Ecuador es un país que a las consultoras políticas llama la atención. Muchas consultoras quisiéramos venir a hacer nuestras propuestas.

Esto es porque se trata de uno de los países más fuertes de la región en el ámbito político.

Si tomamos en cuenta que el país sufrió, por un largo período, procesos de desestabilización política que trajeron graves crisis de toda índole y que les impedía atraer las inversiones extranjeras, el Ecuador estaba entre los últimos puestos de estabilidad política en Latinoamérica y, por ende, la mira no se hubiera ocurrido ponerla en este lugar.

Pero todo eso se opacó cuando llega un presidente y se sienta en el poder por 10 años, ¿cómo no podemos decir que este país tiene actualmente estabilidad política que además trajo, en cierta medida, una mayor estabilidad económica?

Pues bien, frente a esto, tenemos unas próximas elecciones (febrero de 2017 para elegir Presidente, Vicepresidente, asambleístas y parlamentarios andinos), que creo que no están reñidas.

Sé que participa un candidato que es una persona con discapacidad. A la larga, esto es una ventaja porque el pueblo va a ver su fuerza, su garra.

Ahora, tenemos votantes de gran variedad. En este sentido, el electorado juega un papel trascendental en la toma de decisiones. No es un simple voto, son un conjunto de votos que juntos pueden continuar con este proceso de estabilidad o pueden acabarlo.

La función de ellos (en el caso del Ecuador, de los 12’816.698 de electores habilitados para sufragar en febrero) es elegir buenos gobernantes y, sobre todo, no tomar el momento de las elecciones a la ligera, no pensar en que son un voto más. Una sola persona puede cambiar el rumbo de este país.

Con todo esto, la gente debe estar sensibilizada y alineada a los objetivos de su comunidad, de su localidad y de su país. Lo importante es elegir un candidato que le brinde estabilidad a toda mi comunidad, no solamente a mí.

Ahora están los jóvenes. Algunos discursos apuntan a la necesidad de ellos de empleo y estabilidad laboral, aunque hay que tomar en cuenta que, en Latinoamérica, estos ya no ven la necesidad de estabilidad laboral, es decir, ellos no quieren quedarse en un mismo puesto de trabajo por 15 años, como lo hacían nuestros abuelos o padres.

Los jóvenes desean moverse, conocer, aprender nuevas cosas.

A los millennials se les debe otorgar una amplia empleabilidad laboral.

Esto es, de hecho, provechoso para el país porque afirma una economía de libre mercado que permite moverse y fortalecer la economía. (O)