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El Telégrafo
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Fue uno de los 8 niños intoxicados en pelileo

El pequeño Marlon Puyutaxi falleció, tras 11 días de lucha

Compañeros, profesores, vecinos y amigos de la familia acudieron a la capilla ardiente que se adecuó en la casa comunal de la comunidad Huayrapata. Foto: José Miguel Castillo/El Telégrafo
Compañeros, profesores, vecinos y amigos de la familia acudieron a la capilla ardiente que se adecuó en la casa comunal de la comunidad Huayrapata. Foto: José Miguel Castillo/El Telégrafo
29 de octubre de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Centro

“A mi hijito le gustaban mucho los carros y sabía decirme emocionado: ve, mamita, ya puedo bajar solito por la calle. Su sonrisa, su alegría e inocencia son las cosas que más recordaré y no puedo creer que esta tragedia me lo arrebatara para siempre”, dijo ayer Ana Lucía Toroshina.

Ella es la madre de uno de los 8 niños que se intoxicaron por el consumo de alimentos el 16 de octubre. Estudiaban en la escuela Abdón Calderón, en la parroquia Bolívar, a 20 minutos de Pelileo.

Ese día, la emergencia fue reportada alrededor de las 11:30 por el Sistema Integrado de Seguridad ECU-911. Hoy el caso se mantiene en investigación y todavía no hay un informe definitivo.

Se presume que los infantes consumieron fresas y galletas durante el recreo. Después, cuando presentaron fuertes dolores abdominales, se los trasladó a los hospitales de Pelileo y Ambato. Dos de ellos, los más graves, fueron llevados al Baca Ortiz, de Quito.

Marlon Puyutaxi Toroshina, de 4 años y 4 meses de edad, padeció antes de morir. Según su madre, primero estuvo en la casa de salud de Pelileo, luego lo llevaron a Ambato y finalmente a  la capital de la República.

“El doctor de Quito me dijo que encontraron insecticida en los intestinos de mi chiquito. Esto pasó en la escuela, pues mi Marlon salió caminando sano de la casa. Pido justicia y que nos digan qué sucedió con mi niño y con los otros chicos”, pidió Toroshina, mientras abrazaba a su hija menor, Brenda, de 2 años y 11 meses.

Ella y su marido se dedican a coser jeans que luego venden en Pelileo. “Vivíamos en Huambalito y por esa razón le asignaron la escuela Calderón. Pero decidimos velarlo en San Francisco de Huayrapata porque allí vivimos una etapa muy feliz, aunque corta con mi niño”, aseguró.

Hoy será su sepelio en el cementerio de Huambaló.

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