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Esta festividad constituye el inicio del año nuevo indígena

Carchi celebró por segunda vez el Inti Raymi

Esta es una fiesta espiritual y de renovación marcada por una enorme riqueza simbólica. Foto: Carlos Jiménez / El Telégrafo
Esta es una fiesta espiritual y de renovación marcada por una enorme riqueza simbólica. Foto: Carlos Jiménez / El Telégrafo
21 de junio de 2015 - 00:00 - Carlos Jiménez

Por segundo año consecutivo, en la provincia del Carchi, en el norte del callejón interandino, se vivió la fiesta del Inti Raymi.

Aunque esta no es una festividad propia de la localidad, se llevó a cabo gracias a la iniciativa cultural de la comunidad indígena que reside en la centinela norteña desde hace varios años.

Para Manuel Sánchez, prioste, la comunidad realiza esta festividad para agradecer la cordialidad que han recibido de los habitantes de la provincia del Carchi.

“Sentimos el amor y la acogida de parte de los carchenses y por eso hemos querido realizar esta festividad y compartirla con nuestra chicha como néctar del maíz, las frutas y la música”, sostuvo Sánchez.

Cerca de 2 mil personas provenientes de Imbabura, Chimborazo y Cotopaxi, forman parte de la comunidad indígena, la mayoría se dedica a las actividades de comercio.

Según Sánchez, en años anteriores viajaban a sus territorios para celebrar la fiesta andina, pero hace un año decidieron implementarla en Carchi como una manera de compartir alegría y su cosmovisión.

Tal fue la aceptación que tuvo esta festividad en 2014, que este año decidieron repetir la Fiesta del Sol. Sus organizadores no escatimaron esfuerzos para conseguir el apoyo municipal.

Entre las actividades realizadas, visitaron a las autoridades seccionales de la provincia, tanto al prefecto del Carchi, Guillermo Herrera, como al burgomaestre tulcaneño Julio Robles, a quienes entregaron un Aya-Huma (de dos caras) y una llamativa cosecha de frutas para que sean parte activa de la fiesta.

El Aya-Huma es un personaje cuyo traje cubre el cuerpo entero; sobresalen el zamarro y la máscara de 2 caras.

Esta festividad tradicional se realizó al norte de Tulcán, en el sector de Cepia, donde, al son de guitarra y rondines, los participantes presentaron los llamados medianos (presentes y castillos).

A las 14:00 se desarrolló el baño ritual en el sector de los Tres Chorros, al oeste de la vía que conduce de Tulcán a Tufiño.

Unas horas después dieron paso a la zapateada —danza— que tuvo lugar en las principales calles de la ciudad.

Al final, más de 2 mil personas entre indígenas y mestizos, cerraron las actividades que forman parte de la fiesta. Esto ocurrió en el sector del Quillasinga, en el centro-oeste, donde los asistentes compartieron algunos productos, como mote, papas, frutas y chicha de maíz.

Guillermo Herrera, Prefecto del Carchi, destacó la integración y las iniciativas provenientes de las comunidades indígenas, porque promueven el desarrollo de la provincia. Al mismo tiempo, recalcó el esfuerzo por recuperar sus tradiciones para futuras generaciones.

“El año pasado hubo una gran acogida por parte de nuestra población y nuevamente apoyamos esta iniciativa por la cultura con alegría y fiesta”, acotó.

Según Álvaro Mantilla, activista cultural de la provincia, este tipo de eventos de índole cultural deben ser valorados por los tulcaneños.

“Esta fiesta andina sirvió para renovarnos y hacer una catarsis (purificación o limpieza) y empezar de nuevo. Los indígenas que residen en la ciudad nos abrieron sus brazos para conocer su cultura y enriquecernos”, manifestó Mantilla.

Una de las participantes más activas fue Elsa Ruiz, oriunda de Otavalo, quien señaló que la fiesta se organizó para todos los habitantes de la provincia y los visitantes.

Cecilia Ruiz, quien vive 25 años en Tulcán, considera que gracias a estas iniciativas se mantiene viva la tradición. De esa manera —acotó— nuestros hijos y los hijos de ellos sabrán valorarla.

Entre tanto, Melva Cadena, viceprefecta de la provincia del Carchi, indicó que uno de los objetivos es fortalecer esta identidad, porque en nuestra provincia confluyen varias culturas y “es necesario que se conozca un poco más de las fiestas tradicionales como es Inti Raymi”.

El Inti Raymi viene del kichwa y significa “fiesta del sol”, es una ceremonia incaica y andina celebrada en honor de Inti (el padre sol) y de las cosechas, que se realiza entre el 21 y 24 de junio.

Hoy se considera una ceremonia andina recordatoria. Al tratarse de una tradición inca, el Inti Raymi se mantiene como un rito para muchas otras comunidades indígenas de legado incásico, algunas de las cuales están asentadas en otras partes del antiguo territorio inca. (F)

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