Opiniones sobre una tradición extranjera
Las corridas de toros, ¿cultura o un asesinato de animales?
El toreo es una de las tradiciones españolas más conocidas en todo el mundo y también una de las más polémicas. En Quito se realizó desde la llegada de los españoles.
En la Biblia encontramos referencias al sacrificio de toros, al ser considerados símbolos de fortaleza, fiereza y acometividad.
También hallamos referencias a los ritos religiosos que celebraban los iberos. Los romanos, por su parte, sacrificaban a esos animales para celebrar la conquista de otros pueblos; muchos, como símbolo de prosperidad y fortaleza, se bañaban en la sangre del animal sacrificado.
Hay pruebas de la presencia de toros en los dibujos rupestres de la Cueva de Altamira, en las representaciones hechas en el neolítico en la península ibérica, donde se observa al toro salvaje siendo perseguido por los primitivos.
Existe una gama de datos que prueban que esta práctica viene desde mucho tiempo atrás. Sin embargo, actualmente existe un gran debate en torno a si hay que permitir las corridas o no.
Daniela Salomé Rocha opinó: “Las corridas de toros fueron vistas muchas veces en el Ecuador como un acto cultural o una distracción. La existencia de la plaza tuvo gran repercusión en las últimas décadas. Pero el actual Gobierno decidió implementar nuevas leyes que amparan la vida del toro, concienciando a la ciudadanía y erradicando el pensamiento erróneo sobre la ‘Cultura’”.
Para muchos, este acto no es solo una costumbre, es arte. “No somos menos sensibles ni queremos menos a los animales”, acotó Mario Vega, amante de la llamada fiesta. Vega opinó que la obsesión por eliminar las corridas equivale a mantener una doble moral, ya que tampoco estamos ayudando a los refugiados sirios ni alimentando a la gente en África ni nos ofende la gastronomía que procesa animales muertos y despedazados.
Si se hace referencia a la tauromaquia es imposible no recordar la hermosa frase del poeta José Bergamín: “Cuando se está toreando no se está engañando al toro; se le está desengañando”. Nadie puede ni podrá nunca imponer un gusto. Y solo queda por decir tolerancia hacia las opiniones, respeto a las sensibilidades y libertad. (I)