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Se trata de la forma más primitiva y elemental de intercambio

Unidad Educativa de Tulcán promueve el trueque o canje de productos y servicios

En los patios de este plantel educativo, en 4 carpas, un grupo de padres de familia exhibió coches de bebé, ropas, herramientas de trabajo, películas, botas, mascarillas, bicicletas, entre otros artículos.
En los patios de este plantel educativo, en 4 carpas, un grupo de padres de familia exhibió coches de bebé, ropas, herramientas de trabajo, películas, botas, mascarillas, bicicletas, entre otros artículos.
Foto: Carlos Jiménez / El Telégrafo
28 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción Regional Norte

La Unidad Educativa Cristóbal Colón, sede 1, recurrió al trueque, una modalidad de intercambio de productos o servicios, como un medio para mitigar las dificultades económicas que atraviesan los habitantes fronterizos.

Según Mauricio Pinto, presidente del comité de padres de familia de esta institución, el objetivo del trueque es promover el sistema de intercambio de productos que se encuentren en buenas condiciones.

Con esta modalidad los participantes buscan satisfacer necesidades urgentes. El propósito es brindar continuidad al ejercicio del intercambio e invitar a otras personas a sumarse a esta iniciativa.

Luz Tarapuez, madre de familia, dijo que esta feria fue una oportunidad para adquirir ropa de niño a cambio de zapatos en buen estado que ella guardó durante algunos meses. Una idea similar tuvo Janet Guerrón, otra madre de familia, que buscaba juguetes a cambio de una jarra y un florero.

Si los participantes no tenían un objeto para intercambiar, podían hacerlo con servicios, es decir, si una persona requería un objeto como una cuna o una herramienta, podía obtenerla a cambio de realizar una tarea en el hogar de otro familia. En la feria también se destinó un espacio para la venta de comida.

Los padres de familia ofertaron choclos con habas y queso, papas con concho, pollo frito, ensaladas de frutas, chuleta con papas, entre otros platos.

En los patios de la institución educativa, en 4 carpas, otro grupo de padres exhibió productos: coches de bebé, ropa, herramientas, películas, botas, mascarillas, bicicletas, tostadoras, portarretratos, juegos de vasos, jarras, cevicheras, entre otros. Pinto sostiene, además, que el trueque existía antes de que apareciera el dinero. En Ecuador, los habitantes de la Sierra llevaban papas, maíz, habas y otros granos hacia la región Costa. Allí, sus pobladores intercambiaban pescado y sal.

A Edwin Pozo, pintor de brocha gorda, le llamó la atención un terno color marrón que colgaba en una esquina de una carpa. Se acercó a preguntar si estaba disponible y se enteró de que era posible obtenerlo si entrega otro producto a cambio.

Para el pintor la iniciativa resulta positiva, porque todos ‘ganan’. Rith Rosero, empleada privada, dijo que esta modalidad es única, pues permite cambiar algunos objetos que ya no se utilizan y que ocupan espacio en las viviendas por mercancías que sí son necesarias. Duval Zurita, estudiante, destacó la masiva convocatoria que ha tenido el trueque, pese a ser la primera vez que se organiza en un establecimiento educativo.

Pinto espera que otras instituciones educativas también organicen intercambios, porque no solo favorece la participación ciudadana, sino que ayudana las familias a obtener productos sin incurrir en gastos. En otras regiones del país, el trueque es parte de la identidad. Así, por ejemplo, en el cantón Pimampiro, en Imbabura, cada año se realiza el trueque del sol, en el que participan productores agrícolas de la frontera sur colombiana: Carchi, Imbabura, Pichincha y del Oriente.

El trueque es una práctica que existe desde tiempos inmemoriales, ya que el ser humano siempre tuvo la necesidad de cambiar aquellos objetos que poseía en exceso o no necesitaba, por aquellos que realmente deseaba.

El Pimampiro antiguo, al ser un sector de producción masivo de coca, algodón y sal de mina, objetos preciados por los aborígenes, se convirtió en un centro de comercio, donde se aplicaba esta actividad de cambio.

Por este antecedente no hay que dudar de que todavía esta práctica se mantenga hasta la actualidad. Es así que todos los años el viernes y sábado previo al inicio de Semana Santa, miles de productores, comercializadores y consumidores se dan cita en el polideportivo del cantón alrededor de las 19:00.

Esta iniciativa, en realidad, no promueve las diferencias, porque todos llevan algo y se llevan algo; el dinero no existe, aquí rige el tamaño, la calidad y el tipo de producto a cambiar. Los registros históricos dan cuenta de que el trueque fue un sistema mediante el cual la población andina del Tahuantinsuyo intercambiaba entre sí sus productos tanto agrícolas como ganaderos.

En efecto, se trata de la forma más primitiva y elemental de intercambio o canje. Si bien parece que este proceso es fácil, en la práctica resulta más complejo, porque quien desea intercambiar un producto tiene que encontrar a una persona dispuesta a canjearlo con otro de valor equivalente. Por otro lado, es necesario remarcar que este trueque no se efectuaba con el fin de obtener ganancias y acumular riquezas.

En realidad, se trata solo de hacer circular los productos o bienes destinados al consumo con el objeto de satisfacer las necesidades familiares. Las formas que adquirió el trueque andino fueron 2: trueque interecológico (con productos de diferentes pisos ecológicos) y trueque internacional. (I)

El trueque o canje es una práctica que permitió a las personas intercambiar productos que tenían en exceso o no necesitaba. Foto: Carlos Jiménez / El Telégrafo

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