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Cocotog, una de las comunas más antiguas de quito, también alberga nombres de larga data

Los apellidos ancestrales se niegan a desaparecer en Zámbiza

La familia de Mesías Carrera construyó un legado cultural en la parroquia Zámbiza. El grupo familiar registra su llegada al lugar a medidados del siglo XIX. Andrés Darquea / El Telégrafo
La familia de Mesías Carrera construyó un legado cultural en la parroquia Zámbiza. El grupo familiar registra su llegada al lugar a medidados del siglo XIX. Andrés Darquea / El Telégrafo
23 de noviembre de 2014 - 00:00 - Redacción Quito

Zámbiza se encuentra al nororiente de Quito y es una de las parroquias más pequeñas: tiene 12 mil habitantes y se extiende aproximadamente 7 kilómetros sobre la meseta del Guangüiltahua; también es de las más antiguas ya que su fundación hispánica data de hace unos 400 años aproximadamente.

En ese sector, al igual que en las vecinas Cocotog y El Inca, todavía viven familias que descienden de comunidades indígenas ancestrales, de las que aún preservan costumbres así como también apellidos originarios que portan orgullosos.

Los zambiceños no se opusieron a los españoles, igual que no lo hicieron otros pueblos originarios de la zona de Quito, puesto que les molestaba el poder incaico, presente en el actual territorio ecuatoriano por alrededor de 80 años.

En la Colonia, los pobladores de Zámbiza se encargaban de la limpieza de la ciudad, actividad que cumplieron hasta casi finales del siglo pasado. “Hubo una gran demanda de los trabajadores de Zámbiza para su empleo en la ciudad debido a la cercanía de esa comunidad, así como por su calidad de ‘indios sueltos’ (no sujetos al sistema de servidumbre y dependencia personal, típico de las haciendas andinas)”, señala un artículo del Archivo Metropolitano de Historia.

Esta situación hizo que la mezcla étnica en ese sector fuese escasa y la permanencia en la zona alta. Por ello, los apellidos ancestrales aún perviven; incluso a pesar de la dispersión familiar propia de la expansión ocurrida en la ciudad a partir de la década de 1970.

Por ejemplo, aún es común encontrar viviendo allí a personas con apellidos como Pumisacho, Gualoto, Guañuna, Lincuango, Quisasamín y Pillalazo, considerados característicos de esa área del Distrito.

No obstante, también existen apellidos mestizos que son parte de la identidad y de la historia de Zámbiza como Carrera, Narváez, Tufiño, Carvajal y Oñate.

Así, por ejemplo, la familia Carrera lleva el conteo de más de 4 generaciones seguidas en Zámbiza.

Esta familia —según sus registros— se asentó en la parroquia a mediados del siglo XIX. Mesías Carrera (92) es uno de los personajes ilustres de la zona pues es su máximo exponente musical. Él, junto con el historiador Frank Salomon, investigó por más de 10 años la historia de ese sector.

Aunque ahora don Mesías sufre de demencia senil, escribió más de mil composiciones, entre ellas el himno a Zámbiza y los pasillos Grato Recuerdo y Peregrino.  

Rosa Carrera (58), una de sus hijas, mencionó que su familia proviene de Cuenca y que fue su tatarabuelo quien llego a la parroquia como maestro de capilla y profesor de escuela. Y desde entonces permanecen allí. “El legado que dejó mi familia a la parroquia es la música y el único tratado de historia de Zámbiza desde tiempos ancestrales”, mencionó la mujer.

Alfonso Ortiz Crespo, Cronista de la Ciudad, señaló que algunos apellidos indígenas no conservan su forma original porque en la Colonia se produjo una deformación por motivos de facilidad de pronunciación para los conquistadores.  

Ortiz Crespo añadió que los españoles castellanizaban algunos apellidos; por ejemplo, Lincango, perteneciente a familias que centurias atrás vivieron también en el cercano sector de El Inca, fue modificado del   original (Lincuango) a la actual.

María Ester Pillalazo (73 años) se considera “orgullosamente zambiceña” y vive frente a la iglesia parroquial. Todas las mañanas coloca una vela frente a San Miguel, el patrono del lugar, para que le vaya bien en el día; sobre todo en su negocio de comida típica, donde la especialidad es el tradicional cuy con salsa (zarza) de maní, papas y lechuga.

Doña Éster tiene un criadero de cuyes con aproximadamente 180 animales. Se dedica, además, a la agricultura, como lo han hecho tradicionalmente las mujeres de su familia, originaria de la parroquia. “Llevar este apellido es mi orgullo, pues soy indígena y para mí eso es un honor. Mi madre y mi padre y sus antepasados fueron de este lugar y aún preservo muchas de sus tradiciones, porque somos la identidad de este pueblo”, comentó.

Fernando Jurado, historiador y psiquiatra, comentó que en Quito el 25% de apellidos son indígenas. Y puso como ejemplo apelativos como Quishpe, Tipán, Guachamín, entre otros. Además mencionó que Pichincha es la provincia donde más se encuentran diseminados estos apellidos.

Jurado comentó que a pesar de algunas deformaciones, varios apellidos indígenas se han mantenido indemnes. “En el siglo XX, los indígenas, como mecanismo social, cambiaron su apellido original por el hispánico; por ejemplo Conchambay por Concha. Pero a pesar de ello se mantiene la identidad. Aunque es necesario decir que algunas personas de clase media desconocen que su apellido es indígena, como el apellido Cuvi y Limaico”, mencionó.

En tanto que Ortiz Crespo señaló que “el hecho de que se conserven apellidos indígenas significa que existe una continuidad y una valoración de su propia identidad, lo cual es saludable para una sociedad mestiza como la nuestra”.

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