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El oficio textil lo aprendió de su padre

Alfonso expone al mundo los ‘tesoros’ de Guano

En el local de Alfonso, se pueden encontrar  carteras, bolsos y ponchos de lana de oveja. Foto: Roberto Chávez |  El Telégrafo
En el local de Alfonso, se pueden encontrar carteras, bolsos y ponchos de lana de oveja. Foto: Roberto Chávez | El Telégrafo
07 de abril de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Diagonal a la Iglesia  La Matríz y justo frente al parque central de Guano, se esconde uno de los lugares más llamativos, inquietantes, coloridos y folclóricos de este cantón chimboracence.

Es el almacén de Alfonso Allauca, reconocido artesano, diseñador, fabricante de las auténticas alfombras guaneñas y propietario de uno de los telares más antiguo y tradicionales del lugar.

Bolsos, ponchos, llaveros, cojines y demás artesanías colgadas en la puerta del establecimiento, dan la bienvenida a los cientos de turistas que cada semana se acercan al local con la esperanza de llevar a sus hogares un colorido ‘souvenir’.

A más de la historia, cultura, gastronomía, turismo y tradición que caracterizan a este pueblo, las alfombras y tapices de Guano han sido catalogadas como los ‘tesoros’ artesanales del cantón.  

Este caballero de estatura mediana, vestimenta elegante y de sesenta y cuatro años, heredó de su difunto padre, Segundo Allauca, la destreza, habilidad y los conocimientos necesarios para la elaboración a mano de alfombras andinas y con materiales naturales.

DATOS

Allauca participará nuevamente en el concurso anual de Calidad de Tejido que organiza la Unesco. Este año, el certámen se desarrollará en  Cuenca.   

El telar antiguo del artesano se compone de cinco maderos: dos parantes verticales y tres vigas horizontales que sostienen los hilos de lana, la base del tejido y la maqueta que marca el recorrido del diseño.

En Guano existen un total de quince talleres que confeccionan alfombras, tapices y demás artesanías a mano. Los telares antiguos se ubican cerca del parque central y constituyen un atractivo turístico, junto al museo, el mirador y la tarabita del lugar.
La educación primaria la culminó con éxito en una escuela del poblado. Luego decidió aprender el oficio de su progenitor y heredar así, el oficio por excelencia de Guano.

Su adolescencia transcurrió en el taller como ayudante y a la vez aprendiz de un oficio que se resiste a desaparecer, pese a la industrialización del sector textil.

Los maestros de los cuales su padre recibió cátedra, según cuenta Alfonso, fueron artesanos reconocidos a nivel nacional, entre los que se puede mencionar: Luis Yanza, Luis Villa y Pedro Oquendo.

Sus manos gruesas y con algunas cicatríces de cortes, dan testimonio de los años que le costó aprender esta ocupación en el telar familiar.

Pies de cama y gualdrapas fueron las primeras artesanías que aprendió a elaborar  y sobre las cuales recibió sus primeras lecciones de diseño, corte, tejido, armado y retocado de tapices. “Alfonso demostró desde muy jóven  un gran interés por aprender esta ocupación, razón por la cual no tardó en convertirse en  un experto en el arte de elaborar alfombras a mano. Además, siempre apoyó a su padre en todo” afirma Alberto, uno de sus tantos vecinos.

Durante sus años de juventud aprendió, además de los secretos para convertir una madeja de lana  en una alfombra de calidad internacional, que un padre puede llegar a convertirse en el mejor amigo de un hijo.

Los ojos de Alfonso se humedecen al momento de recordar las palabras que su padre le dijera hace más de 40 años, exhortándole a mejorar cada día y a cuidar   el taller artesanal que juntos lo montaron.

A 800 metros del almacén, el taller de Alfonso está al interior de un sencillo galpón, compuesto por tan solo cuatro parantes de  eucalipto que sostienen los hilos de lana y son la base para hacer las alfombras.   

Pese a que sus seis hermanos aprendieron algo del oficio, él es el único que mantiene hasta hoy el taller y el almacén de tapices.

Lana de oveja es la materia prima con la que elabora sus creaciones y nudo redondo, la técnica que le ha llevado a participar en varios concursos nacionales e internacionales de elaboración y calidad de textil.

Uno de ellos es el certámen en el que intervino hace tres años y que fue impulsado por la Organización de  Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés).

Una alfombra de
1,50 x 2 metros y elaborada a mano con 40 mil nudos, supera los $ 500.
El tapiz que lo representó en dicha competición es una obra que refleja las 4 regiones del Ecuador, con colores representativos de estos lugares y con imágenes de animales que viven en la Sierra, Costa, Amazonía y Galápagos.   

Pese a no haberlo ganado, para Alfonso el mejor reconocimiento es la felicitación de la gente que admira esta creación y la unión familiar que representó la elaboración de la misma, ya que sus tres hijos y su esposa colaboraron en la tarea.

Una de las anécdotas que más enorgullecen al artesano es contar a los visitantes de su almacén que a mediados de los años 70, el Gobierno Nacional les encargó a él y a su padre la elaboración de dos alfombras de 83 metros de superficie, en las que trabajaron durante 18 meses y que posteriormente fueron donadas  a la Sede de las Naciones Unidas, en Nueva York.

Después de confeccionarlas, ambos artesanos viajaron a dicha ciudad para hacer la entrega oficial y recibir los elógios de los funcionarios que laboran en esta institución, por la excelente labor.

De igual forma, Alfonso ha realizado varias alfombras para el Palacio de Carondelet, en Quito.  

Estos trabajos los han hecho famoso tanto a él como a su pueblo natal, además de haberse ganado el respeto de sus  amigos, vecinos y familiares. “Creo que la paciencia, perseverancia y su árduo trabajo lo han convertido sin duda en el mejor fabricante artesanal de alfombras del país. Todas estas virtudes las heredó de su padre y son fruto de muchos años frente al telar”, manifiesta Esmeralda de Allauca, esposa del artesano.
Los tapices de Alfonso han sido exportados a países como China, Alemania y Uganda.

Pese a que sus tres hijos laboran en diferentes áreas, el fabricante de alfombras relata que le ha sido posible transmitirles el arte de la confección a mano de telares y alfombras andinas.

Su esposa, a más de realizar las tareas de casa, es su mejor ayudante, ya que también proviene de un hogar de artesanos en Guano.

Las alfombras de Alfonso se caracterizan por ser elaboradas con 40, 50 y 65 mil nudos, técnica que las hacen muy resistente frente al paso  del tiempo y al uso diario. El precio de una alfombra hecha a mano supera los 500 dólares.

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