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Portoviejo, una ciudad con dos historias

Portoviejo, una ciudad con dos historias
15 de marzo de 2015 - 00:00

Por: Centro Cívico Ciudad Alfaro

San Gregorio de Portoviejo, Ciudad antigua, capital de la provincia de Manabí, abraza dos visiones sobre su historia y fundación: la primera es la versión amparada por una visión colonialista, la misma que difunde un relato reducido sobre los hechos de los conquistadores en el área llamada entonces Puerto Viejo, silencia los intereses y la geopolítica de los españoles, engrandece sus travesías, y sobre todo invisibiliza a las sociedades originarias. Esta visión, repetida a lo largo de los años, consagra la idea de una Ciudad española que surge de la nada y por acción de la zaga española, quienes traerían la civilización superior, a las tierras de la “behetrías”.

La otra historia, aún en desarrollo, busca además de confirmar los hechos, a partir de evidencias arqueológicas y evidencias documentales, conocer cuál era la complejidad y diversidad cultural de las sociedades originarias asentadas en la zona del área central de lo que hoy es la provincia de Manabí, que según Jerez, era conocida con el nombre de Cancebí. Por otra parte, cuáles fueron las estrategias de articulación y resistencia ante la presencia de los invasores españoles. Así mismo, cuál era el proyecto geopolítico y económico de las empresas conquistadoras, y qué rol jugaría la Ciudad de Puerto Viejo, que fundarían poco después de su llegada.

Sociedades originarias de Cancebí

De acuerdo a investigaciones etnohistóricas, poco antes de la invasión española, la zona de lo que hoy se conoce como provincia de Manabí, estaba ocupada por una serie de pueblos, lo que indica que una de las características de la región era la dispersión territorial. Cada pueblo cumplía con determinadas tareas productivas y tenía una autoridad, a la cual de manera convencional se reconoce con el nombre de cacique. Los asentamientos y sus caciques estaban articulados a un sistema político mayor, coordinado o tal vez gobernado por otra autoridad superior, la misma que hoy se designa con el nombre de “Señor Principal”. El sofisticado sistema económico y político estaba sustentado en una base material, que a su vez funcionaba debido a que existía un acumulado de conocimientos y técnicas para el manejo de enfermedades, para la productividad agrícola, el manejo del agua, la navegación y la circulación de información.

De acuerdo a la historiadora Tatiana Hidrovo, el sistema económico y político de los pueblos de Cancebí – área central de lo que hoy es Manabí – estaba articulado por un referente ideológico, la “Diosa” Umiña. La Esmeralda sagrada, recibía donaciones de esmeraldas menores, para hacer curaciones de salud. Las esmeraldas menores eran un bien escaso traído desde el norte. Todo ello indicaba que las esmeraldas eran a la vez un símbolo, un elemento sagrado y un bien de intercambio, tipo moneda. Miles de esmeraldas acopiadas en los templos de Cancebí, eran después llevadas al área de Perú, de donde se traían otros productos.

La arqueología, por medio del proyecto Hojas – Jaboncillo, que desarrolla el Gobierno Nacional a través del Centro Cívico Ciudad Alfaro, está probando de manera progresiva la hipótesis de que en los cerros Hojas y Jaboncillo estuvo asentada la ciudad más grande de la zona de Cancebí, la misma que sería el centro político coordinador del gran Estado del pueblo manteño, que cubría desde lo que hoy es Puná hasta cerca de Jama. Se discute todavía si había una separación política y cultural entre los manteños del norte y del sur, llamados Huancavilcas.

La ciudad principal del señorío de Cancebí se levantaba en las faldas de los cerros Hojas y Jaboncillo, lugar desde el cual hoy se puede divisar la ciudad de Portoviejo; la razón para asentar sus viviendas y construcciones más importantes en esta área no es accidental, pues los manteños conocían las condiciones climáticas del área y sabían que los cerros eran sitios ideales para la recolección y el almacenamiento de agua pura y para la práctica agrícola, de tal manera que se puedían desarrollar asentamientos humanos y realizar nuevas formas de trabajo, tales como la alfarería, el tallado en piedra, la textilería, el comercio, entre otras.

El arqueólogo Oswaldo Tobar señala que la ciudad de Hojas Jaboncillo donde se encuentra los asientos manteños estaban unidos por una gran red de caminos que articulaban las zonas de producción y las “ciudades”. Este sistema era la base geográfica del Estado manteño que había creado incluso un valor moneda pan andino, basado en la concha spondylus.

