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El Telégrafo
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La necesidad de las infraestructuras verdes en el mundo y el cambio climático

La necesidad de las infraestructuras verdes en el mundo y el cambio climático
13 de junio de 2018 - 00:00 - Karl-Heinz Gaudry

Con infraestructura verde pensamos comúnmente en aquellas de WOHA-Architects o en edificaciones como el Museo del muelle Branly de París, el muro vegetal del CaixaForum Madrid de Patrick Blanc o el Bosco Verticale de Stefano Boeri. Mientras que estas obras son sin duda elementos urbanos que contribuyen a la infraestructura verde, esta se define como “una red estratégicamente planificada de zonas naturales y seminaturales de alta calidad con otros elementos medioambientales, diseñada y gestionada para proporcionar un amplio abanico de servicios ecosistémicos y proteger la biodiversidad tanto de los asentamientos rurales como urbanos”, según la Comisión Europea.

En enero de 2018 la temperatura en algunas partes de Australia fue tan alta que tramos de carretera entre Sydney y Melbourne se derritió, simultáneamente se produjo apagones debido al encendió masivo de acondicionadores de aire (AC). La parte más sorprendente de esta ola de calor es que podría convertirse, en un futuro cercano, en algo muy normal para este país.

El aumento de las temperaturas en todo el mundo pone de relieve la necesidad de proporcionar enfriamiento en las ciudades sin contribuir al cambio climático, ni sobrecargar las redes eléctricas urbanas. Desde los tejados blancos en Ahmedabad (India) y corredores eólicos en Guiyang (China), la infraestructura verde es una forma adicional y complementaria al medio construido de cómo las ciudades están implementando proyectos de refrigeración sostenible para ayudar a sus ciudadanos a combatir el calor y los eventos extremos del cambio climático.

En la mayoría de las regiones metropolitanas de América Latina la expansión urbana presenta un panorama de pobreza, patrones informales e ilegales de uso de la tierra, así como acceso insuficiente a la infraestructura, instalaciones públicas y servicios básicos. El aumento de la temperatura no solo plantea riesgos para la salud en forma de agotamiento por calor e insolación, sino que también puede afectar los sistemas energéticos de las ciudades a través del uso de aire acondicionado y a las condiciones de vida de aquellas familias de bajos ingresos que no pueden acceder a tecnologías de refrigeración.

El cambio climático está acentuando los eventos meteorológicos extremos, ejerciendo presión sobre la salud humana, las comodidades urbanas, la productividad y la infraestructura, para combatir el aumento proyectado de las temperaturas y la ocurrencia de las olas de calor, ciudades como: Singapur (Singapur), Nueva York (EE. UU.), Hamburgo (Alemania) o Penrith (Australia) han desarrollado infraestructura verde para la mitigación de los efectos extremos del clima.

Todos los habitantes desean encontrar en sus ciudades condiciones que favorezcan la salud y el confort. Una revisión reciente de las tendencias de consumo de energía para calefacción y enfriamiento en todo el mundo, encontró que las regiones que están dominadas por la necesidad de calefacción reducirán su uso de energía, mientras tanto que las regiones dominadas por la necesidad de enfriamiento verán un aumento exponencial. La comodidad de acondicionar el enfriamiento se ve a menudo como un signo de progreso y de lujo, aunque su uso puede ser costoso, el AC es la opción habitual. Mientras que al interior la refrigeración promueve el confort, el AC externaliza costos relacionados a la carga de suministro, la contaminación acústica, de carbono y calorífica a los espacios al aire libre. La pregunta es ¿cómo podemos contribuir al desarrollo urbano de las ciudades para que sean ecológicamente responsables, con huella de carbono baja y resilientes a la creciente amenaza y frecuencia de las condiciones meteorológicas extremas causadas por el cambio climático?

Arquitectos y urbanistas se ven cada vez más involucrados en el desarrollo de estrategias de infraestructura verde urbana. La creciente adopción de estas estrategias y tecnologías en muchas ciudades del mundo, incluso en los trópicos, representa una estrategia pasiva, viable y eficiente para adaptarse al aumento del calor y el cambio climático. Los techos y paredes verdes pueden enfriar los edificios de forma natural, reduciendo sustancialmente la demanda de aire acondicionado. La infraestructura verde también puede proporcionar un hábitat para la vida silvestre y la conservación de la biodiversidad, oportunidades recreativas para las personas y una mejor gestión de la escorrentía de las aguas pluviales. El atractivo principal de la infraestructura verde está en el hecho de que ofrece múltiples beneficios, por ejemplo, el sombreado de los árboles de la calle, estratégicamente seleccionados y ubicados, pueden reducir las temperaturas circundantes, en Londres (UK) entre 2-8°C y al menos 5°C en Singapur o limpiar el aire de gases y partículas nocivas.

Es importante recalcar que la planificación urbana no es exclusivamente un buen diseño físico o material, sino que además implica la implementación de políticas públicas. En este sentido encontramos políticas exitosas como la Landscaping for Urban Spaces and High-Rises (LUSH) de Singapur,  que exige desde 2009 a los constructores y arquitectos que restituyan el 100% del área del lote utilizado para sus desarrollos inmobiliarios con zonas y espacios verdes. Elementos como paredes verticales de plantas, parques de cielo, jardines de techo, incluso camas de vegetales en el techo están previstos para el cumplimiento de los requisitos legales. La Agenda de Reverdecimiento Urbano del Centro de Aire Limpio y Paisaje Urbano de Penrith, Australia, adoptó en 2015 una estrategia integral para enfriar la ciudad, promoviendo la instalación de características de retención de agua tales como jardines de lluvia, pantanos y humedales que reducen el riesgo de inundación, así como parques, áreas peatonales alrededor de las escuelas y otros espacios públicos de la ciudad para garantizar suficiente sombra.

La urgencia de proporcionar infraestructura verde urbana aumenta a medida que el cambio climático se presenta con eventos meteorológicos cada vez más extremos. Mientras que los arquitectos y urbanistas se ven más involucrados en el planteamiento de las estrategias de infraestructura verde urbana, la decisión de articular el desarrollo urbano con el rural, reducir la vulnerabilidad en las redes de suministro energético, el efecto de lluvias extremas o mejorar la habitabilidad de las ciudades, requerirá de mesas de trabajo interdisciplinarias con otros departamentos gubernamentales, compañías de servicios públicos, representantes locales y eventualmente internacionales. Los arquitectos y urbanistas tendrán la tarea de incluir infraestructura verde en sus diseños para las ciudades, comunicar su valor, prepararse para liderar su implementación y aprender de los nuevos desafíos y soluciones para intervenir en las ciudades resilientes y sostenibles.

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