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Unos 2.000 habitantes, sobre todo del sur de la ciudad, se benefician del programa

El Banco de Alimentos lucha contra el desperdicio de comida en Quito

La recolección de alimentos se realiza básicamente en el Mercado Mayorista, que es el más grande de la capital ecuatoriana. Foto: John Guevara/ El Telégrafo
La recolección de alimentos se realiza básicamente en el Mercado Mayorista, que es el más grande de la capital ecuatoriana. Foto: John Guevara/ El Telégrafo
20 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Quito

Jóvenes voluntarios recolectan, en Quito, donaciones de alimentos. Después de seleccionar los productos que están aptos para el consumo   los entregan a familias de escasos recursos.

María Quishpe, de 42 años, vive en Guamaní (en el sur) con sus 9 hijos; el mayor tiene 25 y el menor 6. Lo que gana su esposo como ayudante en una construcción no alcanza para mantener el hogar.

Hace 9 años va todos los sábados   al Mercado Mayorista, también en el sur, para recibir donaciones de alimentos que ya no pueden ser vendidos porque están golpeados o muy maduros. A cambio del trabajo recibe algunos productos con los que alimenta a su familia.

María forma parte de los voluntarios del Banco de Alimentos de Quito, institución que hace 12 años busca erradicar el desperdicio de comida.

De acuerdo con Alicia Guevara, presidenta del banco, en la capital se desperdician a diario unas 3 toneladas de alimentos.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el mundo esa cifra asciende a 1,3 millones de toneladas al año, con lo que se podría alimentar a 2.000 millones de personas.

“Desperdiciamos alimentos porque estamos acostumbrados a vivir en el país de la abundancia. Como hay muchos productos nos damos el lujo de aceptar solo aquello que está perfecto; si una fruta está un poco golpeada no se compra, pese a que aún se puede consumir”, asegura Alicia.

En este contexto, el Banco de Alimentos de Quito trata de ser un puente entre un sitio donde se desperdicia y uno donde hay necesidad.

El proceso inicia con la recolección de alimentos en las centrales de abasto, principalmente en el Mercado Mayorista.

Primero son seleccionados y clasificados los productos que están en buen estado, los cuales quedan listos en las bodegas de Metalmecánica de la Politécnica Nacional, en San Bartolo, donde los lunes, martes y miércoles las familias de escasos recursos registradas en el proyecto reciben verduras y frutas gratis.

También reciben donaciones de empresas que tienen productos que no pueden comercializar porque están por caducar.

El banco da la garantía de que esos víveres se entregarán el mismo día, o máximo el siguiente, para que sean consumidos enseguida.

Pronaca dona embutidos, Toscana entrega parte de su producción de fideos aunque no necesariamente está por caducar, Café Minerva, Fideos Paca, Protopic, Quifatex, Comisariato del Ejército, Familia Sancela, Incinerox y DHL también colaboran.

El proyecto nació como una iniciativa privada. Una vez que creció la idea la Politécnica Nacional apoyó acogiendo el proyecto como suyo.

Trabajadores de la universidad   colaboran con parte de su sueldo para sustentar el programa, con el cual se adquieren alimentos no perecibles, como arroz, azúcar, granos secos y aceite.

El banco empezó a entregar alimentos en el comedor de la Lucha de los Pobres, en la Escuela Inti y en otros sitios. Pero a través de estas instituciones llegaron a familias en situación de riesgo.

Desde entonces, realizan informes socioeconómicos para localizar a las familias verdaderamente necesitadas. Hasta 2014 entregaron 906.118,75 toneladas de alimentos y 592.277 productos enlatados.

Con el objetivo de que no haya desperdicios con las frutas que están muy golpeadas elaboran pulpas y mermeladas, con la proteína fortificada de soya que las empresas donan se preparan galletas o se incorpora a la carne molida, incluso las cortezas sobrantes se guardan para alimentar a cerdos.

El banco tiene 3 trabajadores a tiempo completo: uno se encarga del aseo, otro de la parte administrativa y uno de la producción de alimentos. Además, hay una persona que cumple la labor de Recursos Humanos.

En 2006 y 2011 recibieron donaciones de equipos por parte de la Cooperación Técnica Belga. Por ejemplo, unos fueron destinados a  elaborar pulpas y otros a procesar cárnicos. En total, la donación fue de $ 12.000.

Según Alicia, actualmente el Banco de Alimentos atiende 6 instituciones y un promedio de 2.000 personas a la semana.

Aunque las frutas y verduras se entregan gratuitamente, los demás productos tienen un costo: cobran el 10% de lo que normalmente valdría un alimento elaborado y en el caso de los cárnicos, el 50%. Este cobro se denomina “cuota de recuperación”, que ayuda a mantenerse al Banco de Alimentos.

Por ejemplo, la carne molida se vende ya preparada como hamburguesa y la bandeja de 8 unidades cuesta $ 0,80.

Las personas que no tienen el  10% o 50% ayudan en la recolección y, a cambio, les entregan alimentos.

Ese es el caso de María Caguana, de 31 años, quien, al igual que María Quishpe, es voluntaria los sábados. “Me ayudan bastante. No me pagan en dinero, pero sí en alimento. Con eso ayudo a mi hogar”, dice la mujer, quien tiene 2 hijos y vive en el barrio San Patricio (en el sur).

“Unos dicen que no sirven algunas cosas, pero para nosotros sí valen”, asegura Quishpe, quien cuenta que años atrás sus hijos no tenían qué comer, pero ahora ya puede alimentarlos colaborando con el programa de ayuda social. (I)

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