La sofisticación de la tecnología manteña en el mar también es reconocida por los españoles en la época de la colonia; una crónica denominada de Sámano – Xérez, escrita en el siglo XVI, narró el hallazgo de una embarcación manteña que navegaba en alta mar. “La existencia de una embarcación con una técnica tan compleja y con gran capacidad de carga demostraba que en el lugar existían sociedades muy bien organizadas, con niveles importantes de conocimiento, que interactuaban a través del intercambio de productos… el primer encuentro de los españoles, quienes iban en un bergantín y la balsa manteña, se produjo a principios de octubre de 1526 (nueve años antes de la fundación oficial de Portoviejo por parte de los españoles)”.

El relato de Sámano – Xérez indica que “el navío tenía cabida de hasta 30 toneles, elaborado de cañas gruesas como postes, amarradas entre sí con sogas de ‘enequen’… la embarcación traía mástiles y antenas de madera fina donde estaban colocadas velas de algodón elaboradas de muy buena tela”. Antonio de Ulloa y Jorge Juan, en el siglo XVIII, argumentaron que la balsa manteña era “mucho más eficiente que el navío español… tiene la ventaja de que para la navegación usan un método distinto al timón para guiar su curso, permitiéndoles hacer virajes de forma más eficiente en las difíciles corrientes del Pacífico”.

Poco tiempo antes de la llegada de los españoles, las sociedades de Cancebí enfrentaban varios problemas: los Incas, con quienes tenían relaciones económicas, ahora intentaban penetrar políticamente a la región. Sobre este proceso en realidad hace falta investigar más. Si eso hubiera sido cierto, muchos manteños estaban enfrentando una situación de guerra. Por otra parte, la viruela había llegado a la zona antes que los propios conquistadores, quienes la introdujeron al nuevo mundo desde los primeros años del siglo XVI y se regó rápidamente. La llegada de la enfermedad empezó a diezmar la población.


Empresas conquistadoras en disputa del territorio

Los conquistadores españoles se organizaban en empresas privadas constituida por capitalistas que financiaban las avanzadas al mando de guerreros, aventureros o “adelantados”. Cuando probaban la existencia de riquezas y población, es decir fuerza de trabajo, solicitaban a la Corona el aval.

La zona andina o del Mar del Sur, comenzó a ser explorada por varias empresas, entre las cuales están la empresa de Francisco Pizarro y Diego de Almagro; y, por otra parte, la empresa de Pedro de Alvarado. Ambas perseguían el control del gran territorio para el desarrollo de una especie de Estado autónomo protegido por el imperio español.

Alrededor de 1526 se producen los primeros contactos entre los hombres de Pizarro y gente del pueblo manteño. Después de 1531 realizan nuevas avanzadas con la intención de llegar hasta el corazón del “Imperio” Inca, su gran objetivo, por lo que no fundan ninguna ciudad en Cancebí, aunque usan recurrentemente el lugar como zona de abastecimiento, base de descaso y paso.

En los primeros meses de 1534, otra empresa particular, a la cabeza de Pedro de Alvarado, un conquistador sanguinario, salió de Centroamérica para tomar control de las tierras que también pretendía Pizarro. Alvarado, con menos tino que Pizarro, desoló los pueblos ya debilitados y según un documento llevó indios “y les daban de palo”, descompusieron sus “mezquitas” y mataban a la gente. Esto motivó las primeras reacciones articuladas de los pueblos manteños de Cancebí.

Pizarro buscó detener el avance de Alvarado, quien llegó finalmente a la zona de la sierra de lo que hoy es Ecuador, donde terminó negociando su retirada a cambio de riqueza y dineros. Mientras tanto, para colocar un límite de su territorio, la empresa de Pizarro y Almagro, decidió fundar una Ciudad de españoles en la zona de Cancebí, es decir un hito de frontera.

La empresa de Pizarro y Alvarado, que actuaba desde el Perú, envío a Francisco Pacheco a fundar la Ciudad de Puerto Viejo. Para lograr su propósito tuvo que llegar a un acuerdo con treinta caciques por lo que se informaba poco después que tenía “paces a pie de treinta señores”. La Ciudad de Villa Nueva de San Gregorio de Puerto Viejo se fundó el 12 de marzo de 1535. Su creación implicó no sólo un acto físico y un ritual, sino sobre todo un acto jurídico, pues toda Ciudad de Españoles creaba a su vez un cabildo. El designio de la Ciudad era a su vez establecer la “república de españoles” y la “república de Indios” que englobaría a los pueblos de indios de la región.

