Hace pocos días, una persona me escribió un mensaje por Twitter, contándome sobre Javier Viteri y pidiéndome que alce la voz por él, que pida justicia. No tenía que pedirlo, pero me alegro que lo haya hecho. Creo que a veces necesitamos ese mensaje, ese recordatorio de que no todos somos iguales y tampoco estamos viviendo lo mismo; que el silencio hace daño, invisibiliza. Nos pone del lado del agresor.

Vivimos tan dentro de nuestro propio mundo que muchas veces nos olvidamos lo que pasa aquí muy cerca, a pocos metros o kilómetros, de la realidad que viven otros, del dolor que pasan por pensar o sentir diferente y también de aquellas personas que son víctimas del odio, de la homofobia, de la violencia como lo fue Javier. Lo curioso es que muchas veces no es odio hacia otra persona por ser diferente, es un odio a uno mismo...

Esto es solo un recordatorio, así como a mí me lo recordaron.

Javier era un joven de 22 años que quería ser médico cirujano. Tenía sueños, objetivos, ideales y anhelos. Me duele pensar que se los quitaron de un momento a otro y de una forma tan cruel y dolorosa. Me duele también que seamos indiferentes, que seamos cómplices al no pedir justicia, al no actuar, al no cambiar; me duele porque esa inacción hace que lo matemos una y otra vez a Javier y a tantos otros como él.

Esta es la realidad de la comunidad LGBTI+ en Ecuador: según el informe Runa Sipiy, de la Asociación Silueta X, en el año 2019 en Ecuador se registraron 16 asesinatos violentos contra la comunidad LGBTI+. De las víctimas, cuatro eran hombres gais y doce eran mujeres trans. No hay cifras claras en este año debido al covid-19, pero el caso de Javier no nos permite ser optimistas.

A veces nos olvidamos que el cambio depende de nosotros. Somos los adultos los que creamos las barreras, la cultura de la falta de respeto y agresión al que siente o piensa diferente. Somos nosotros quienes modelamos para nuestros hijos o sobrinos.

¿Cómo cambiar? ¿Cómo lograr que cada día seamos más empáticos, tolerantes? Empezando por uno mismo, por nuestra familia y las cosas pequeñas que parecen que no afectan, pero sí. Los chistes, expresiones, palabras que usamos. En cómo nos referimos al que es “diferente”.

Y un último recordatorio: junio es el mes del orgullo LGBTI+, aprovechemos para hablar en casa de lo que esto significa. Aprovechemos para eliminar barreras, para valorar a todas las personas por igual, porque al final del día todos nos merecemos vivir felices, gozar de los mismos derechos y oportunidades, independientemente de nuestro sexo, género o preferencia sexual. Fomentemos la igualdad, el comprender la diversidad, ¡pongámonos siempre en los pies del otro! Si queremos que las cosas cambien, si no queremos más casos como el de Javier, empecemos hoy. No nos quedemos callados nunca más. (O) #JusticiaParaJavierViteri