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El Telégrafo
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Pocos conocen el trabajo científico realizado en Carchi y Paita, en Perú

La segunda misión geodésica visitó Carchi

En el cementerio de Tulcán reposan los restos de 2 científicos que fallecieron mientras realizaban sus estudios. Foto: Carlos Jiménez / El Telégrafo
En el cementerio de Tulcán reposan los restos de 2 científicos que fallecieron mientras realizaban sus estudios. Foto: Carlos Jiménez / El Telégrafo
09 de agosto de 2015 - 00:00 - Carlos Jiménez

Tras más de 200 años de la llegada de los científicos franceses de la Primera Misión Geodésica, una segunda misión de académicos de la misma nacionalidad visitó nuevamente Ecuador a inicios de 1900.

Tenían el firme propósito de ampliar y mejorar las mediciones que realizaron sus antecesores en el siglo XVIII.

Durante la primera Misión se destacaron personajes como La Condamine, Bouguer, Godin, Jorge Juan, Antonio Ulloa y otros; en la segunda Misión, científicos como Perrier, Rivet, Giacometti y compañía, harían lo propio, con la diferencia de que sus trabajos los efectuaron en Carchi y Paita (Perú) en menor tiempo, en lugar de tomarles 10 años como le sucedió al equipo de La Condamine.

Durante 3 años, en Tulcán, los nuevos científicos ejecutaron mediciones y establecieron pirámides o bases geodésicas, además de señales o hitos geodésicos, que servirían como puntos referenciales para levantamientos astronómicos, topográficos, cartográficos y otros, estos trabajos mejoraron la red de triangulaciones que ya se había establecido con anterioridad.

Una visión de lo que pasó en esa época, es recogida en la Monografía de Tulcán (1929) del tulcaneño Alejandro R. Mera, que detalló los aspectos de la expedición.

Bases y miras geodésicas

En el cantón Montúfar 2 bases geodésicas sirvieron como punto de partida a las futuras observaciones dentro de la red de triangulación a lo largo del país.

Estas 2 bases fueron levantadas entre 1901 y 1902. La primera base se halla ubicada a la altura del coliseo de la ciudad de San Gabriel, en (calles Galápagos y Humberto Aristizabal), al sur de la urbe, cuya estructura está dentro de un predio cerrado que pertenece a la municipalidad.

Mientras que la segunda pirámide se encuentra en el sector de Canchaguano, en medio de un cultivo privado de papa y trigo, las personas del lugar la identifican como ‘la mira’, llama la atención el color naranja con el que fue pintada, que la hace visible desde una distancia considerable.

Mientras que en Tulcán se colocaron 7 miras geodésicas: Angasmayo, La Rinconada, Troya, Machines, Mirador y El Pelado; solo es posible ubicar las miras de Tulcán, Troya y Angasmayo, el resto se hallaría en lugares de difícil acceso, además, el desconocimiento de estas por parte de la colectividad, dificulta su ubicación.

De las 3 miras encontradas, la de Troya se halla ubicada al interior de un complejo de antenas de transmisión de radio, televisión y comunicaciones, este lugar es fronterizo con Colombia.

La mira de Tulcán se halla en mal estado, cubierta de escombros y vegetación, al interior de lo que actualmente se conoce como ‘los tanques de agua’, una zona privada a cargo de la Empresa Pública Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Tulcán (Epmapa-T).

El hito de Angasmayo se ubica a 1 kilómetro del caserío rural de María Magdalena, al norte de la urbe y limítrofe con Colombia, testigos afirman que hace 20 años existió dicha construcción, pero que fue derribada por el propietario del terreno donde se erigía.

Según Raymundo Gordón, morador, esta mira fue construida con piedra y ladrillo y estaba asentada en una base de 1 m x 1 m de lado, tenía 1,5 m de altura y terminaba en una punta piramidal.

“Cuando compré el terreno la pirámide ya no existía, el anterior dueño, al trabajar el terreno con tractor, hallaba ladrillo y piedras, decían que era prohibido destruirla pero nadie dijo nada, porque no se sabía; solo los adultos mayores se acuerdan de la pirámide, cuando era niño jugaba con mis amigos y se la distinguía de todos lados” recordó Gordón.

Algo que no se puede dejar de lado es la existencia de un nicho donde al parecer reposan los restos de 2 académicos que fallecieron en Tulcán durante los 2 primeros años del trabajo científico.

En el actual camposanto, los restos reposan en una especie de pirámide plana que sobrepasa los 3 metros de altura. Además, posee una lápida de mármol donde constan los nombres de Polidori Espinosi, muerto en abril de 1900 y Charles Roussel, muerto en mayo de 1902.

Ellos realizaron, en 1900, las mediciones de la línea ecuatorial. Muchos estudiantes de los planteles educativos de esta ciudad conocen de la existencia de este nicho, gracias a las visitas académicas.

De acuerdo con la monografía de Mera, Perrier escribió en 1904: “al momento de separarnos, tal vez para siempre, de ésta provincia, permita (…) señor Gobernador, encomendar al cuidado de Ud., y de los vecinos de Tulcán, las dos bóvedas donde descansan en el panteón de Tulcán los restos mortales del sargento mayor Spinosi, adjunto a nuestra Comisión en el año de 1899 y de nuestro compañero Roussel muerto en Troya en 1902” (sic). (F)

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