Ecuador, 26 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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Ni servida,ni mesa

Seguramente volveremos a escuchar el discurso de la “mesa servida” cuando Lenín Moreno deje Carondelet, pero con algunas variantes que incluyan palabras como “gestionamos”, “combatimos”, “aperturamos”, “socializamos”… El léxico no necesita ser adecuado ni diverso cuando de oratoria política se trata y se sabe que el poder debe cuidar su línea de discurso. Hablando de una mesa servida se retiró su antecesor, y ese fue el punto de quiebre que utilizó Moreno para marcar distancia en la opinión pública, asegurando que recibía un país con un déficit gigantesco de 7,3% del PIB y una deuda que no era de $ 27.000 millones sino que superaba los $ 75.000 millones. Pero han pasado ya tres años desde la posesión de Moreno y al finalizar su mandato el déficit financiero podría llegar a los $ 10.000 millones. Apenas hace unas semanas el riesgo país superó los 6.000 puntos, y apenas en marzo la deuda pública superó los $ 58.000 millones.  Y es que, por más convincente que pueda sonar, el discurso se queda en el aire cuando las medidas tomadas no ofrecen resultados concretos. Desde su posesión, el Presidente ha enviado a la Asamblea Nacional siete proyectos de ley con carácter urgente en materia económica y ha dispuesto una serie de medidas para la optimización y austeridad del gasto público, sin resultados favorables a las puertas de terminar su mandato.Es curioso que a estas alturas -pese a todo el trabajo que implica elaborar un plan económico- ninguna medida o proyecto de ley lograra levantar nuestra economía o resolver siquiera una pequeña parte de los problemas financieros del país. Queda por ver si el problema fueron las propuestas, la estrategia, la falta de planificación o los errores en la ejecución. Las justificaciones más obvias serán, seguramente, las protestas de octubre de 2019 y la pandemia actual. La pelota pasará entonces a la cancha del siguiente Gobierno que, siguiendo el ejemplo de sus antecesores, se quejará del legado y afirmará que llega para poner la casa en orden: una ya conocida y desgastada forma de lavarse las manos. Esta vez ni mesa servida ni mesa siquiera. Pero seamos justos: por supuesto que la responsabilidad es compartida. Responsables son tanto el Ejecutivo como todas y cada una de las funciones del Estado. Nada va a cambiar mientras el Gobierno de turno no aprenda a privilegiar las políticas públicas por encima del interés político. (O)

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