)