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Tiene más de 150 años y fue traído desde chile

El árbol de corcho ya es parte de la cotidianidad de Ambato

Por Wendy Armijos, del segundo BGU-E

El árbol es impresionante y crece a un costado del patio principal. Bajo sus ramas largas y cargadas se genera un ambiente propicio para el estudio, las confidencias y la meditación.

La historia local narra que 2 árboles de corcho fueron traídos  por Augusto Nicolás Martínez en 1914, desde una granja experimental chilena. Y los plantó en su quinta, pero solo uno sobrevivió debido a las condiciones climáticas. Años después pasó a ser propiedad  del Colegio de Agricultura Luis A. Martínez, ya que los fundadores fueron los hermanos Martínez.

Más tarde se firmó un convenio entre los colegios de Agricultura y Ambato, en el que se estipuló el cambio de instalaciones. Ahí empezó la historia de este gigante para la Unidad Educativa Ambato, pues hoy es símbolo de vida, fortaleza, perseverancia, unión, progreso, cordialidad y del espíritu juvenil.   

Este frondoso árbol ha sido testigo del paso de miles de estudiantes y profesores. Es depositario de  sueños, inquietudes, secretos, problemas y recuerdos.

Su nombre científico es Quercus suber (Alcornoque mediterráneo).

Sus hojas tienen de 4 a 7 centímetros de longitud, pueden ser lobuladas o aserradas, de color verde oscuro en el haz y más claras por el envés.  

Sus bellotas son de 2 a 3 cm de longitud. Tiene una corteza gruesa y rugosa. Viven entre 150 y 250 años.

La madera es dura y útil para tonelería y para la construcción naval. Pero se aprovecha más en la elaboración de corchos, y Portugal está a la cabeza de esta industria a escala mundial, seguido por España.

Las bellotas son un buen alimento para ganado y cerdos. Es un árbol de gran valor ornamental.

La frondosidad es lo que más gusta a los estudiantes. Los chicos lo cuidan mucho y es parte de las imágenes del escudo del colegio y parte de la cotidianidad.

Rosita Mañay todavía recuerda cuando lo vio por primera vez. Tenía entonces 11 años.

“Me atrajo enseguida porque es inmenso, verde y cálido. Me dio muchas  esperanzas. Considero que todos estos años que he tenido la suerte de estar aquí, no solo como alumna sino como parte de los docentes, se ha convertido en una inspiración para mi vida”.

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