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El Telégrafo
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Entrevista / Augusto barrera / exalcalde de quito

“No queda claro qué tipo de ciudad nos están planteando” (Galería)

Foto: Marco Salgado El Telégrafo.
Foto: Marco Salgado El Telégrafo.
11 de noviembre de 2014 - 00:00 - Orlando Pérez y Luis Almeida

El exalcalde capitalino, Augusto Barrera, repasa su actividad en los últimos meses y evalúa los primeros 180 días de Mauricio Rodas al frente del cabildo quiteño. 

¿Por qué tanto tiempo de silencio? 

Por respeto a la decisión (electoral) de la mayoría de quiteños y por un elemental sentido de delicadeza  por el arranque de una nueva administración. Pero me parece que ahora, cuando no han transcurrido días, sino meses de la gestión, vale la pena plantear unos puntos de vista en el mejor de los ánimos de que la ciudad pueda consolidarse, fortalecerse.

Además, estuve dedicado a reconstruir mi actividad personal, docente. Estoy reintegrado a la Flacso. Dirijo, como investigador asociado, el Centro de Política Pública y Territorio.

¿Un retiro de la política?

No, yo siempre seré un actor político. He planteado mis puntos de vista cuando me lo han pedido, pero estoy en una fase en la que creo que puedo aportar más con una mirada más reflexiva de las cosas que en la función pública o en el activismo cotidiano.

¿Cómo sintió dejar la alcaldía?

Es una cosa muy dura. Yo tenía con mi función pública una relación no burocrática, sino de amor por la ciudad; entonces, es un esfuerzo personal muy duro, digamos, procesar ahora una nueva forma de reflexión. Porque yo no hago política desde una perspectiva laboral, no es un empleo, es una apuesta personal, existencial, humana. Me toca ahora quererle a la ciudad desde otra perspectiva y acompañarle en sus procesos desde otros roles. No me coge de nuevo porque en la mayor parte de mis 30 años de vida política he hecho lo que hago ahora, que es trabajar en la academia y fortalecer mucho la dinámica del movimiento popular. Voy a trabajar muy fuertemente en la rearticulación del movimiento social en Quito y a nivel nacional.

¿Por qué?

Porque parece que necesitamos más sociedad en este proceso. Es quizás la mayor lección del propio resultado (electoral). Y en la medida en que mis convicciones son las mismas que hace 5 años, seguiré trabajando en ese sentido.

Cuando dice ‘nos hace falta más sociedad’, ¿qué significa?

Yo creo que transformar una sociedad exige una buena gestión pública, pero exige también construir con la sociedad la comprensión y el consenso suficiente para esos cambios. Nosotros no hicimos una alcaldía de parches, hicimos una alcaldía de cambios estructurales y seguramente eso implicaba un esfuerzo incluso mayor de construir una pedagogía y unas fuerzas sociales que den soporte a esos cambios. Y esta reflexión probablemente también pueda servir para transformaciones a nivel nacional y en América Latina. Los resultados electorales felices, pero apretados, de Brasil, dan cuenta de que tenemos que redoblar esfuerzos por mantener lo que diría Gramsci: ‘Un consenso activo de los cambios que estamos haciendo’; una permanente capacidad de inspirar a que la sociedad se movilice con esos cambios.

¿Faltó más trabajo político con la sociedad, a pesar de las obras y de las políticas públicas?

Yo creo que sí. Y creo que hay que fortalecer una masa crítica en la sociedad, una capacidad de defender algunas tesis. Porque, quién más debe defender la regularización de barrios que la gente que hoy tiene una escritura y una ordenanza.

¿Esto le faltó a Alianza PAIS o a la alcaldía de Augusto Barrera?

En esto yo asumo en primera persona las responsabilidades. Yo entiendo perfectamente que cuando hay victorias hay un montón de padres y cuando hay derrotas, estas son huérfanas. Y reivindico la paternidad de la responsabilidad; no ando buscando responsabilidades en otro lado. Y creo que afortunadamente tengo la vida y la fuerza para trabajar con el mismo cariño para este cambio.

¿Y cómo es su vida ahora?

Tengo una vida normal: tomo bus, taxi, trabajo (porque vivo de mi trabajo); entonces, tengo una relación cotidiana con las personas y debo decir que el ‘después’ ha sido muy grato; me muevo solo y ha sido muy grato encontrarme con gente que se acerca contenta; entre ella muchos jóvenes, gente que trabaja en la calle, en la academia, etc., que tiene ese vínculo, esa relación. Mantuve mi Facebook ‘muerto’ unos meses; cambié recientemente mi foto y en la tarde ya tenía miles de mensajes; esas son cosas que me conmueven, que me alegran y que me ratifican en el compromiso de tener una corresponsabilidad con la gente.


En esa relación amable con los quiteños, ¿qué queda?

Es un sentimiento doble. Por un lado, una convicción de que hicimos un esfuerzo muy grande y esto para mí es muy importante porque en la política, y en eso se parece al fútbol, no necesariamente el resultado se produce por cómo jugaste. Hicimos una encuesta un poco antes de terminar y teníamos una evaluación positiva del 67%. Y en alguna discusión nos preguntábamos cómo era posible (que hubiéramos perdido). Creo que la mayor dificultad fue que no logramos colocar el debate de la ciudad en el centro de la campaña; no haber discutido sobre la ciudad y sus grandes problemas: si hacer o no el Metro; parece que no han leído los estudios y ahora resulta que 6 meses después van a contratar a alguien que ‘les dé leyendo’, lo que es fuerte.

