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Otra de las tradiciones en la zona es la comercialización de bizcochuelos

Junín, la tierra del cañaduzal y el currincho

Los artesanos del sitio Agua Fría, en Junín, comienzan sus jornadas desde muy temprano. Ellos fabrican, panela que es un proceso de varias fases; y también el aguardiente o conocido también como currincho. Rodolfo Párraga / El Telégrafo
Los artesanos del sitio Agua Fría, en Junín, comienzan sus jornadas desde muy temprano. Ellos fabrican, panela que es un proceso de varias fases; y también el aguardiente o conocido también como currincho. Rodolfo Párraga / El Telégrafo
28 de junio de 2015 - 00:00 - Redacción Regional Manabí

Llega la tarde, y Ramón Quiroz, de 75 años, hace lo de todos los días: se sienta en uno de los portales del centro de Junín a conversar con sus amigos.

Dice que así se quita el estrés de la jornada. Aquí se relaja mientras disfruta de la tranquilidad que hay en el cantón, al tiempo que empieza el proceso de cuando el día se convierte en noche.

“Me gusta esta tierra, no la cambio por nada. Su gente es única”, comenta, mientras van llegando sus amigos de charlas.

Junín es una de esas verdes ciudades que son parte de la geografía manabita. Es conocida como la tierra de los cañaduzales.

De la caña de azúcar salen productos elaborados por sus habitantes, entre estos el currincho, para muchos el mejor aguardiente de Manabí.

Para Edilfonso Mendoza, a Junín le queda bien la canción ‘Melao de caña’, de Óscar de León, pues en su letra se resalta: “Esta caña tiene muchos derivados, tiene su guarapo y su miel de purga”. El manabita la canta y luego sonríe.

Entre los lugares más visitados por los turistas está Agua Fría, donde se fabrican panelas, alfeñiques y aguardiente.

Uno de los artesanos que ha dedicado toda su vida a esta labor es Vicente Guerrero, microempresario de la fábrica familiar Santacruz, que se levanta en la vía donde el exquisito olor se propaga.

“Son ya 3 generaciones de mi familia que se han dedicado a la actividad”, dice este habitante, cuya historia se asemeja a muchos de este lugar.

La elaboración de la panela, cuyo único ingrediente es el jugo de la caña de azúcar, es un proceso que Vicente conoce de memoria.

Primero pone la caña a moler en el trapiche a motor, de allí el jugo se pone a hervir en una paila a temperatura alta.

Cuando toma la coloración marrón, característica del producto, se vacía sobre moldes que son de madera. A la panela no se le agrega nada, solo se la limpia con bejuco de cacao, el cual recoge la basurita.

“Una vez que está lista, se pone a la venta. Por lo regular, los visitantes que llegan a la localidad van comprando y llevando a ciudades como Portoviejo y Manta”, comenta.

En la fábrica de Vicente Guerrero se trabaja en la elaboración de la panela 2 veces a la semana. En Junín están los fabricantes del mejor aguardiente del país, destaca Mendoza. “Es un producto que tiene gran pureza y buen sabor”, manifiesta.

En cambio la fabricación del currincho puede llevar hasta 4 días. En este caso primero se saca el jugo de la caña de azúcar, líquido que se almacena en tanques y se deja reposar por 48 horas.

Una vez que se cumpla este proceso, el líquido pasa a hornos, donde se lo hierve a la mayor temperatura posible por 4 horas.

El vapor que sale de este líquido pasa por unas mangueras finas y se almacena en las canecas, y es ese el currincho que está listo para ser tomado. “Salen entre 25 a 30 litros”, dice Vicente, mientras se apresta a atender a un cliente.

Este producto se lo vende en la localidad. El artesano indica que en su comunidad están haciendo gestiones para obtener el registro sanitario en común.

El galón tiene el valor de $ 4. “Yo hago aguardientes hace 2 años”, detalla el hombre de este poblado, de muy fácil acceso.

El guayaquileño Juan Castillo dice que se le ha hecho costumbre cada que visita Manabí, pasar por el sitio Agua Fría de Junín.

“Aquí estas panelas son las propias, están a buen precio y lo bueno es que duran, son sanas para endulzar”, refiere el hombre, quien confesó que son como 10 los años en los que ha adquirido el producto.

Para el portovejense Jaime Macías no hay nada mejor que “un buen aguardiente de Junín. Yo le tengo confianza. A nadie más le compro solo a ellos”, menciona.

Lugar turístico

Gary Vera, director de Turismo y Cultura del Gobierno local de Junín, expresa que son muchas las personas que visitan el sitio de Agua Fría, que llama la atención por los productos derivados de la caña de azúcar como los señalados, además del alfeñique y de paso están los hornos de adobe de lodo donde se hacen los bizcochuelos.

Junín tiene pequeñas microempresas que contribuyen con el desarrollo económico como es la industria casera del famoso bizcochuelo, que se adquieren los domingos en las ferias.

Productos elaborados en la Mocorita son enviados a ecuatorianos que viven en España, Italia y Estados Unidos.

Los artesanos son sencillos y no ocultan nada a la hora de decir las recetas. Es que para ellos no hay ninguna fórmula secreta.

Para hacer los bizcochuelos se baten 120 huevos en una olla de barro diseñada especialmente para aquello, después se le agregan 30 libras de harina y 30 libras de azúcar.

Se bate durante 2 horas, hasta que ya está lista la mezcla para ser llevada en moldes a los hornos de adobes de barro durante 15 minutos y luego se retuestan en breves minutos. Luego están listos para ser saboreados. Este producto es comercializado en todo Manabí.

Vera explica que recorrer Junín es apasionarse de una tierra acogedora. En el cantón se levanta la cascada de Las Locitas, que es otro atractivo en Andarieles. Es un lugar frecuentemente visitado por propios y extraños.

Aquí la naturaleza invade; sus grandes montañas son envolventes. “También tenemos las Siete Pozas en el sitio Caña”, dice.

Está también la Casa del Diablo, en el sitio El Toro. Este sector está ubicado en lo alto de uno de sus imponentes cerros.

Ciudadanos cuentan que en el interior de la cueva más grande hay gran cantidad de murciélagos y un fuerte olor a azufre.

Según el funcionario, actualmente muy pocos visitan este lugar porque no hay guías. Ante esta situación, las personas se podrían perder en la zona. Además, consta entre los atractivos la Quinta El Jardín, que queda en el sitio Come Tierra, que está cerca del centro.

Los hombres de Junín, como en otras localidades de la provincia, sienten mucha inclinación hacia las emociones que se manifiestan en la peleas de gallos que se dan los fines de semana y en días festivos.

Aquí las apuestas no se hacen esperar. En esta actividad es muy conocido el refrán: “Palabra de gallero, palabra de caballero”.

Su gastronomía es un punto aparte. Entre las comidas típicas están el caldo de gallina criolla, que se prepara cocinando la gallina con condimentos especiales; se sirve con papas o yuca cocinadas, acompañado de cilantro y cebolla blanca.

También la salprieta, que se la elabora en base de maní, maíz tostado molido y condimentos especiales. Este producto se sirve con plátano verde o maduro, siendo esta una de las principales entradas al momento de almorzar.

En los llamados botaditos se consume mucho el conocido “canelazo”, trago caliente que se prepara con el aguardiente típico de Junín, canela, anís, clavo dulce, y corteza de piña y luego se hierven en una gran olla de barro. (I)

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