Una película paraguaya contemporánea expone fríamente el devenir decadente de la clase burguesa. Se trata de Las herederas (2018), de Marcelo Martinessi, filme galardonado en varios festivales internacionales.

Su argumento tiene que ver con dos mujeres de la tercera edad, amigas y compañeras de vida, que comparten una vieja casona, las cuales enfrentan un proceso que les obliga a cambiar el rumbo de sus existencias. Una de ellas ha contraído una deuda por la cual es encarcelada y, la otra, al principio reticente, pero luego forzada por las circunstancias, tiene que deshacerse de todas las cosas valiosas que había heredado de su familia.

Con dicha historia, Martinessi hace una fina disección de una rancia burguesía que vive de las apariencias y de los recuerdos de supuestos oropeles del pasado. El foco de atención se centra, sin embargo, en la dueña de la casa, Chela: ella, al principio, se muestra descompuesta y orgullosa, pero luego, al admitir su condición de empobrecida, tiene que asumir nuevos compromisos. Así, aprovecha la sutil invitación de otra vecina, adinerada esta, para volverse taxista, munida de su auto clásico.

La paradoja es esta: cuando se intenta tapar lo que no se puede, otras personas, quizá en ese mismo proceso de deterioro moral y social, saben que podrían abrir camino a una mujer para enfrentar de nuevo su vida. En la historia todo lo que implica deshacerse de cosas es como despojarse de un pasado, al principio doloroso, pero pronto liberador. Un símbolo importante redondea a la película: es la bandeja de los enseres para el té que, en medio de la debacle, Chela, intentará tenerlo en orden; esta bandeja luego caerá y la taza y otros utensilios se romperán, abriendo paso a la nueva vida que tiene que sobrellevar la protagonista.

Sin embargo, el tema de Las herederas es más interesante: es una película sobre mujeres; es decir, es el retrato de un Paraguay con rostro femenino que asume un rol distinto o, si se quiere, desoculta su condición de silencio doméstico y social. Su importancia radica en mostrar que, en el mundo actual, la mujer asume una identidad nueva y distinta, aunque para ello deba enfrentar miedos y vergüenzas, las cuales, en realidad, no son más que los productos de ciertas imaginaciones sociales. Las herederas, el filme de Martinessi, es eso: un grito para renunciar a las apariencias. (O)