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“Agüita milagrosa”, en las esquinas de la capital

“Agüita milagrosa”, en las esquinas de la capital
29 de abril de 2012 - 00:00

A las 06:00, en la esquina de la calle José Eguzquiza y avenida Mariscal Sucre, en el sur de Quito, Osmar Jamanca,  instala su coche, en el que lleva una olla con agua de varias hierbas, siete vasos de cristal, diez botellas que contienen varias esencias medicinales y las hojas de sábila, que son los insumos especiales para iniciar su venta.

Él expende las famosas “agüitas medicinales con sábila”, que no son solo comunes de ese barrio sino que se las encuentra por las mañanas en algunas de las esquinas de la capital, especialmente en las paradas del transporte público. Algunos, vendedores como Jamanca le atribuyen poderes curativos, mientras algunos clientes confiesan que se sienten atraídos por el sabor. 

El agua permanece caliente en la olla. Cuando un cliente  llega, con un cucharón, el audaz vendedor sirve la infusión en una jarra en donde tiene la facilidad de mezclar bien los ingredientes. Allí agrega el líquido de tres de las botellas que le acompañan. En cada una hay una infusión de hierbas como la chancapiedra, uña de gato y boldo para “curar los riñones”, explica mientras realiza con precisión la preparación. Deja a un lado la jarra y con el cuchillo saca el cristal de sábila de la hierba y la coloca en el recipiente. Todo esto lo mezcla y para  darle buen sabor a la bebida, le agrega miel de abeja.

Jamanca aprendió de su padre el arte de la preparación de las  aguas medicinales. Se  levanta a las 02:00 a hervir el agua, a la que le añade linaza, toronjil, panizara, menta y hierba luisa. Las plantas las trae desde el Perú, pues asegura que allá se encuentran todas y a menor precio. Periódicamente él o su padre viajan a ese país que es de  origen.

Un nuevo cliente llega al puesto del vendedor y curioso pregunta qué hay en las botellas. Muy seguro le explica que cada una contiene diferentes esencias para cada mal. En la primera ingapuri, para la gastritis; valeriana, para los nervios; algarrobina para evitar la anemia; ortiga, que purifica y mejora la circulación de la sangre; masha es especial para los hombres, pues combate los problemas de próstata; y noni, que elimina el colesterol.

El cliente elige si bebe un pequeño vaso de estas esencias, dependiendo de su necesidad, o si lo combina con las aguas aromáticas y la sábila. El precio del vaso del “agüita milagrosa” es de 50 centavos, pero viene con yapa, para que el cliente vaya satisfecho, dice Osmar.

Julio Almache (42 años) es un cliente fijo. Rumbo a su trabajo realiza una parada en la esquina  para tomar un vaso de chancapiedra y masha, además del vaso de agua con sábila. Explica que toma el agua medicinal desde hace dos años. “Mi trabajo es muy  pesado, soy albañil y tengo que cuidar mis  riñones. Esto me da energía”, asegura.

El dolor de estómago era muy frecuente, cuenta Armando Chicaiza, de 38 años, y desde que tomó el agua de sábila se siente mejor, “las pastillas no me daban resultados”. Pero aclaró que no se debe tomar todos los días,  porque también sería perjudicial para el organismo. 

A diferencia de ellos, Luis Carvajal (35 años) y Julio Correa (50 años) toman el menjurje por el sabor y no por salud. “Me gusta el sabor, se me hizo costumbre tomarlas”, comentó Carvajal. No es extraño mirar a los coches de “aguas medicinales” en las esquinas de los barrios y en las paradas de buses. Jamanca cuenta que en Perú es aún más conocido.

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