Manejar un bus de transporte urbano en Cuenca no es exclusividad de los hombres. Deysi Díaz sabe de memoria todas las rutas que semanalmente le asignan y conoce también de los problemas que va a encontrar a diario con los usuarios y conductores, con quienes tiene que lidiar para cumplir con los turnos establecidos. “Me siento feliz, sé las obligaciones que tengo”, dice con una sonrisa, tras hacer una parada en la Universidad del Azuay, al sur de Cuenca.

Su padre, en 1997, adquirió un bus y en él comenzó a trabajar como ayudante, cobrando el pasaje a los usuarios. “Fue difícil en ese entonces el trabajo, porque había mucho desorden en la transportación”, dice Daysi, quien viste el uniforme entregado por la Cámara de Transporte de la ciudad.

Durante su tiempo de labor ha tenido muchas experiencias “unas malas y otras buenas” —como ella misma las califica—. Señala que muchos usuarios no respetan las paradas de buses y es allí cuando surgen los inconvenientes. “Yo cierro la puerta delantera para que no salgan por allí, pero llegan los maltratos, hasta me dicen que vaya a la casa a cocinar”, indica esta conductora, la única mujer en esta ciudad que maneja un bus de servicio urbano.

El trato por parte de los usuarios no siempre es bueno —insiste—, “algunos me tratan bien, otros mal, pero así mismo es el trabajo”, se consuela. Deysi tiene 38 años de edad y se considera totalmente adaptada a estos comportamientos que tiene la ciudadanía.

Comenta que al inicio fue un tanto difícil manejar el vehículo, hasta que los usuarios se adaptaron a su trabajo y, sobre todo, tomaron consciencia de que su seguridad estaba en las manos de una dama.

Deysi tiene infinidad anécdotas. Cuenta que un día una pareja de jóvenes se subió al bus en el que trabaja y escuchó que el uno le decía al otro: “no, es hombre”, la otra persona respondía, “no, es una mujer”, al final el joven llegó hasta donde estaba Deysi y le preguntó: “¿le puedo dar un beso?”, con sorpresa ella reaccionó y le dijo: “¿Y por qué?” A lo que el muchacho respondió que había perdido una apuesta con su enamorada.

Con ella no se aplican preferencias, su trabajo es igual al de cualquier hombre que conduce un bus en la ciudad de Cuenca. En el día tiene que manejar los tiempos correctamente para descansar en cada parada y tomar su desayuno o su almuerzo, “es de mucha responsabilidad este trabajo, si me atraso por 2 semáforos, ya no tengo tiempo para el almuerzo, así de simple”, indica.

Para Deysi las llamadas “horas pico” son las más difíciles, es cuando más retrasos se presentan y el usuario no entiende, “hay días en que se presentan movilizaciones, desfiles o competencias atléticas, entonces, cumplir con los horarios se torna muy difícil”, manifestó la conductora, que apresurada mira su reloj y se sube al bus para seguir con su trabajo diario.

Andrea Brito, usuaria dijo sentirse bien al ver que hay mujeres “que sacan la cara por las demás damas” y mucho más cuando tienen un trabajo muy sacrificado.