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El Telégrafo
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En Ambato, grupos de psicólogos trabajan en técnicas de felicidad y de apoyo

Los expertos creen que la crisis por volcanes debe tratarse globalmente

Cada vez que se reactiva el volcán Tungurahua, los habitantes de las zonas próximas reaccionan de diversas maneras. Algunos tratan de retomar sus actividades.
Cada vez que se reactiva el volcán Tungurahua, los habitantes de las zonas próximas reaccionan de diversas maneras. Algunos tratan de retomar sus actividades.
Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
13 de junio de 2016 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Washington Cruz deduce que su casa está situada a unos 50 km en línea recta del volcán Tungurahua. Su vivienda de dos pisos se encuentra en el barrio San Luis Mirador, al noroccidente de Ambato.

Cada vez que se reactiva el coloso, los cañonazos y las columnas de vapor, la ceniza y la incandescencia son audibles y visibles desde este sitio y otras terrazas de la capital tungurahuense.

Al inicio fue un espectáculo, después se volvió un evento sobrecogedor por causa del terremoto del sábado 16 de abril en las provincias de Manabí y Esmeraldas, que tuvo una magnitud de 7,8 grados Richter, y que en Ambato se sintió sobre los 5 grados y por casi un minuto.

“Las réplicas de ese remezón sumadas a las reactivaciones periódicas de los volcanes Tungurahua y Cotopaxi y los sismos propios de la zona nos han causado un estado de intranquilidad y angustia. A veces nos despertamos con mis hijos cuando escuchamos ‘cañonazos’ y pensamos que el volcán ha vuelto a despertar”, aseguró Cruz.

El 18 de mayo, cuando volvieron a sentirse las réplicas fuertes e incluso los temblores con epicentros en la región central, los ambateños tuvieron un mal despertar. La tensión y la ansiedad podían percibirse en los conductores que pitaban sin razón y había un ambiente de confrontación en las calles.   

Este ambiente de intranquilidad ha sido analizado por expertos locales en psicología. Es el caso de Raúl Gavilánez, presidente de la Fundación para el Desarrollo y Estimulación Psicológica de la Calidad de Vida (Fundescavida).  

“Trabajamos en la estimulación de la calidad de vida con terapias de grupos vulnerables. Nos especializamos en psicotrauma de manejo de desastres para formar a profesionales, a la población afectada y a los voluntarios que manifiestan estrés por exposición. Ahora lideramos un proyecto nacional con un programa de prevención de psicopatología comunitaria”, explicó Gavilánez.   

Según los expertos, tanto la gente que vive en la zona afectada por el terremoto como la que reside en otras provincias donde se sienten las réplicas y que está expuesta a fenómenos naturales (erupciones volcánicas, deslaves de magnitud, etc.) viven un estrés postraumático.  

Esta patología se manifiesta en las personas mediante intranquilidad e insomnio e incluso la sienten  físicamente con sensaciones de ahogo, taquicardia y somatización.
Esto último significa que la gente convierte los trastornos psíquicos en síntomas orgánicos y funcionales. “Frente a esto, haremos un taller el 15 de junio en el auditorio de la Eeasa que se denomina ‘poniendo en crisis a la crisis’ con tres ejes: ciencia aplicada a la felicidad, resiliencia (habilidad para fortalecerse en etapas críticas) y el manejo de crisis con técnicas para enfrentar problemas emocionales, existenciales, comunicación, problemas económicos y desastres naturales”, explicó Gavilánez.

Los expertos consideran que debe aplicarse una campaña nacional para el cuidado de la salud mental y emocional de los ecuatorianos. “Vivimos una acumulación de crisis y temores a que ocurran más terremotos y erupciones volcánicas. Es importante empezar a cultivar una cultura de pensamiento para que no nos dejemos ganar por la idea de fin del mundo. Recordemos que los países más desarrollados vivieron primero dos guerras mundiales”, reflexionó Gavilánez.

Cuidado con la angustia

“En las noches, cuando estoy en mi cama y siento que esta se agita, me aterro y pienso que es un temblor. Quiero salir corriendo. Luego miro que todo está en calma, pero ya no puedo dormir y me quedo pensando y revisando la página web del Instituto Geofísico”, dice Mónica Guevara, de la parroquia Augusto Nicolás Martínez. Como ella, 350 mil ambateños y más de 100 mil latacungueños están inquietos no solo por los remezones, sino también por las reactivaciones volcánicas, la ceniza de estos y los posibles lahares.

Para la psicóloga clínica Ruth Cobo, el ciudadano común está sujeto a mucha presión emocional porque llega el fin de mes y el sueldo no le alcanzó para pagar la tarjeta de crédito o las deudas que adquirió. “Este tipo de inconvenientes le apartan de lo agradable de la vida, la armonía, la satisfacción y la felicidad de existir. Entonces surge la desesperación y la frustración”.

Para esta profesional, la sociedad debe cambiar, pues el ser humano no es una cosa para verse sometido a tanta angustia. “El sistema exige muchísimos estudios y títulos de cuarto nivel y a pesar de eso hay inestabilidad laboral por los contratos a plazo fijo. Las relaciones se van volviendo también líquidas que motivan a la formación de parejas que no quieren fundar familias”.

El estado actual de los volcanes

El 26 de febrero de 2016, alrededor del mediodía, una columna de gas y ceniza, que se elevó a más de 5 km del cráter del Tungurahua, anunció una nueva reactivación del coloso.

Las explosiones continuaron hasta  el 15 de marzo y luego hubo un decrecimiento de la actividad hasta la actualidad. Según los informes del Instituto Geofísico, tanto el Cotopaxi como el Tungurahua registran una actividad interna baja, aunque los científicos alertaron de una posible reactivación del coloso tungurahuense para las próximas semanas o meses, por causa de nuevos movimientos de magma. (I)

DATOS

El taller ‘poniendo en crisis a la crisis’ se desarrollará el miércoles 15 de junio en el auditorio de la Empresa Eléctrica Ambato (Eeasa). Su costo es de $ 15.  

Los fondos que se recauden con este curso servirán para continuar con la ayuda que brindan los psicólogos ambateños en las zonas de las provincias  afectadas por el terremoto del 16 de abril de 2016.

La mañana del viernes 10 de junio, el día soleado y despejado permitió ver el cráter nevado del volcán Tungurahua. Esto responde a las condiciones climáticas muy frías que ocurren en la noche y madrugada.

En los últimos 8 años, según el IG, el volcán Tungurahua ha mostrado de manera repetitiva períodos de aparente quietud y las reactivaciones después de estas etapas relativas de calma han presentado señales premonitorias claras y medibles.   

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