El amor a la literatura en los tiempos de la tecnología
La literatura ha cambiado con el pasar de los años y eso es evidente.
El amor por las letras, por libros, por la buena literatura debería sentirse en el aire. ¿Pero qué pasa con las nuevas generaciones? ¿Es posible que buenos escritores queden en el olvido?
Bueno, esto es algo que no debemos permitir, si bien es cierto gracias a la tecnología es que el mundo avanza, pero nada se compara al olor de un libro o a la satisfacción de terminar uno y empezar otro.
En la actualidad, los libros prácticamente han dejado de existir y su presencia ha sido reemplazada por el mundo digital.
Debido al declive intelectual, se han ido extinguiendo poco a poco los poetas, aquellos grandes héroes del romanticismo y del saber. Se han ido extinguiendo uno por uno y el gran trágico resultado es que solo existen personas plásticas, antipáticas y con un pobre conocimiento sobre el amor, los detalles y el romanticismo. Personas sin conocimiento sobre su origen.
Yo siempre digo: si no sabes de dónde vienes, no sabes hacia dónde te diriges.
En conclusión, la literatura ha ido en decadencia con el pasar de los años.
“Cuando leo, todos mis sentidos explotan y mis sentimientos se elevan a un grado inexplicable, en el cual todos y cada uno de ellos quiere salir, quiere explotar y en el transcurso de cada párrafo se va formando de a poco una nube llena de emociones; aquellas que te hacen vivir el mundo que estás leyendo. Te permite ser parte de él y te hace sentir como si fuera tu mundo. Es un placer leer, deberías embriagarte de libros porque tu resaca será tu cultura”. Estas fueron las palabras de Daniel Rocha Jaramillo, estudiante del colegio Manuela Cañizares, al preguntarle qué siente cuando lee y finalizó diciendo: “Simplemente amo leer”.
Por suerte, aún quedan personas como él, que sienten esa pasión por los libros y los mundos que allí se encuentran. Y sin duda, la debilidad de nosotros los lectores es sumergirnos en esos nuevos mundos llenos de romanticismo, de fantasía, de esperanza y, sobre todo, de cultura. Vida hay una sola, pero vaya que podemos multiplicarla y tener millones de nuevas aventuras.