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Helados que recrean la tradición ancestral de los pueblos

Los helados de paila utilizan productos frescos y se caracterizan porque no usan saborizantes ni conservantes.
Los helados de paila utilizan productos frescos y se caracterizan porque no usan saborizantes ni conservantes.
Foto: cortesía / Juan Carlos Morales
10 de enero de 2016 - 00:00 - Ruth Melo

En el Ecuador existe una gran diversidad de helados artesanales elaborados a base de leche, agua o crema, que son el deleite de paladares exigentes. Aunque las preparaciones varían, desde la elaboración en paila, hasta los métodos industrializados, en nuestro país los preferidos son los helados artesanales de paila, tanto por su variedad de sabores como por su elaboración a base de productos naturales.  

Saborear helados de naranjilla, mora, guanábana, piña, tomate de árbol y 15 sabores más, es posible en la heladería Rosinelda, ubicada en el sector Yacucalle en la ciudad de Ibarra (Imbabura). Estos tradicionales helados se elaboran a base de frutas naturales, lo que garantiza una excelente calidad y buen sabor. Además, son un alimento que aporta azúcares, proteínas, grasas, minerales (como el calcio, fósforo y magnesio) y calorías.

En el inicio, hace aproximadamente 35 años, Rosa Andrade decidió realizar helados para venderlos desde su hogar. Con un solo refrigerador empezó la elaboración. Según esta madre de familia, cada fruta tiene su tratamiento especial; en su negocio cuenta con helados de guanábana de San Lorenzo (Esmeraldas), taxo blanco de la ciudad de Ambato, naranjilla de Intag (Cotacachi), entre otros.

“Cuando iniciamos era difícil conseguir el hielo, pero cuando ya lo teníamos, lo colocábamos debajo de una paila de bronce, vertíamos la pulpa de la fruta con el azúcar y mezclábamos con una cuchara de madera, haciendo girar la paila, por 20 minutos. Cuando la preparación empezaba a tomar consistencia, se la servía”, mencionó Andrade.

En la actualidad esta empresaria, cuenta con un local donde no solo distribuye helados de paila, sino también mezcla fruta y diferentes postres con helado. Los más solicitados, especialmente los fines de semana, cuando familias enteras llegan hasta este negocio, son los helados de naranja, de tomate de árbol, de limón, de uvilla, de crema de mora con naranjilla y de chocolate con fresa.

Una historia que perdura en el tiempo

En la primera mitad del siglo XVIII llegó a la Villa de San Miguel de Ibarra un cura que aprendió los secretos del Nuevo Mundo. Venía de Italia y se llamaba Mario Cicala, de la orden de los jesuitas. En sus crónicas describe a una ciudad de clima primaveral donde florecían los olivares y viñedos. Se preocupó también de los dulces que se elaboraban con una delicadeza exquisita. Fue el preámbulo para entender el paladar de los ibarreños, afecto a los manjares.

Según el historiador Amílcar Tapia, los helados de paila, hasta entrado el siglo XX, se elaboraban con hielo de los montes Imbabura o Cayambe, que se traía envuelto en paja y sal, para conservarlo.

El historiador, literato y músico popular Juan Carlos Morales comenta que en la ciudad de Ibarra es conocido que doña Rosalía Rosales de Suárez divulgó la producción de los helados hasta hacerlos populares, al punto que los establecimientos de sus descendientes han mantenido su decoración: afiches que promocionan el turismo ecuatoriano y —para los curiosos— los heladores frente a enormes pailas que son batidas con frenesí.

“Debido a las leyes físicas, el movimiento permite helar este manjar que tiene un secreto: las mejores frutas, como guanábana, mora, ovo, entre otras”, comentó Morales.

Los tradicionales helados se encuentran en la calle Oviedo y Olmedo, pero también hay modernos locales frente al parque Víctor Manuel Peñaherrera, conocido también como de La Merced. (I)

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