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El Telégrafo
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El bongo ancestral manabita aún surca las olas del mar

El bongo ancestral manabita aún surca las olas del mar
Foto: Rodolfo Párraga / EL TELÉGRAFO
07 de enero de 2018 - 00:00 - Patricio Ramos

La pesca de orilla, a cinco millas del perfil costero manabita tiene sus habitúes. Desde el norte por Pedernales hasta el sur en Puerto Daniel López, el bongo es el protagonista de pesca ancestral,  se resiste a desaparecer mientras surca las olas,  se  pierde en el horizonte y se asemeja a una especie de barco de papel. Esta embarcación artesanal ancestral aún sirve de transporte para los pescadores de antaño que se mantienen en actividad.

En Manta y Jaramijó el bongo yace sobre las playas. En la zona de Los Esteros, noroeste del puerto manabita, vive Ángel Pachay (65), un pescador de bongo. Tres veces a la semana sale a sus faenas. Viste en esta época del año pantalón corto, buzo y botas plásticas, pues la temperatura ambiente y del mar empiezan a subir, oscilan entre los 23 y 28 grados centígrados. Los lunes, miércoles y viernes,  Don Ángel, como lo conocen entre los pescadores, se junta con su amigo Manuel Bailón (67). Desde las 16:00 empiezan su ritual que data de hace más de 50 años. Llevan en una caja de madera  los anzuelos, un mechero, dos remos y un seco de carne para alimentarse mientras realizan su faena.

Ambos pescadores nunca han conducido una embarcación con motor, toda su vida han confiado en sus brazos y el viento, pues el bongo posee un orificio redondo en uno de los maderos transversales donde se ubica una vela de plástico negro. “El viento y nuestros brazos son los mejores motores. Vamos a la pesca con  tranquilidad, buscamos los peces de roca de carne blanca, como el cabezudo, muricos, perella, entre otros”, comenta Ángel.

Estas versátiles embarcaciones, conocidas como bongos, también las denominan canoas de madera. En las páginas del libro Cultura Manteño Huancavilca, del investigador Olaf Holm, quedaron registradas con letras las imágenes que Holm describe sobre el bongo: “Los indios son muy hábiles y emplean unas barcas muy pequeñas para navegar sobre las olas, unas son largas y otras cortas (los bongos) y además son impulsadas por el viento con la ayuda de velas”.

“La navegación y actividad pesquera a bordo de los bongos es algo que se hereda”, afirma la historiadora manabita Libertad Regalado. Son pequeños navíos que también se utilizan especialmente para deslizarse entre brazos de mar, manglares y hasta en los ríos navegables de Esmeraldas, Guayas, Santa Elena, El Oro e incluso en la Amazonía ecuatoriana.

Su arquitectura es singular. Es una embarcación angosta: mide hasta cuatro metros de largo por 80 centímetros de ancho. En la actualidad es elaborada sobre la base de tablones de madera resistentes a la humedad y el agua. Antes, hasta 1949, cuando había disponibilidad de cedros,  los bongos se los fabricaba con esa madera. “Los carpinteros navales  buscaban los troncos cilíndricos. Con la ayuda de machetes y herramientas artesanales de carpintería se le iba dando forma, eran árboles de hasta un metro de diámetro y cinco metros de longitud, ello permitía tallar el bongo de una sola pieza”, recuerda Fabricio Delgado, pescador de bongo del enclave marino de Jaramijó, en el noroeste de Manta.

Esta milenaria nave evoca las actividades en el mar de habilísimos pescadores que eran parte de la cultura Manteña, afirma Regalado. Son tan versátiles que surcan con facilidad las olas. “Cuando las corrientes marinas están fuertes simplemente nos dejamos llevar hasta que nos conduzcan  a nuestros lugares de pesca. Una roca amarrada con un cabo se convierte en el ancla que los deja estables mientras se lanzan los anzuelos”, afirma Delgado. En la actualidad que se habla de conservación del medio ambiente, se debería propender a que la pesca sea más natural, por lo menos una vez al mes obligar a que las flotas de lanchas y barcos se muevan con la fuerza del viento y los remos, recomienda Ángel.

En Puerto López, los pescadores que pasan de los 55 años en su mayoría se  movilizan en bongos y van en busca del pulpo, calamar y langostino. En Jaramijó, además de ser utilizados para la pesca cotidiana, se han  convertido en medios de transporte en el interior de los muelles pesqueros artesanales. En el estuario del río Chone se utilizan los bongos para la pesca de camarón. También los guías que trabajan llevando turistas hacia los manglares de la isla Corazón viajan a bordo de las ancestrales naves. (I) d7a

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