“Cada vez que me entero de una persona de la tercera edad que padece cáncer terminal pienso en el trabajo que realiza la hermanita Luzmila. Conozco de su vocación ferviente de ayudar a este tipo de personas desafortunadas”, comenta con especial cariño Clara Vallejo, mientras recorre el oratorio de la Casa de la Divina Misericordia, ubicada en la parroquia Izamba al nororiente de Ambato.

La casa tiene 2 ambientes. En uno se encuentran los enfermos que por su condición de no tener recursos económicos ni familiares que pudieran cuidarlos están allí para recibir alimento, medicina y apoyo espiritual.

El otro lugar es para las religiosas de la orden San José de Gerona. Entre ellas se destaca la hermana Luzmila Cardona de nacionalidad colombiana.

Alta, esbelta y jovial tiene siempre una palabra positiva en sus labios. Como toda ‘paisa’ es alegre y le gusta hablar de sus tradiciones y costumbres, pero de igual manera le agrada conocer lo que Ambato y Tungurahua le pueden ofrecer. En cada viaje consigue amistades nuevas.

“No pone inconvenientes para visitar a otras personas que necesiten de misericordia y consuelo. Vino a mi casa para orar por mí y animarme a que retomara el uso del acordeón que abandoné cuando mi esposa, Luz Marina, falleció. A veces solo se necesitan gestos simples como este para hacer sentir muy bien a alguien”, dice Marcial Vargas, artesano de la plaza Urbina.

La opinión de la hermana es muy apreciada en la Fundación Divina Misericordia a la que pertenecen unas 200 voluntarias seglares. Ellas se encargan de organizar rifas, mercados de pulgas y gestionar recursos y donaciones para mantener la casa funcionando y atender a una docena de ancianos. De igual modo es la directora espiritual del Grupo de Laicos San José de Gerona que formó para fortalecer la unidad de las familias ambateñas. (I)