Hasta 1985, la molienda de granos andinos era una de las actividades más rentables en la provincia de Bolívar, en la Sierra central. Gran parte de la población masculina optaba por esta labor, pues complementaba el trabajo agrícola que realizaban en sus predios y les permitía obtener una entrada extra. Hasta hace 30 años era normal ver a adolescentes y jóvenes ir a moler trigo, avena, cebada, maíz, fréjol, entre otros productos, en los molinos de agua del sector.

Por varias décadas esta actividad fue casi exclusiva para hombres, por el enorme esfuerzo que requería armar el molino, encauzar el río o acequia para impulsar el molino, y cargar los bultos de harina, pero una mujer cambió esta realidad. Concepta Paucar, de 85 años y oriunda del cantón San Miguel de Bolívar, salió adelante y educó a sus 3 hermanos menores y 2 hijos gracias a la molienda.

Contra todo pronóstico de sus paisanos y contemporáneos, logró instalar su propio molino de agua y consiguió abrirse camino en el mercado de las harinas.

“Cuando tenía 18 años, sus padres fallecieron en un accidente de tránsito, lo que la colocó al frente de su hogar compuesto por 4 hermanos (incluida ella). Con el apoyo de sus abuelos maternos y su enorme fuerza de voluntad logró vender 3 solares que su padre tenía en un cantón vecino, compró un terreno cerca y se dedicó a sembrar granos que ahora casi ya no se cultivan, como avena, sangoracha (amaranto) y quinoa”, explicó Lorena Maisanche, vecina de Concepta.

Tras varios litigios sobre el cauce de una acequia en las afueras de San Miguel, la decidida mujer instaló su propio molino en 1956 cerca de su vivienda, con lo que se ganó el rechazo de sus conocidos, vecinos y hasta algunos familiares.

“En esos años la sociedad vivía un arraigado patriarcado que veía como despreciable y hasta pecaminoso que una mujer sola saque adelante a un hogar y maneje un negocio. Y es que Concepta, una vez criados sus hermanos menores, se casó, pero enviudó apenas 3 años después de la boda, por lo que debió ponerse nuevamente al frente de sus cultivos y de la molienda, lo que implicaba lidiar a diario con agricultores que estaban acostumbrados a pagar por el uso del molino y negociar mercancías con el jefe del hogar”, señaló Vicente Núñez, primo de Concepta.

A pesar del dolor de haber perdido muy joven a sus progenitores y esposo, salió adelante, educó a sus hijos y logró con éxito mantener el molino en funcionamiento. Tras 2 décadas de labores, en 1976, la gran cantidad de cereales y granos andinos que en su local se procesaban desgastó la enorme piedra que daba vida al cacharro triturador y tuvo que ser reemplazada.

“Con la ayuda de unos primos que vinieron de Latacunga, Concepta encabezó el cambio de la piedra, pero con un costo muy alto. Mientras colocaban la nueva roca, la cual debió ser cortada a la medida y afilada con trozos de metal, una polea le cayó en la mano derecha y arrancó de raíz el dedo meñique”, contó América Flores, cliente de Concepta.

Desde entonces esta luchadora madre se vio obligada a sembrar, podar, abonar y regar sus cultivos, así como cocinar, barrer, moler y realizar otras actividades del campo, con 9 dedos.

Solo hasta entonces sus familiares, vecinos y allegados la empezaron a respetar y considerar como una mujer de bien. Hoy en día es un ejemplo de superación en San Miguel y se ha ganado el aprecio de autoridades, vecinos y periodistas locales, quienes en varias ocasiones han realizado trabajos periodísticos sobre ella por su ejemplo en la lucha por la igualdad de género.

“Doña Concepta ha recibido a varios canales de televisión de alcance nacional a fin de dar a conocer su historia. Por su avanzada edad ya no se dedica a la labranza ni a la molienda, pero a diario supervisa el proceso que reciben los granos y cereales en su establecimiento, a fin de garantizar un producto de calidad”, dijo Ernestina Soria, amiga de Concepta. (I)