Desde que Fausto Tapia es el inspector general del colegio, ha impuesto nuevas reglas que no son del agrado de todos los estudiantes. Cada mañana, el inspector revisa en la puerta principal que los alumnos lleven correctamente el uniforme de la institución.

El castigo para los infractores es el envío a los padres de una carta compromiso para que la falta no se repita; además, tienen que recoger la basura tanto en el plantel como en las calles aledañas.

Tapia dice que hay que ser más exigentes con las reglas ya que muy pocos las acatan y para ello pide la colaboración de alumnos, maestros y padres de familia.

Jesús Ordóñez, de 14 años, dijo estar de acuerdo, en general, con las disposiciones porque disciplinan. Lo que no comparte es que no se permita reducir el “ancho excesivo de las bastas del uniforme”. (I)