Y también queda una sensación dolorosa, porque las pérdidas son muy duras. Perder puede ser un error político, pero no es un problema ético. Entonces, no se puede juzgar a los perdedores por convicciones que van más allá de las urgencias. Yo por lo menos sigo creyendo en eso. Tal vez sea un poco absurdo, pero sigo pensando que lo que es condenable es la falta de ética, la falta de coherencia, de compromiso; pero el hecho de perder es una circunstancia.  

Hay quienes dicen que Augusto Barrera topó a grupos económicos, de élite y que eso pudo haber influido. Y lo otro, que hubo una especie de ‘bullying mediático’ contra la Alcaldía en su gestión?

Voy a contestar a lo segundo con una anécdota: el otro día me subí a un taxi y el conductor me reconoció, me saludó, me contó que esta señorita, Gissela Bayona, hace unos meses ‘le daba palo’ al Municipio: que la ciudad, que el tráfico, que no sé qué; y que ahora lo que dice es que hay que tener paciencia, que así son todas las ciudades. Es decir, es increíble y probablemente quienes leen o escuchan eso ahora no se dan cuenta, pero resulta que antes la ciudad estaba destruida, caótica, colapsada; y esa es la ciudad que se vendió y que se logró construir en el sentimiento ciudadano. Y por arte de magia, esa misma ciudad recibió el premio al mejor destino de Sudamérica; y por arte de magia, esa misma ciudad, después del gran esfuerzo que hemos hecho, está peleando por ser una de las 7 maravillas. Es decir, hay una construcción mediática increíble y creo que eso es digno incluso de un gran esfuerzo académico.
 
Eso se explica, entonces, desde la actitud de ciertos grupos...

Yo creo que eso es evidente. Es claro que nosotros atacamos seriamente intereses. Es claro que nosotros recuperamos lo público. Hay gente que dice que eso es un absurdo; nosotros creemos firmemente en eso. Por eso tomamos medidas como parar centros comerciales que hacían tráfico en la 6 de Diciembre. Entonces, enfrentamos a muchos grupos, esto es así...  

Los que ahora son contratados para organizar conciertos...

Que es una cosa insólita. Acabo de ver y la programación de verano es, desde mi perspectiva, un retroceso. Que otra vez sea un grupo financiero el que apadrine, como en épocas distantes, la actividad cultural que es un derecho público. Entonces me parece que es muy claro que esa dimensión ideológica, de grupos de poder, etc., jugó con mucha fuerza. Y por eso estoy convencido de que probablemente nosotros no logramos construir el tejido, las articulaciones, la conciencia, las ideas, con la fuerza suficiente para poder dar cuenta de la batalla que se viene.

¿Augusto Barrera le dejó servida la ciudad a un candidato que de Quito y administración no sabía?

Vi una propaganda de los 100 días y de cada uno de los puntos, ustedes que hacen investigación, puede saberse exactamente quién firmó el contrato, cómo se hizo la obra y cómo se financió. O sea, decirle a la gente que se hizo el puente del Chiche en 100 días me parece que es una tomadura de pelo.

¿O el tema de la Isaac Albéniz?

Efectivamente. Me preocupa mucho que algunos proyectos estén estancados. Creo que es importante tener, en el mejor de los términos, el liderazgo que se demanda. Los liderazgos sirven para hacer las cosas. Yo creo que estamos todavía en una fase en la que es más fácil no hacer y eso se construye como discurso. Yo veo con mucha preocupación que la ciudad viva el mismo síndrome que vive Buenos Aires (Argentina); esto lo voy a decir con nombre y apellido y es que cada problema termina en mitad del conflicto entre el alcalde (Mauricio) Macri y la presidenta (Cristina Fernández, viuda de) Kirchner. Además pongo el ejemplo porque tenemos la misma materia gris haciendo la propaganda.

En resumen, ¿cómo evalúa la gestión del alcalde Rodas?

No queda claro qué tipo de ciudad nos están planteando. Hay una ausencia del debate de qué ciudad queremos: sí o no el Metro, qué sistema de comercialización, cuál va a ser la apuesta en los elementos de desarrollo económico, que me parece un tema vital; con todo respeto, me parece bien esto del programa de Empleo Joven, pero no puedes vender la idea de que cumplieron porque haces una ordenanza sobre ese tema. Es decir, el Metro va implicar más de 4 mil empleos directos y un efecto multiplicador de 60... 70 mil empleos; es meterle a la economía de la ciudad $ 1.500 millones, de los cuales el 70% es mano de obra e insumos locales. Entonces, yo digo, nos toca hablar con seriedad.

¿Eso explica la diferencia entre el ‘Buen Vivir’ y ‘Podemos vivir mejor’?

No entiendo mucho todavía el fraseo de la administración actual, pero nosotros, asumiendo todos los errores, hemos planteado un concepto de ciudad, de movilidad, de transporte público, una lógica  de gestión pública que apuesta a la ciudadanía, a los más pobres, al Metro, a la bicicleta, a la participación. Y sobre esto último quiero decir que estoy preocupado porque he escuchado de un esfuerzo por golpear la organización barrial. Y ojo con que ahora se quiera volver a un sistema clientelar partidario. Y la segunda cosa que aclaro es que es falso que nos hayamos gastado el presupuesto y que por eso no se puede hacer nada. Hasta el día que salimos teníamos un nivel de ejecución presupuestaria en ingresos de alrededor del 26% y en gastos, de aproximadamente el 24%, bastante proporcional con los 4 meses de gestión.

Entonces, eso de que en los 4 meses nos gastamos el dinero es falso. Y esto anticipo porque a la gente le dicen ‘no hay plata’. Yo solo quiero ver cuál es el nivel de ejecución en diciembre; nosotros llegamos a niveles del 94%.

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