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Jóvenes realizan diversos tipos de trabajo para financiar su recorrido

Nico y Facu dejaron su rutina en Argentina y emprendieron un viaje aventurero a México

La esquina de las avenidas Flavio Reyes y 24 se convierte en el escenario perfecto para que Nicolás y Facundo realicen sus malabares. Iskra Intriago / Interalfaro.com
La esquina de las avenidas Flavio Reyes y 24 se convierte en el escenario perfecto para que Nicolás y Facundo realicen sus malabares. Iskra Intriago / Interalfaro.com
01 de noviembre de 2015 - 00:00 - Iskra Intriago Zambrano. Estudiante de la U. Laica Eloy Alfaro de Manabí (interalfaro.com)

Su destino es México. Salieron de su hogar con $ 300 en sus bolsillos para solventar los gastos que se les presenten en la nueva travesía que iban a emprender.

Nicolás Murillo (25 años) y Facundo Segovia (24), conocidos entre sus amigos como Nico y Facu, respectivamente, son un par de jóvenes argentinos que salieron de su natal Córdoba para conocer Latinoamérica y poder realizar su sueño de estudiar gastronomía en el país azteca.

En su trayecto, ellos realizan malabares y presentaciones artísticas en los semáforos de la localidad de turno, acaparando la atención de transeúntes y vehículos que pasan por el lugar en donde se encuentren. Lo que logran juntar de las propinas lo emplean para cubrir los gastos de alimentación y hospedaje.

Nico, nacido en la localidad de Vespucio, al norte de Argentina, relata que no fue fácil dejar todo lo que ya había logrado en su país, pero que el viajar por el continente era un sueño que debía cumplir.

“Llevamos dos meses armando este camino, siempre había querido hacer esto, salir a conocer nuevos lugares. Es la única forma en la que ganas experiencia, ganas conocimiento”, revela Nicolás, con una sonrisa en la cara mientras espera que el semáforo cambie a rojo.

“Yo era estudiante de periodismo, pero no culminé mi carrera porque me vine a emprender este viaje. Nosotros no sabíamos nada de lo que ahora estamos haciendo (malabares y trucos), nos tocó aprender y practicar bastante, teníamos que encontrar alguna manera de generar ingresos económicos”, asevera Nico, mientras alista sus “clavas” (objeto con el que se realizan los malabares) para trabajar.

Por su parte, Facu, un estudiante de educación física, comenta que él dejó su país por seguir las locuras de su inseparable amigo, y a la vez salir a conocer lugares que anhelaba. “Pensamos radicarnos en México, hemos conocido lugares súper lindos, gente amable, pero ese es nuestro destino, allá llegaremos y nos quedaremos para estudiar gastronomía”, describe Facundo, al observar a Nico trabajar.

Ellos comentan que en algunos semáforos, que ellos llaman faros, se les ha complicado trabajar, porque la policía no lo permite.

La ciudad de turno en su ruta es Manta. Mientras los vehículos esperan pasar en la esquina de la avenida 24, entre el Cementerio General y el Manicentro, Nicolás y Facundo se las arreglan para hacer sus malabares y recoger algo de dinero.

Richard Pico, policía que ronda el lugar, comenta que en la ciudad no se han registrado inconvenientes con los mochileros.

“Es común ver a los chicos, no solo en semáforos, sino también en autobuses”, comenta Pico con una sonrisa en su rostro, al ver la gracia con la que los jóvenes argentinos desarrollan el show.

En su recorrido, estos argentinos han cruzado los países de Bolivia, Perú y actualmente Ecuador. Su primera parada en la costa local fue Montañita y ahora Manta. Su siguiente paso será Baños, concluyendo su visita al país en la Amazonía. Después planean ir a Colombia, hasta llegar a México.

“Somos súper descomplicados, no nos importa dormir en la playa, o pedir un “aventón”, esa es la esencia de la vida, aprender y ser feliz, siempre con actitud positiva”, recomienda Nico, bajo el fuerte sol en el centro de Manta.

