“Cada vez que estoy en el escenario  me siento como chancho en chiquero”, así describe la sensación de estar parado frente al público Eduardo Mendoza. No es montubio, pero varias de sus frases dejan entrever que se siente identificado con la clase campesina.

Es más, de eso vive, en parte, ya que como músico, este portovejense busca resaltar y rescatar la identidad montubia. “Nosotros podemos ser citadinos, pero no olvidemos que nuestros abuelos eran del campo y por ellos es que somos lo que somos en la actualidad”, afirma.

Años atrás, en su adolescencia, Eduardo no se imaginaba enlazado con el tema montubio. “Mi abuelo siempre me decía ‘asúntate muchacho’. Era una frase para que pusiera atención a algo, sería como para no andar bruto”, cuenta.

Y se asuntó con la tradición montubia. Eduardo, hace 8 años, entró al mundo de la cultura campesina cuando fue invitado a integrar la agrupación Mentaos de la Manigua.

“En este grupo agarré interés por recuperar la música tradicional. Parte de mi identidad montubia puede ser parte de mi desarrollo”, dice. Mendoza resalta que el año pasado cumplió su ciclo en Mentaos de la Manigua y que fue tras su salida de este grupo que se decidió a empezar otra agrupación musical, con el mismo tinte, para recuperar la identidad campesina. Así arranca Son Montubio, grupo que lidera   hace 9 meses.

“El montubio siempre ha sido punto de la parodia. A partir de todo esto presentamos a la cultura montubia como tal, con su trascendencia en la formación de la historia del Ecuador”, indica el vocalista de Son Montubio.

Uno de los principales objetivos del grupo es que las personas se sientan orgullosas de ser montubias. “Necesitamos ‘asuntarnos’, como decían nuestros abuelos. Para ellos ese era como un grito de guerra”, resalta Mendoza, quien estudió cultura estética.

De sus raíces montubias, este artista cuenta que su madre, Colombia Vera, es de Junín y su abuelo de Santa Ana. Su padre, José Mendoza, es de Pichincha.

Pero Mendoza también tiene un lado no manabita. Su bisabuelo materno, Francisco Dasa, no era ecuatoriano. “Como él era colombiano, para todo le decían de apodo ‘Colombia’”, relata el cantante, para quien uno de los ejemplos de rescate de la identidad musical de un país es justamente el colombiano Carlos Vives, quien se dio a conocer cantando ballenatos.

Mendoza resalta que la cultura montubia es una de las más trascendentales en la historia ecuatoriana. Con respecto a la música tradicional del campo, él manifiesta que se puede comercializar. “El amorfino se canta con picardía. El amorfino montubio es uno de los íconos de la cultura”.

De los instrumentos utilizados, están la tambora de cuero de saíno, flauta de caña guadua y la vihuela. Mendoza resalta que el chonero Manuel de Jesús Álvarez, en 1929, documentó la historia de la música montubia de una manera didáctica, que aún sirve de guía para quienes quieran rescatar las tradiciones.

Tras esta explicación, el entrevistado no pierde tiempo y se lanza un verso: “Quisiera ser como el gallo y gozarme de su fortuna, disfrutando de tantas gallinas y no tener que mantener a ninguna”.

Recuerda que en su adolescencia escuchaba música andina, pero no la montubia. “Si la hubiese escuchado antes, de seguro empezaba a practicarla, ya que es como un activismo. La música montubia es una música simple, creada sin complejidades, no excede de cuatro acordes, tiene la connotación alegre, son versos alegres, vivenciales, ahí se muestra la filosofía del campesino, de su vida cotidiana”.

Para el líder de Son Montubio, no es problema que a las personas les guste la música extranjera, “el problema es que solo consumamos lo extranjero. Si no conoces tus raíces, no sabes de dónde vienes ni sabes a dónde vas”.

Con respecto a la cultura en el país, Mendoza destaca que esta se merece un mayor espacio. “En tiempos de crisis, la cultura es la que primero marcha, a la que bajan la cabeza. En tiempo de abundancia es la última en ser tomada en cuenta. Hay mucho qué hacer y eso es lo que la gente puede cambiar”, dice.

Son Montubio, un grupo joven

Hace 9 meses Mendoza, tras su salida de Mentaos de la Manigua, creó el grupo Son Montubio. Su propósito es rescatar las raíces montubias que se pierden poco a poco con el gran avance tecnológico y las costumbres citadinas. El grupo está conformado, además de Mendoza que es el vocalista y segunda guitarra, por Jorge Delgado, bajista electroacústico; Rodrigo Vera, primera guitarra; y Víctor García, bongos.

“En la danza nos acompaña Milena Menéndez. Antes teníamos dos chicas más, pero dejaron el grupo por sus ocupaciones”, indica.

Como grupo de apoyo los acompaña Nuestra Tierra, oriundos de Pichincha. “Ellos son campesinos y les cuesta menos la representación montubia. Quiénes mejor que los propios montubios para cantar su música. Nosotros ya somos una mezcla citadina y se nos hace más difícil todo”, expresa.

Según Mendoza, de las presentaciones que realizan prefieren estar con las personas en los recintos. “Nos complace mucho ir a las comunidades campesinas. Ellos se levantan y bailan. El de la ciudad no es tan alegre”.

El líder del grupo cuenta que, al empezar su show, a veces le lanza un amorfino a alguna chica del lugar, “a mi esposa (Tania Zambrano)o a mi hija (Dalia). Todo debe ser innato, es que el montubio es así, sin libreto, es espontáneo. Mi hija pequeñita se pone a bailar y eso es algo que me llena de emoción”, destaca Mendoza.

En sus presentaciones, la agrupación interpreta melodías como La Iguana (centenaria canción manabita), Verso de los abuelos (de la autoría de Mendoza), María Panchita, y El kikiriki (canción que es de la autoría del grupo montubio del Parque Histórico de Guayaquil).