María Paulina Landázuri Bastidas es una profesora jubilada, originaria del cantón Montúfar, que lleva la docencia en la sangre.

Se jubiló en 2009, 55 años de su vida los dedicó a la enseñanza, sobre todo a iniciativas de centros educativos.

A sus 79 años de edad, recuerda claramente que un 5 de octubre de 1955 ingresó al Magisterio Ecuatoriano, su primer trabajo lo desarrolló en el caserío El Manzanal, una zona rural de la parroquia Monte Olivo, que antaño pertenecía a Bolívar; era demasiado lejos llegar al sitio así que tuvo que viajar a caballo por más de 6 horas.

“Ahí me di cuenta de que tenía vocación de maestra, no es nomas de decir ‘soy maestra’”, sostiene. Relata que a base de mingas, los moradores lograron construir una escuela; las bancas y pupitres fueron hechos de troncos.

Trabajaba en 2 jornadas, al notar que la mayoría de habitantes era analfabeta, decidió emprender en la escuela para padres con el afán de alfabetizar a los adultos. “En el sector no habían visto a un profesor en más de una década”.

Del primer sueldo de 60 sucres, compró una lámpara de aceite conocida como petromax que usó para iluminar el aula e impartir educación, “así como sufrí por el clima e incomodidades, fui la primera maestra que gozó del aprecio de los habitantes”.

Reseña que al igual que con la escuela, una carretera fue construida gracias a las manos de la comunidad.

Su memoria es tan vasta como un libro. Recuerda su paso por poblados como Tuquer, La Delicia y otros donde aparte de enseñar también colaboró con el adecentamiento de los establecimientos casi arruinados.

En 1986 participó en elecciones al consejo municipal de Montúfar por la Izquierda Democrática (ID), fue la primera mujer en obtener la dignidad de concejal y también en ser nombrada vicepresidenta municipal.

Este tipo de cargos le permitieron conseguir apoyo para abrir un jardín, ubicado a pocas cuadras del centro de la ciudad de San Gabriel. “’Si otros se llenan los bolsillos económicamente, yo voy a sacar tajada culturalmente’, pensé”. Recuerda al tiempo que reseña que le gusta ayudar a las clases sociales desprotegidas.

Fue la primera gestora para la creación de una guardería municipal, que funcionó donde actualmente se erige el Centro de Movilidad, a un lado de la Panamericana, el cual fue dotado de materiales e insumos para su funcionamiento.

Sin embargo, la siguiente administración municipal de ese entonces la decepcionó al no darle continuidad a la guardería que culminó en su cierre porque, según dijo, pensaron que no era lucrativo, “yo no lo hice con el interés de que haya economía para el municipio, sino que se trabaje por el bienestar de las madres”.

Recuerda que observó con tristeza los colchones botados y podridos; con una volqueta logró rescatar sillas y mesas que posteriormente le servirían para iniciar el Centro de Rehabilitación Luz y Vida, para personas con discapacidad, que inició en un espacio del hospital local, “yo pedía unos tarros de pintura, aldabas e hice una gran minga donde todos colaboraron”.

Luego, en 2011 sufriría otra decepción, el jardín que abrió fue cerrado debido a la reforma educativa de sectorización, los utensilios que eran para el desayuno escolar desaparecieron con el cierre, al igual que el material didáctico. Aquí ejerció durante 34 años, 2 años como docente y el resto como directora.

En 2001 fue nombrada maestra insigne de la provincia del Carchi, “no me jacto de sabia u orgullosa, pero sí que he cumplido mi deber como maestra”. Actualmente pertenece al Club de Leones, del cual es presidenta de las damas.

“La docencia es mi vida, con los niños unos se revive y se contagia, la maestra que quiere ser maestra tiene que vivir en el lugar donde trabaja”, señala. (I)