Los espacios de socialización de la cultura afroecuatoriana cada vez cobran más fuerza, tanto por su contenido cultural como por el aporte social que hacen.

Son muchos los hombres y mujeres que hoy se sienten identificados con su música, danza, leyendas, tradiciones y creencias.

En el Ecuador, los afros se encuentran en 2 asentamientos tradicionales: en la Sierra, en las provincias de Imbabura y Carchi; y en la Costa, en Esmeraldas.

Conocer un poco más sobre los saberes del pueblo afroecuatoriano y conseguir una aproximación al espíritu que anima la música y el canto en las comunidades afros es una tarea que el maestro Lindberg Valencia, promotor cultural y músico, ha trabajado a lo largo de más de 20 años, junto con músicos ecuatorianos como María Tejada, Carlos Grijalva, Hugo Hidrovo, Margarita Lasso, Pablo Valarezo, Rosa Huila, Petita Palma y Papá Roncón.

“Lo que pusimos es lo que nos dio Esmeraldas como terruño, como identidad musical, defendiendo nuestros derechos y participación”.

En el Centro Cultural Itchimbía (Quito), a cargo del taller de música afroecuatoriana, Valencia dicta clases de marimba, conga y timbal. “Hacemos talleres de música, asesoramos en la producción de canciones que hablen sobre los derechos de los jóvenes, adultos, mujeres y niños”. Este esmeraldeño ha utilizado el arte para rescatar los derechos de los afrodescendientes en los procesos políticos de sus comunidades.

“Transmitimos conocimientos ancestrales, vamos a las comunidades de Esmeraldas a dictar talleres de música y damos asesoramiento en la producción de canciones”. Recalca, además, que luchan contra de las políticas globalizadoras que irrumpen con violencia en la mente de los afrodescendientes obligándolos a adoptar formas de comportamiento, valores y costumbres, completamente distintos a sus orígenes.

Una de las expresiones culturales en la que se evidencian más las raíces africanas de la población negra en el país, es la música.

Un ejemplo de ello es la marimba, ritmo tradicional afroesmeraldeño que se construyó sobre instrumentos como el guasá, las maracas, el bombo, el cununo, la charrasca, entre otros.

La marimba, debido a su importancia, fue declarada Patrimonio Intangible en enero de 2003 por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador, su uso se extiende desde Esmeraldas hasta Colombia, en la costa del Pacífico, tomando las formas de cada localidad.

Los cantos que acompañan a esta melodía provienen de la poesía que refleja su cotidianidad, lucha y reivindicaciones.

Según Kevin Santos, músico y educador esmeraldeño, los afroecuatorianos son herederos de una cultura rica en tradiciones y son depositarios de saberes colectivos que se deben trasmitir a otras generaciones. “Ritmos como el andarele, con base en la marimba y el canto, con estilo ‘bambuquiado’; arrullos que se refieren al niño Dios, las Vírgenes y los santos con textos que recurren poéticamente a la décima o al amorfino; chigualos que son cantos religiosos a los niños muertos; los alabaos que son cantos tristes y lentos”. A sus 22 años, ya es director musical del Grupo Ochum, integrante del conjunto Melanina y cantautor, crea composiciones propias y revaloriza la cultura afroecuatoriana con varias fusiones y ritmos.

Santos asistió desde niño a los talleres de Rosa Mosquera y Lindberg Valencia, en los que aprendió percusión y marimba. Ha estado en escenarios y presentaciones desde muy corta edad. La educación del maestro Lindberg era por la tradición oral, aportando a varias a organizaciones y jóvenes que ahora son grandes músicos. “Siempre nos decía que lo que aprendiéramos, mañana teníamos que transmitirlo. Ahora yo hago el mismo trabajo que hacía Lindberg, enseño a niños de 8 años, mezclando sonoridades, timbres y armonías afroecuatorianas”.

Son muchos los hombres y mujeres del pueblo afroesmeraldeño que hoy se resisten a ser identificados solo con la música y el baile de la marimba, ya que son un pueblo histórica y culturalmente diferente que tiene muchos saberes guardados en la memoria colectiva de sus comunidades.

“Nos sentimos orgullosos de la tierra que venimos. Con el compromiso de ser esmeraldeños, porque tenemos que regresar lo que recibimos de nuestra tierra, generando consciencia en los jóvenes, e incentivándolos a conocer su tierra, cultura y tradición musical”, indicó Valencia.

Rescatar la danza, música e instrumentos musicales es primordial, pero también lo es el fortalecer y consolidar una red cultural afroecuatoriana que integre a literatos, poetas, danzarines, músicos, entre otros. “Luchamos por los derechos y procesos de apoyo de diálogo intercultural de nuestro pueblo, visualizando la herencia cultural africana y revalorizando el arte y la literatura como armas de liberación y recuperación cultural afro”, comentó Kevin Santos.

Por esta razón, se han conformado distintos proyectos de investigación musicológica en el país, uno de ellos es el Grupo Ubuntú, creado en 2013, a cargo del maestro Lindberg Valencia, junto con Carina Acosta (cantora), Edita Méndez (cantora), Daniel Espinosa (marimba), Kevin Santos (marimba), David Valencia (bajo eléctrico), Santiago Espinosa (congas), Aldrik Santos (bombo), Xavier Sulca (bongo), Iván Acosta (saxo) y la maestra Jesús García.

Ellos, a través de la música afroecuatoriana, fusionan sonidos contemporáneos con instrumentos como la guitarra eléctrica, el bajo eléctrico y la batería.

“El grupo nos ha permitido hacer investigación, producción y difusión musical, ya que somos un equipo multidisciplinario. Enfocándonos en la investigación musicológica y creando un método de enseñanza de marimba”, señaló Valencia. La música para los afroecuatorianos es vida, es conservación, es una de las manifestaciones que mantiene su identidad. (I) (Intercultural)