La historia en particular de este par de jóvenes es replicada en miles de personas que salen de sus países con el fin de romper la monotonía, buscar oportunidades económicas, estudiantiles, de vida o simplemente por curiosidad.

Estos denominados mochileros o aventureros poseen un arte para recorrer el mundo, adaptan una peculiar forma de vida, cargando a sus espaldas lo necesario para subsistir. En el Ecuador, la mayor parte de estas personas vienen de Colombia, Chilena y Argentina. (I)

Beatriz espera llegar a Alaska en su bicicleta

A sus 42 años, la chilena Beatriz Silva era una madre 2 hijas. Daba clases de arte en la localidad Pascua y pintaba murales, esa había sido su rutina por más de 20 años.

Cuando sus 2 hijas cumplieron la mayoría de edad, Beatriz dejó todo de lado y empezó un viaje aventurero desde Pascua hasta Alaska (Estados Unidos). “Siempre les decía a mis hijas que cuando ellas fueran grandes, yo me iba a ir de viaje y así fue”, cuenta.

La acompañan en su trayecto una cámara fotográfica y su bicicleta, con la que ha cruzado Chile, Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador.

En su viaje vende artesanías, pinta murales, limpia casas, atiende restaurantes..., realiza de todo para poder solventar su aventura.

“Ecuador me impactó desde el momento en que entré por Zumba (Zamora Chinchipe). Cuenca es hermosa y Manta tiene una playa maravillosa. Estoy encantada con Ecuador, pero debo seguir mi viaje”, destaca Silva.
Espera llegar a Alaska a fines del próximo año, “aunque los tiempos van variando de acuerdo al viaje. Si el viaje se alarga un poquito, no me incomodará”, dice.

Comenta que salió de su casa con $ 2. “Vivo de mi trabajo. Vendo fotografías, pinto murales, hago artesanías. La gente me ayuda mucho”.

Cuando llegue a Estados Unidos espera que sus hijas viajen hasta allá y así encontrarse y regresar juntas a Chile. (I)

Belén y Carolina sufrieron un robo en Montañita

Dos argentinas que salieron de su país para conocer distintos puntos del continente son Belén Grau y Carolina Aumada, quienes en sus vacaciones de la universidad emprendieron su travesía juntas. Después de conocer varios puntos se establecieron unos días en Canoa, para trabajar y ahorrar dinero para su retorno.

En su paso por Montañita, a estas bonaerenses les robaron, lo que les afectó, pero les ayudó a “tener más aventuras por conseguir dinero y subsistir”.

Ambas tuvieron que vender empanadas, trabajar como meseras y realizar diversos oficios más para juntar algo de dinero para poder regresar a su país.

“Estábamos dormidas y nos abrieron la maleta. Son cosas que pasan viajando así, pero estamos recontentas con todo lo que hemos vivido. Es la segunda vez que estamos en Canoa y de seguro que volveremos”, cuenta Grau.

En Canoa también vieron una oportunidad de sacar dinero en su viaje el venezolano Alejandro Moneta y la colombiana Diana Pinzón. Ambos vivían en Argentina y un día decidieron vender todo y emprender la aventura. “Nosotros vimos que con nuestra habilidad para preparar cocteles podíamos hacer dinero. En todo lugar se consume alcohol y eso nos sirve”, destacó Pinzón, quien mientras habla prepara un mojito de maracuyá.

La ruta de esta pareja incluye un viaje a Estados Unidos... “Ese sí lo haremos en avión”, dice entre risas Moneta. (I)

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Instituciones privadas, entidades públicas, unidades educativas, la Liga Deportiva Cantonal, el Umiña Tenis Club, el Gobierno local, entre otras instituciones, han implementado actividades recreativas para que los niños y adolescentes aprovechen de manera entretenida su tiempo tras la culminación del período lectivo 2015-2016. La mayoría de los cursos en Manta serán hasta el próximo mes.

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