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En la Sierra ecuatoriana, la labor se desarrolla entre julio y septiembre

El ritual del Jahuay, el canto que agradece por la buena cosecha

La purificación del alma y del producto es una de las escenas que se presenta durante el ritual sagrado.
La purificación del alma y del producto es una de las escenas que se presenta durante el ritual sagrado.
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El Ritual del Jahuay es un canto milenario y sagrado para las comunidades indígenas de la Sierra ecuatoriana. Su coro se entona con mucha fuerza, energía y alegría para la Pachamama (Madre Tierra), para el Inti (sol), para los animales y para los paisajes.

El Jahuay es una arenga que usan los productores interandinos para motivarse en el trabajo y significa ¡Arriba! ¡Adelante! ¡Levanten! ¡Sigan!. Ellos se han unido para evitar la desaparición de este ritual.

Hace pocos días, en la comunidad San Francisco de Bishud, a alrededor de 3.200 metros sobre el nivel del mar y ubicada en la parroquia de Palmira, en Guamote (Chimborazo), los productores de cebada iniciaron su recolección matizada con dicha costumbre ancestral.

Julio Daquilema, administrador de la Corporación de Productores de Leguminosas y Granos Andinos Pueblo Puruhá (Corpopuruwa), mencionó que cada nacionalidad indígena tiene “costumbres, haberes, que nuestros padres, mamás, abuelos nos dejaron como herencia para agradecer a nuestra Pachamama y por eso retomamos esta actividad para que continúe”.

“Nosotros hacemos la cosecha de cebada por el Jahuay. Nuestra Pachamama da muchas legumbres, frutas, vegetales, cereales, por eso estamos contentos y agradecidos, por eso vamos a decir: ‘¡Madre tierra! ¡Madre agua! ¡Viento! ¡Sol! y ¡Fuego!’, que son elementos importantes para los pueblos indígenas”, indicó Daquilema.

Antes de iniciar la minga o cosecha de algún producto andino (sea cebada, trigo, chocho o quinua), los productores realizan una pequeña ceremonia, en la que incluyen ofrendas como frutos, flores y granos. Además, forman con piedras un sol que representa protección y brillo para la humanidad.

Luego, a caballo, una persona de la comunidad recorre el pueblo para avisar a los pobladores que se alisten para la minga.

El día de la recolección del grano, el grito de “¡a cosechar!” da el inicio de la actividad, que se acompaña con el sonido de una bocina y entonando “jahuay, jahuay, jahuay”, la realización de parvas (montículo de cebada), para que después se las trille (separar el grano de la espiga), clasifique, seque y empaque.

Esta labor se desarrolla entre julio y septiembre, dependiendo de que la cosecha de la cebada esté lista, explicó Manuel Daquilema, miembro de la Corpopuruwa. “Desde 2009 realizamos esta actividad, porque antes se la había dejado por la migración, pero ahora la retomamos”, dijo el administrador de la organización.

María Daquilema, una de las productoras, destacó que la cebada recogida va para el consumo familiar y la venta. En horas previas al inicio de la ceremonia ancestral, a las 05:00, 10 mujeres empezaron a cocinar habas, choclos, papas; prepararon curtido de cebolla paiteña y tomate, y chicha para las cerca de 300 personas que asistieron al evento organizado por Cervecería Nacional y el Ministerio de Agricultura.

“Para la empresa es importante rescatar las costumbres de las comunidades indígenas de Ecuador; es así que en esta ocasión dirigimos nuestra mirada a la Sierra centro con uno de los rituales más ancestrales: el Jahuay”, manifestó Hugo Orellana, director de Desarrollo Sostenible de Cervecería. (I)

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