Martín Pescador es una propuesta alternativa de economía propia de los pueblos del manglar. Ubicado en Quito, su objetivo es revalorizar la cultura de los pueblos que habitan en estos ecosistemas.

Bandeja del manglar, encocados, cebiches, cazuelas, biches, son algunos de los platillos que se encuentra en el restaurante del Centro Cultural Martín Pescador. Ahí, las recetas ancestrales de cada una de las poblaciones ubicadas en los manglares forman parte del menú.

Aunque uno de los objetivos del Centro es que los capitalinos prueben el auténtico sabor de la cocina costeña, su principal meta es que, a través de Quito, el Ecuador entero conozca la situación actual de las comunidades del manglar. De ahí que la apertura del lugar en la capital, hace 5 años, no fue casualidad.

Líder Góngora, encargado del Centro Cultural, explica que Martín Pescador fue una iniciativa de las cerca de 80 organizaciones que conforman la Corporación Coordinadora Nacional para la Defensa del Ecosistema Manglar Ecuador. A ella pertenecen recolectores y pescadores artesanales; alrededor del 60% son organizaciones de mujeres concheras, cangrejeras y pescadoras. Las organizaciones que se articulan a la Corporación, de acuerdo con Marianeli Torres, coordinadora de la entidad, la conforman alrededor de 2.400 familias. “Según proyecciones del censo 2010, hay más de un millón de personas viviendo del manglar”, señala Torres.

Góngora explica que la soberanía alimentaria de las poblaciones cercanas radica en el manglar, pues ese ecosistema es el hábitat de varias especies como conchas y cangrejos. Recuerda que hace varios años los manglares sumaban 362 mil hectáreas a escala nacional, pero con la llegada de la industria del camarón, alrededor de los años sesenta, asegura, talaron estas zonas y se construyeron piscinas camaroneras. Según Góngora, actualmente existen alrededor de 180 mil ha de manglar.

“A través de nuestras recetas y de nuestra gente podemos transmitir a la capital y al país lo que está sucediendo en los manglares”, dice Góngora.

En los cuadros que adornan las paredes del Centro Cultural se observa el trabajo diario de los recolectores en los manglares. Además, imágenes de cómo este ecosistema es destruido. Asimismo, mientras los comensales disfrutan la gastronomía de los pueblos del manglar, reciben charlas de las 8 personas que trabajan ahí, todos oriundos de alguna comunidad de la Costa.

Para preparar los platillos se deben cumplir ciertas condiciones. La primera, y más importante, es respetar la receta de la abuela; y para lograr el sabor ancestral del platillo, utilizar los productos propios del manglar. Con el objetivo de fortalecer la economía local, cada organización vende sus productos a Martín Pescador.

“Es el mismo sabor de los platillos de la Costa pero en la capital, y en ocasiones es mejor, porque tiene el agregado del amor, el cariño y una lucha por mostrar nuestra comida y nuestra realidad. Podemos decir de dónde vienen las conchas para el cebiche, que la compañera trabaja actualmente más horas para recolectar, antes recogían mil en 4 horas, ahora en ese tiempo recoge cien”, dice Góngora.

El Centro Cultural busca principalmente sensibilizar a los consumidores, que conozcan la realidad de los productos que consumen. “Los pueblos del manglar podemos resistir, conservar, vigilar y recuperar, pero si no hay una corresponsabilidad de quien consume, que tenga conciencia de lo que está pasando, que haga un consumo responsable y exija unas políticas al Estado para que se conserve ese territorio, entonces estamos en una balanza desigual, no vamos a poder solos”, comenta Torres. (I)