La cultura española no era superior a la Cultura Manteña de Cancebí, por ello los invasores localizaron ciudades en donde existiera densidad de población, organización social, tecnología de producción y conectividad. Los europeos hubieran fracasado sin una infraestructura y organización anterior, según señalan historiadores.


Resistencia y fundación de Villa Nueva de San Gregorio de Puerto Viejo

A pesar de la fundación de la Ciudad de españoles, y el trato inicial con los treinta caciques, la región no quedó en paz. Los indios realizaron varias asonadas y acechos hasta bien avanzado el siglo XVI, entre otras razones porque otras empresas de españoles acechaban la zona buscando las minas de esmeraldas, y apropiarse de la Esmeralda Umiña, bien sagrado que los manteños se negaron a dar señalando que si la entregaban se apagarían las “lumbreras” y habría una gran sequía. Por otra parte, los españoles empezaron a enfrentarse entre sí: Pizarro y Almagro disputaron el poder y luego pugnaban con la Corona, que impedía la consolidación de un Estado autónomo en la zona.

Los indios de Cancebí desarrollaron otras estrategias culturales de resistencia, lograron por ejemplo que las iglesias fueran colocadas en su geografía sagrada y conservaron varias tradiciones. Sin embargo también fueron apropiándose de otras tradiciones impuestas por el orden colonial, todo lo cual dio lugar a relaciones tensas pero al mismo tiempo a particularidades culturales que hoy distinguen a la región.

Alrededor de los cerros de Hojas y Jaboncillo, donde se encuentran las evidencias de la antigüedad de su cultura, se asientan varios pueblos y comunas que son originarias, tales como La Pila, Charapotó, Jaramijó, Manta, Sancán, Jipijapa, Las Gilces, Pacoche, Pepa de Huso, La Sequita, Cerro Copetón, Las Palmas, Guayabal y Picoazá.

Las evidencias arqueológicas de la fundación de Portoviejo

El arqueólogo Marcos Suárez realizó por su parte una investigación en el año 2007 en la zona central de la actual ciudad de Portoviejo y encontró debajo del Parque y de la Casa Flor evidencia cerámica mayólica azul sobre blanco, que era portada sólo por los principales conquistadores. En otra capa superior se encontró objetos de la cultura manteña asociada a cerámica española. Así mismo se halló el primer resto de hierro, evidencia de las primeras huellas de la cultura europea en la región. Y, en otro lugar próximo se analizaron huellas de un fogón y postes de casa. Todo ello demuestra que Portoviejo es la primera Ciudad de españoles fundada en la costa de lo que hoy es Ecuador, tal como lo dicen varios cronistas en el siglo XVI.

Puerto Viejo en la periferia

La Villa Nueva de San Gregorio de Puerto Viejo vio limitado su crecimiento en la época colonial, debido a que la actividad de los españoles se centró en la nueva ciudad de Santiago de Guayaquil, que se articulaba más fácilmente con la sierra por medio del eje hidrográfico del río Guayas.

Carmen Dueñas de Anhalzer señala en uno de sus libros, que en el largo tiempo los blancos o españoles de Puerto Viejo, no lograron conformar una clase encomendil poderosa, lo que indica que los indios principales lograron mantener ciertos espacios de poder hasta bien avanzado el siglo XVIII.

Portoviejo siguió siendo la Ciudad de asiento de los criollos. Mantuvo su cabildo por largo tiempo, aunque en algunas décadas lo perdió hasta que finalmente lo consolidó a principios del siglo XIX. Algunos de los apellidos que estaban vigentes a principios del siglo XIX, son los mismos que hoy predominan en la ciudad: entre ellos están los Zambrano, Vera, Cedeño y Loor.

A su vez el pueblo de indios y reducción que derivó en un asiento y parroquia urbana, fue Picoazá, lugar donde también se mantienen apellidos ancestrales como los Chilán, Laz, Pin y Posligua.

Portoviejo, se mantuvo durante la Colonia y floreció sobre todo en el siglo XIX como el centro político y articulador de la nueva región económica llamada Manabí, en medio de una etapa de gran conmoción por la llegada del capitalismo y el nuevo régimen.

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