Las zonas de tolerancia de Cuenca y Azogues generan más de un malestar en los barrios donde se asientan.

En el caso de la capital de la provincia del Azuay hay burdeles que funcionan solo con recursos de amparo constitucional y no con los permisos que debe otorgar la Intendencia. En ambos casos, los vecindarios pugnan porque sean reubicados en otros sectores, pero las autoridades señalan que es una decisión que no se puede tomar “de la noche a la mañana”.

En la capital azuaya, el sitio destinado para prostíbulos y cabarets tiene más de 50 años en el barrio Cayambe.
Juana Tapia recuerda que en esa época aún estaban lejos de la ciudad y a nadie le preocupó sino hasta la actualidad porque la urbe creció.

Esta zona, que tiene más de 2.500 habitantes, está emplazada en la parte noroccidente de la ciudad. 
Muy cerca están escuelas y hasta colegios, así como también un gran supermercado.

El Concejo Cantonal, tras las seis muertes que se han registrado en este año, inició  un plan de regeneración urbana para dar seguridad a los habitantes.

La limpieza de los terrenos baldíos y la construcción de cerramientos por parte de la Municipalidad fueron las primeras medidas. Además se mejoró la iluminación en el barrio y se colocaron cuatro cámaras de vigilancia. Se ha solicitado al Ministerio del Interior para que el Puesto de Auxilio sea cambiado por una moderna Unidad de Policía Comunitaria. Se dispuso también el ordenamiento de vías a cargo de la Municipalidad.

Para el alcalde, Paúl Granda, esta zona tiene un tratamiento urgente “ya que está siendo disputada por bandas de personas de dudosa procedencia”. La Policía está interviniendo en operativos continuos, “al menos ya no son cada seis meses”, dijo Jorge, un morador que no se quiso identificar por temor a alguna represalia.

Según el concejal, Wilson Muñoz, de la comisión de Seguridad, se ha dispuesto también el seguimiento a los siete burdeles que existen en este sitio. “De ellos solo tres tienen los permisos respectivos, el resto solo exhibe un amparo constitucional para no ser cerrados”, dijo. A futuro, según el edil, se necesita una decisión política para cambiar de sitio. “Hay que ir pensando en una reubicación, pero será una cosa no para mañana, ni  pasado mañana”, acotó.

Un riesgo para vecinos

En la capital del Cañar, hay sectores en que los ciudadanos expresan su inconformidad por la reciente instalación de burdeles.

Son tres más un motel los que funcionan en los sectores de San Pedro, Zhullin, Chavay y Bellavista.
Los vecinos aducen que no solo incomoda la mala imagen que causan,  sino el peligro que representan para sus hogares, porque niños y jóvenes para  asistir a los centros educativos deben pasar cerca de estos lugares visitados por gente que bebe y otros de dudosa procedencia, lo que pone en riesgo la integridad física y psicológica de los transeúntes.

Edmundo Castro, habitante de la comunidad de Chavay, asegura que más de una vez se han suscitado accidentes de tránsito.

Estos centros están ubicados en la vía rápida Azogues-Cuenca, que por naturaleza es peligrosa.
Pero la molestia de los habitantes hacia estos negocios creció porque en el Plan de Ordenamiento Territorial  se había considerado la existencia de estos sitios.

Esto despertó la ira de los moradores, que días atrás interrumpieron una sesión de Concejo para expresar su rechazo.

El director de Obras Públicas de la Municipalidad, Pablo Abad,  dijo que no se trata de “prohibir o permitir la construcción de estos centros porque si cumplen con los requisitos correspondientes habrá que dar carta abierta, como lo indica la ordenanza”.