Según datos recopilados por la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI), en Cotopaxi existiría un 25,1% de menores laborando, lo que representa el más alto porcentaje en la Sierra central; sin embargo, datos otorgados por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) en esa provincia,  indican que el trabajo de erradicación es continuo y las cifras van disminuyendo.

Gustavo Recalde, director distrital del MIES Latacunga,  aseguró que los datos presentados por el ENTI pertenecen  a 2012, y en contraste entregó datos de este año que demostrarían que en Cotopaxi  el trabajo infantil disminuyó un 85,2%.

Estas encuestas tienen que ver directamente con el diagnóstico e intervención de los niños, niñas, adolescentes y adultos en la actividad laboral como canillitas y lustrabotas.  En este año se realizó la firma de las actas compromiso con los Cabildos  de Latacunga, Saquisilí, Pujilí, La Maná, y Pangua  para la erradicación del trabajo infantil en los basurales a través de  Ordenanzas. De igual manera, en 2013 se realizó la Declaratoria de Cero Trabajo Infantil en los Basurales.

Las acciones que realiza el MIES de Cotopaxi para la erradicación de la pobreza y sus consecuencias “se dan por medio de la creación de oportunidades, generación de microemprendimientos y sociatividad, lo que permite que las familias que se encuentran en pobreza y extrema pobreza generen  ingresos  y mejoren la calidad de vida”, indicó Recalde.

En 2010 —recordó Recalde— se realizó la Coordinación Interinstitucional entre el MIES, el Ministerio de Relaciones Laborales (MRL), el Consejo Cantonal de la Niñez y Adolescencia (CNNA); la cual permitió la ejecución de diferentes acciones conjuntas a nivel de la provincia.

Con las investigaciones realizadas por los técnicos del Ministerio se determinó que un 80% de la niñez que trabaja en estos lugares es migrante, especialmente de sectores rurales del cantón Pujilí.

Uno de los sectores más poblados por migrantes en Latacunga es el barrio San Felipe y, según su presidente barrial, Marco Moreno; estas personas mantienen conductas de sus lugares de pertenencia. Por ejemplo —explicó Moreno— en el campo es una costumbre natural ayudar a los padres en sus distintas actividades, y al llegar  a una ciudad grande y emplearse en tareas como la realización de bloques, ellos incluyen a los menores en esos trabajos, sin tomar en cuenta que eso no está de acuerdo con su edad.

En una de las bloqueras localizadas en San Felipe, en la calle Diez de Agosto, una niña de aproximadamente 8 años se encontraba con ropa de trabajo entre los productos recién terminados. “Solo estoy jugando”, dice mientras se oculta rápidamente en el hogar que sus padres improvisaron allí.

“Con las visitas de los técnicos de diferentes instituciones, los padres les han enseñado  que no conversen con nadie y que digan que solo están jugando; sin embargo, en realidad muchos de ellos continúan trabajando”, aseguró María Chiluisa, quien posee una tienda de abarrotes en el lugar.
Recalde indicó que el principal problema de la erradicación del trabajo infantil es la reincidencia, pues en ocasiones cuando los técnicos regresan a un hogar que ya fue visitado, descubren que algunos menores fueron insertados nuevamente en las labores.