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El Telégrafo
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Las bolsas de este material tardan 450 años en descomponerse y en ese lapso contaminan el suelo y el agua

Uso de fundas plásticas preocupa en Ambato

En Ambato, algunos comerciantes incentivaron el uso de las fundas de papel, pero el proyecto no tuvo el apoyo necesario para sostenerse. Foto: José Miguel Castillo/El Telégrafo
En Ambato, algunos comerciantes incentivaron el uso de las fundas de papel, pero el proyecto no tuvo el apoyo necesario para sostenerse. Foto: José Miguel Castillo/El Telégrafo
15 de diciembre de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Centro

La excesiva utilización las fundas plásticas inquieta otra vez a organizaciones de comerciantes y grupos ambientalistas en Tungurahua.

Según Edwin Casanova, presidente de la fundación de Desarrollo Sustentable Dream Planet, luego de un proceso de experimentación, observaron que los materiales plásticos provenientes de las fundas biodegradables y tradicionales (envolturas, costales, etc.), se convierten en millones de partículas, después de su degradación. Esto, dijo, se deposita en el aire, en el agua y se integra a la cadena alimenticia a través de la tierra.

“Por eso, consideramos necesaria la creación de una ordenanza para la erradicación gradual de las fundas plásticas y el manejo responsable de los desechos plásticos”, explicó.

Aseguró que igual gestión se efectuó en la Asamblea Nacional, en abril, para estructurar un proyecto de ley con el mismo objetivo.

En el país, según una investigación del Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE), difundida por esta fundación, se utilizan 253 fundas plásticas por persona al año.

El 91,7% provienen del comercio minorista, tiendas de barrio, bodegas, mercados, ferias libres, vendedores ambulantes, ferreterías, panaderías, carnicerías, entre otros negocios.

Elizabeth Cruz, ciudadana ambateña, conoce que las bolsas plásticas tardan en desintegrarse 450 años. Además sabe que estos materiales son derivados del petróleo y ponen en peligro la fauna marina y la salud humana.

Sin embargo, reconoce que falta concienciación ambiental y la difusión de campañas continuas de otras opciones para transportar las compras diarias. “Sé, por ejemplo, que una alternativa son las bolsas de yute y por qué no, los canastos de carrizo que todavía hay en la ciudad. En la mente de la gente está enraizada la idea de utilizar las fundas plásticas del mercado, para luego botar los desperdicios orgánicos a los tachos de basura”, dijo Cruz.

En la Feria Ciudadana Yo Prefiero, de Tungurahua, que funciona en un sector del mercado América, hay también preocupación por este asunto.

Vinicio Morales, presidente de la feria, explicó que hace un año empezaron con 30 productores y ahora son más de 150. “En la actualidad tenemos gavetas para exponer nuestros productos orgánicos y también promovemos el uso de bolsos de yute y canastas, en lugar de las fundas plásticas que son muy contaminantes”.

Este cambio de actitud, aseveró, no ocurrirá de un día a otro, pues requiere de tiempo y de mucha labor de concienciación social. La feria ciudadana funciona los sábados de 06:00 a 13:00.

En ese mismo contexto, el ingeniero ambientalista, Edwin Casanova, insistió en que las bolsas al descomponerse se convierten en partículas invisibles al ojo humano y que son sumamente tóxicas. “Estas pequeñísimas partículas se adhieren a los pastos y son consumidas por el ganado que luego ingresa al organismo humano cuando se come la carne de esos animales”, advirtió.

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