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Los lugareños confiaban en que las tierras se podían recuperar

La agricultura reverdece a la árida Palmira

Los chochos se están convirtiendo en uno de los principales productos de cultivo para la provincia. Foto: Elizabeth Maggi / para El Telégrafo
Los chochos se están convirtiendo en uno de los principales productos de cultivo para la provincia. Foto: Elizabeth Maggi / para El Telégrafo
27 de septiembre de 2015 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Palmira, en el cantón de Guamote, es conocido por la aridez de gran parte de su terreno. El viento, las lluvias y el mal manejo agrícola erosionaron sus tierras. Pero no siempre fue así.

Andrés Daquilema, de 55 años, tiene recuerdos más agradables de ese lugar. “Cuando todo esto eran haciendas, los dueños se preocupaban por la fertilidad del suelo y se cultivaban muchos productos. Con el tiempo las propiedades se vendieron y se parcelaron, y allí empezaron los problemas”, explica Daquilema.

“Las familias que se quedaron con pequeños terrenos —continúa el quincuagenario— se despreocuparon y talaron los árboles que servían que rompían los vientos fuertes. Poco a poco el sol y la lluvia, que en otros tiempos eran los mejores aliados de los agricultores, se volvieron una amenaza”.

Un apoyo inconstante

“Los técnicos no llegaban por la zona, y si lo hacían era una vez al año. Solo para ver cómo nos iba. Nos prometían ayuda, pero después no aparecían más. La falta de apoyo de los gobiernos anteriores también se convirtió en un lío”, dice, por su parte, Marco Yautibug, habitante de esa área.

Él recuerda que algunas ONG visitaban el lugar: “Nos llamaban a reuniones, decían que nos capacitarían para mejorar nuestros productos. Sin embargo,  pasaban 2 años y creo que se rendían y se iban”.

Estos factores desencadenaron el desplazamiento masivo de quienes vivían en las comunidades cercanas como San Francisco de Bishud.

Ellos tuvieron que observar cómo, entre los años 1990 y 2005, sus hijos se marchaban a buscar oportunidades en ciudades de la Costa o en la capital provincial (Riobamba).

“En verdad creímos que estas tierras no se podían recuperar”, señala Yautibug, mientras presiona con su mano una espiga de cebada que muy pronto será cosechada, y que, precisamente, forma parte de los resultados positivos que el Ministerio de Agricultura, Ganadería Acuacultura  y Pesca (Magap) ha logrado en los últimos años.

La situación actual

En la actualidad 40 hectáreas de cebada y 12 de chochos están sembradas.  En ambos casos se utilizaron semillas certificadas que han cambiado el color de la zona y le han añadido un matiz verde y amarillo.

De esa manera, la zona que estaba desolada y árida, con los cultivos, va ganando nuevos terrenos. La asistencia técnica del Magap también inclinó la balanza hacia el progreso de esta jurisdicción.

Cada 8 o 15 días, según la necesidad, Julio Calderón visita a los comuneros, revisa el crecimiento de las plantas, y la calidad del suelo; determina las necesidades y las transmite a la institución. Ante lo cual, en pocos días hay respuestas positivas y entregas.

“El Magap da las semillas certificadas, los insumos, el abono, los insecticidas y fungicidas. De tal forma que los cultivos estén asegurados”, menciona Calderón, además del centro mecanizado, que consiste en tractores, aradoras, trilladoras, bombas fumigadoras que permiten un trabajo más eficaz.

De acuerdo con Andrés Daquilema, hoy tan solo en una hectárea de chochos se cultivan entre 40 y 50 sacos, con un producto de calidad que incluso se conserva para semilla y que se vende a provincias que necesitan de este tipo de ayuda.

“Hoy nuestros hijos y vecinos están regresando a San Francisco. Algunos salieron del país, pero no les fue bien, por lo que han decidido volver y están trabajando en sus campos. Ahora sí se puede vivir de la agricultura”, añade convencido Daquilema.

Este mes se construye también un centro de acopio en la zona, que permitirá almacenar la semilla y el producto para poderlos vender a mejor precio. La meta, según los comuneros y técnicos, es aumentar la producción y posteriormente darle un valor añadido a las mercancías. Pero “vamos paso a paso”, asegura Daquilema. (I)

DATOS

La aspiración de la gente es conseguir más hectáreas de suelo fértil. Por eso, se siembra  tilo, quishuar, romerillo en los linderos para retener agua y evitar la erosión del viento.

Por tradición este pueblo ha vivido de la estación del tren, pues los agricultores comercializaban trigo, cebada, chochos, carne y queso producidos en otros lugares del cantón Guamote.

Otro sitio turístico en Palmira es la iglesia del Señor de la Misericordia. También se puede saborear la tradicional fritada. Palmira se encuentra a pocos kilómetros de Guamote en la vía que se lleva a Alausí.

En la parroquia Palmira viven 12.589 habitantes y el 89% es de sexo masculino. En esta zona se encuentra el desierto que, a pesar de su aridez, resulta atractivo para los turistas que llegan del país.

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