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La ciudad está llena de lugares que se conservan únicamente en el imaginario

La mayoría de quiteños continúa asociando a la zona aledaña a la av. Ana Paredes de Alfaro con la presencia del antiguo camal capitalino. Foto: Santiago Aguirre.
La mayoría de quiteños continúa asociando a la zona aledaña a la av. Ana Paredes de Alfaro con la presencia del antiguo camal capitalino. Foto: Santiago Aguirre.
22 de febrero de 2015 - 00:00 - Redacción Quito

“Picantería Chulla Pérez, allí nos metíamos con Patricio cuando nos echábamos la pera del colegio, con dos o tres sucres en la rocola, ¿qué música poníamos?, creo que era Mona Bell, linda voz de la pelada”.

La anécdota (¿ficción?) consta en la novela Teoría del desencanto  (1985), del escritor quiteño Raúl Pérez Torres, y hace referencia a uno de los tradicionales rincones capitalinos que ya no existen.

El relato de Pérez Torres tiene visos de realidad habiendo sido estudiante del Instituto Nacional Mejía, pues el local se ubicaba a un costado del establecimiento, en la esquina de las calles Riofrío y Vargas, justo donde esta última se transforma en la av. América hacia el norte.

A los quiteños de más de 45 años, el nombre ‘esquina del Chulla Pérez’, en alusión a un negocio donde se podía degustar comida típica y algo de licor (sobre todo, en las noches), no les resulta desconocido y más si son exalumnos del ‘Patrón’, como es el caso de Julio Cisneros (62 años).

El ex -Mejía recordó que las “escapadas del colegio al otro lado de la calle Riofrío no eran cosa de todos los días, aunque tampoco eran algo extraño”. Cisneros añadió que “meterse en una aventura de ese tipo tenía sus riesgos, pues uno de los sitios en los que (Genaro) ‘el Pupo’ Fierro (histórico inspector general) solía buscar a los ‘fugados’ era justamente en ‘el Chulla Pérez”.

Actualmente, el sitio de la vieja picantería lo ocupa un negocio de comida china (chifa).

Unas cuadras al norte de allí, sobre la av. 10 de Agosto, se ubica uno de los primeros intercambiadores de tránsito de la ciudad. La estructura mantiene en la memoria de los quiteños el nombre por el que es conocida desde hace unos 50 años: puente del Guambra.

Los nuevos vecinos de la ciudad conocen el sitio y lo utilizan, como ocurre desde hace décadas, como punto de encuentro. “Nos vemos en el puente del Guambra”, es una frase recurrente entre los capitalinos.

Sin embargo, pocos están al tanto que la denominación tiene su origen en la existencia de un negocio de comida (restaurante El Guambra) que sirvió para bautizar de esa manera al intercambiador.

Rigoberto Chacha (68) rememoró que el restaurante funcionó hasta la década de 1970 y que se ubicaba en el local que hoy ocupa la sucursal de la farmacia Sana Sana.

“Si no estoy equivocado, en el rótulo aparecía un muchacho con gorra y con un atado en el hombro parecido al que usaba el Chavo del Ocho cuando se iba de la vecindad”, afirmó Chacha riendo, mientras esperaba un bus para dirigirse más al norte de la ciudad.

Con el transcurso de los años, el espacio fue ocupado por una cadena de comida rápida y un almacén de ropa hasta que hace unos años se le dio su uso actual.

Por la parada ubicada en la vereda opuesta al local que ocupó El Guambra, cruzan en dirección al norte los buses que cubren la ruta Camal-Hipódromo. Ambos extremos de la línea hacen referencia a otros espacios que ya no existen.

Al menos no en la ubicación que dio origen a la ruta. Tal es el caso del antiguo lugar de desposte, que se hallaba hasta 1994 en el sector de Chiriyacu (al sur) y cuyas instalaciones fueron trasladadas ese año a la parroquia Guamaní (en el suroccidente), al sector que hoy lleva por nombre justamente Camal Metropolitano.

César Chancúsig (32), uno de los choferes que cubren esa ruta, señaló que pese al cambio de ubicación, la gente continúa llamando ‘El Camal’ al área que rodea a la av. Ana Paredes de Alfaro.

El otro extremo de la línea de transporte (Hipódromo) sí constituye un enigma para Chancúsig, aunque el conductor no duda de que  en algún momento de la historia de la ciudad debió haber existido un sitio para las carreras de caballos en el centro-norte capitalino.

Y no se equivoca pues el Hipódromo Nacional abrió sus puertas el 23 de mayo de 1915 en la intersección de las actuales avenidas Colón y Seis de Diciembre. Unas décadas más tarde, se colocó un establecimiento similar en una parte de los terrenos que hoy forman el parque La Carolina.

El primero de esos espacios desapareció por la presión del desarrollo urbanístico ocurrido alrededor de la arteria cuyo nombre recuerda al ‘descubridor’ de América.

Y el segundo funcionó hasta inicios de la década de 1970, para luego dar paso al desarrollo del espacio verde quiteño de 64 hectáreas y su zona circundante.

Datos

Un espacio cuya utilización cambió recientemente (2 años) es el predio que ocupó por casi 50 años el Aeropuerto InternacionalMariscal Sucre.

Con el desplazamiento del aeródromo capitalino, la zona del exaeropuerto pasó a ser ocupada por el Parque Bicentenario, punto inicial de un proyecto de desarrollo urbanístico planteado para la zona.

Una vía importante de esa zona es la av. De La Prensa, conocida antiguamente como Camino Real y que arranca en el sector de La Y, antigua denominación de la bifurcación entre esa vía y la Vía a Carretas.

La denominación de Vía a Carretas, como se conocía a la ruta que conectaba a Quito con Calderón y Carapungo (hoy en el extremo urbano norte quiteño) se mantuvo hasta la década de 1980, cuando la vía pasó a conocerse como la extensión de la av. 10 de Agosto y hoy es la av. Galo Plaza.

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