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El chiquillazo, un plato tradicional de Otavalo

En muchas regiones del país el mote pillo también se acompaña con el clásico chicharrón. FOTO:  Puce Ibarra
En muchas regiones del país el mote pillo también se acompaña con el clásico chicharrón. FOTO: Puce Ibarra
14 de junio de 2015 - 00:00

Rosa María Morales, de 35 años, es reconocida por la preparación del famoso chiquillazo.
Oriunda de San Roque, en el cantón Antonio Ante, Rosa supo explotar su capacidad culinaria y abrió un local para comercializar este plato. Durante muchos años, pasó largas horas al día hilando telares, experiencia que le sirvió para entender que el esfuerzo conduce al éxito. Poco tiempo después dejó esta actividad para dedicarse a preparar el choclo mote.

Su primer puesto de trabajo estaba ubicado en la Iglesia El Jordán, donde nació la idea de mejorar su negocio. En ese entonces, cada plato costaba tan solo 2 reales, cuando la moneda ecuatoriana era el sucre.

En aquella época Rosa tenía solo 40 años y fue ganándose, poco a poco, la plaza de trabajo.
Bajo la dirección y consejos de su padre, Pedro Morales, se dio a conocer como la vendedora del choclo mote más exquisito de Imbabura. Actualmente tiene un local en la Plaza de Ponchos. A las 05:30 comienza con sus labores.

Se traslada a la ciudad de Ibarra para comprar los productos para el menú. Los granos se cocinan durante varias horas y adquieren un sabor único.

Ahora la llaman ‘chiquilla’, porque su padre le enseñó a ganarse a la gente, diciendo: “Mote, chiquillo”, “Mote, señorita”, etc.

Mientras cocina las habas, cuenta sobre el premio que recibió en reconocimiento por sus años de labor gastronómica. Esto ocurrió en 2013, durante la Alcaldía de Mario Conejo. En ese entonces convocaron a varios personajes de Otavalo y Rosa estaba entre ellos, a pesar de no ser oriunda de este cantón.

En su hogar exhibe sus reconocimientos. El tiempo pasa y la hora de partir hacia la tradicional Plaza de Ponchos se acerca.

Diego Montalvo, propietario de la camioneta que traslada a Rosa María Morales hacia la Plaza de los Ponchos, admira el trabajo de esta mujer. Se confiesa como su más fiel servidor. De hecho, trabaja para ella desde hace más de 7 años. 

Con la luz de la luna, y el frío estremecedor, la ‘chiquilla’ y su compañero de hogar salen de su morada, ansiosos por empezar una nueva jornada de trabajo.

Son las 19:25 y la presión del tiempo los pone nerviosos. Al llegar, rápidamente desembarcan los productoras y Alfonso Montalvo arma la carpa; mientras, Rosa María atiende a sus clientes.

El espacio de venta es reducido: tiene una extensión de apenas 2,5 m². El menú ya es conocido, (choclo, mote o choclomote y queso como complemento).

Las porciones cuestan $ 0,75 y     $ 1,00, precios asequibles para todos los bolsillos.
Muchos son los clientes que acuden a su local. Ella también ofrece la ‘yapa’, una segunda porción sin costo alguno.

Varios personajes públicos como el gobernador de Imbabura y varios políticos se dan cita en este lugar, no solo por la sazón, sino también porque es el punto de encuentro de los habitantes de Otavalo.

Rosa también incentivó a sus familiares a realizar las conocidas papas revolcadas o papas con baserola, papas fritas con achiote en una paila con arroz y huevo frito, ubicadas junto a ella, desde sus inicios en esta plaza.

Rosa Córdova, su sobrina, está cerca del puesto de su tía. Después de cada jornada de trabajo termina exhausta.

El cansancio no siempre le permite acudir a reuniones de la Asociación Gastronómica El buen sabor. Así que ha preferido concentrar su tiempo en la preparación de este plato que también tiene mucha acogida en otros cantones de la provincia de Imbabura y dejar las reuniones en un segundo plano.

La mayoría de clientes que acuden a su local comentan que siempre regresan con nuevos comensales para degustar la sazón de Rosa.

La distancia no importa para satisfacer a los más exigentes paladares. Ella reconoce a sus clientes, conoce a algunos desde que eran niños, pues ella los vio crecer.

Rosa María defiende la cultura de Otavalo, se siente a gusto con lo que hace y no ha pensado en dejar de preparar este tradicional alimento.

Su objetivo es terminar su ciclo de vida desempeñándose como la mejor vendedora y más reconocida del famoso chiquillazo de la provincia de Imbabura.

Las personas que la conocen admiran su don de gentes, pero, sobre todo, su perseverancia y sus ganas de salir adelante con este plato que ya es un emblema de Otavalo y de toda la provincia. (I)

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