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El Telégrafo
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Las ventas no despegan en la “J”

Las ventas no despegan en la “J”
31 de julio de 2013 - 00:00

Casi dos años después de la regeneración de la calle José María Alemán (la J), arteria principal del barrio Solanda, los moradores han vuelto a sentir los estragos del comercio informal.

Aunque su presencia es menor, en comparación con el caos que se vivía antes del 31 de agosto de 2011, cuando se inauguró el bulevar de la J, todavía hay quienes montan sus “puestos” para ofrecer prendas de vestir, accesorios para el hogar y platos típicos a los transeúntes, generalmente por las noches.

La intensa actividad comercial ha dado renombre a esa zona del sur de la ciudad. Sin embargo, esa misma característica ha generado dificultades para quienes, en 2011, salieron de la calle y montaron sus negocios en la Plaza Comercial construida por el Municipio para acabar con ese caos: aceras copadas por las ventas, vehículos mal estacionados y peatones caminando por  la calzada.

En la Plaza Comercial, que comprende 4.000 m2, los propietarios de los quioscos argumentan que la disminución de sus ventas obedece al comercio informal que persiste en las aceras. Los vendedores fueron reubicados en ese sitio luego de estar casi dos décadas ofreciendo sus productos en la calle, pero ahora algunos decidieron cerrar sus locales para no arriesgar su capital.

ANTECEDENTES

La Alcaldía de Quito invirtió en la obra del sector de Solanda aproximadamente 2’4 millones de dólares.

El área de trabajos
en las aceras de la calle José María Alemán y la Avenida Ajaví fue  de 10.000  m2 y el área de construcción de la Plaza Comercial es de 4.000  m2.

Antes de la regeneración
existía desorden urbano, no se acataban normas ni ordenanzas municipales, había obstáculos en las veredas como rampas de acceso vehicular. Acumulación de basura en el parterre central, vehículos estacionados a lo largo de la avenida, cables de luz, telefonía y comunicaciones   cerca de las ventanas de las viviendas.
Susana Mogollón, trabaja desde hace más de seis años vendiendo peluches en la J, asegura que al principio la reubicación la llenó de esperanzas porque mejorarían sus condiciones de trabajo, pero a medida que pasaba el tiempo notó que al sitio llegaban pocos clientes porque el movimiento comercial se concentra unas cuadras más arriba, donde se encuentran los establecimientos más grandes. “Nos ofrecieron retirar por completo las ventas informales. También  hay comerciantes mayoristas con los que no podemos competir... Acá nos quedamos con los  locales bonitos, pero no vendemos”, recalcó.

Esa preocupación también embarga a Gabriela Yachimba, comerciante de flores desde hace 25 años.  De los 101 comerciantes que se reubicaron a fines de 2010, según Yachimba, solo quedan 60 porque “no se cumplió con el apoyo municipal de invertir en publicidad y retirar por completo a los otros comerciantes. Algunos compañeros  venden en otras partes para subsistir y no perder la inversión”.

La Plaza Comercial está dividida en dos áreas: productos para el hogar, ropa y un patio de comidas. Esta última es la que mayor rentabilidad ha generado, aunque en los últimos meses sus ventas también se han reducido y los negocios más pequeños han cerrado. Para los comerciantes, un factor decisivo está en el precio de los artículos, pues, aducen “los  locales mayoristas  tienen precios más cómodos  y los clientes siempre elegirán lo más económico para sus bolsillos”.

Para Carolina Duque, moradora del sector, la reubicación ha mejorado la imagen del sector y permite encontrar más fácilmente a los comerciantes y, en caso de ser necesario, hacer un reclamo cuando no están satisfechos con el producto. También reconoce que la atención al cliente es mejor y hay mayor seguridad para la gente.

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