Gonzalo Bedón lleva alrededor de 40 años confeccionando y distribuyendo camisas Caprice en el Centro Histórico.

La marca, que significa ‘capricho’ en francés, tiene su historia. Alrededor de 1970, don Gonzalo laboraba en almacenes Vega y tras una disputa con el gerente por la utilización de unas telas, renunció a aquel trabajo.

En otra empresa textil le comentó al dueño que había renunciado “por puro capricho” y a este le vino la idea de bautizar una nueva línea de camisas con el término en idioma galo.

Sin embargo, los inicios de Gonzalo en el ámbito de la confección llegan hasta su niñez, pues nació en Pasa (Tungurahua), ‘tierra de camiseros’, en 1940.

Tras realizar el servicio militar, en 1960 llegó a Quito para perfeccionar la técnica y en la capital trabajó en varias empresas.

Tras independizarse en la década de 1970, estableció un taller y almacén en una casa de la calle Chile, en pleno Centro Histórico.

Hace unos 34 años, se mudó a la calle Venezuela (entre Sucre y Bolívar), donde arrienda un local hasta la fecha.

“En 2015 estuve a punto de cerrar. El dueño de la casa tiene la idea de construir un hotel boutique. Incluso me dieron 6 meses de plazo para irme. Pero el proyecto no se concreta hasta ahora”.

Gonzalo recuerda con nostalgia la época en que cargaba su camioneta y llevaba camisas para distribuir en Guayaquil. Asegura que actualmente mantiene su negocio prácticamente para entretenerse, pues “a partir de la dolarización las cosas cambiaron”. (I)