Una investigación confirma la existencia de Cantuña, la leyenda más antigua de Quito
La leyenda quiteña que narra el supuesto pacto con el diablo para terminar la construcción del convento de San Francisco dejó de ser solo tradición oral. Una investigación académica reveló documentos y más de medio centenar de partituras del siglo XVII que confirman la presencia histórica de Francisco de Cantuña y rescatan un tesoro musical oculto durante siglos. El hallazgo ocurrió en la Capilla de Cantuña, en pleno Centro Histórico, donde se descubrieron 38 libros corales y registros coloniales que reconstruyen la vida religiosa y cultural de la época.
La evidencia que sostiene a la leyenda
El hallazgo, liderado por Jesús Estévez Monagas, profesor del College of Music de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), confirma con documentos y música que Cantuña existió y tuvo un rol relevante en la dinámica colonial. Entre los archivos constan testamentos, registros y libros corales utilizados por los franciscanos. Se trata de la prueba más sólida hasta ahora sobre la presencia histórica del personaje.
Un archivo musical intacto desde el siglo XVII
Estévez identificó cerca de 60 composiciones interpretadas en misas y celebraciones religiosas. Entre ellas destaca un himno escrito en 1671 por Fray Francisco de Herrera, considerado el registro musical más antiguo sobre la práctica religiosa quiteña. Las partituras, escritas en tetragramas, son totalmente interpretables hoy y representan una ventana excepcional al patrimonio sonoro de Quito colonial.
Un rescate patrimonial con impacto internacional
La investigación le valió a Estévez el Premio Internacional de Investigación Musical Otto Mayer Serra, otorgado por la Universidad de California en Riverside, por su artículo “Con cristiana modestia y silencio”. El trabajo no solo documenta música antigua: reescribe parte de la historia cultural de Quito al vincular la leyenda con evidencia verificable.
Un aporte a la memoria quiteña
El estudio revela cómo los pueblos indígenas participaron en la construcción cultural y religiosa del Quito colonial. También ofrece una nueva forma de acercarse a la leyenda: no como mito aislado, sino como un relato anclado en vestigios tangibles. “La historia de Quito no solo se cuenta en piedra y papel, sino también en sus melodías”, explica Estévez.
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